miércoles, 21 de enero de 2015

Pareja o la gran colaboración

El concepto actual de pareja, el más extendido, hace enfermar y estancar la vida de muchos. Instalados por inercia en un nivel de consciencia adolescente ven el encuentro con la pareja como una meta vital, una llegada, un final. La dimensión de tal logro es tan primordial para ellos, sienten tanta necesidad por cubrir, que suelen suceder dos cosas:

Lo que más se desea, al vivirse como premio final, se convierte en lo que más se teme. Conseguirlo es terminar. ¿Qué queda después?, piensan inconscientemente. Así que se especializan en dejar pasar, en aplazar, en huir de la magia cotidiana. Y se instalan en una magia tonta y prefabricada en la que, por supuesto, nadie termina de encajar a su antojo. El misterio de la vida les aterra. Así que sólo juegan a ser misteriosos. Se vuelven cobardes. Dosifican el placer hasta que lo extinguen. Prefieren soñar con un ideal que, sin embargo, no saben realizar en sí mismos.

También puede suceder lo opuesto. A veces es tal el afán, el impulso por alcanzar esa meta inventada y absurda, que algunos se emparejan lo antes posible para calmar la ansiedad, para sentirse seguros, para no sentir que han fracasado en la búsqueda. Se conforman con poco. No se quieren y, por eso mismo, no saben querer. Sólo utilizan al otro para saciar su sed de pareja. Entonces, una vez conseguido, los miembros se acomodan y se encierran en la propia relación. La manifestación del amor se agota en ellos. Y la relación muere, o se convierte en tristeza.

Pero existe otra forma de encontrarse y compartir con alguien. Como un principio continuo, y no como el final de nada. Según la alquimia, el dos produce el tres. Una pareja no son sólo dos personas que deciden caminar juntas. Son un centro de creación, de apertura hacia el mundo. Son un laboratorio mágico, cuyo sentido es la transformación y evolución de la realidad. De dos consciencias unidas a través del amor nace una tercera, más profunda y compleja que la mera suma de ambas. Una mezcla única. Una pócima poderosa.

Toda pareja supondría, así, la apertura de una puerta misteriosa, el comienzo de una camino impredecible, la unión de dos felicidades completas, como dos varitas mágicas, para expandir la sabiduría a través de una nueva familia, o de una nueva obra, o de ambas. Es decir: a través de un nuevo universo. La pareja sería un punto de partida, una explosión infinita.

Si ambos miembros son conscientes de esto, entonces se tiene un profundo respeto por la individualidad, por la libertad del otro; porque ese es, precisamente, el tesoro a compartir en la gran obra mutua, el ingrediente necesario de cada uno. Nada se sacrifica. Todo se enrriquece y se expande. Se crea una confianza capaz de unir más allá de las formas. Se deja de competir. Desaparecen para siempre los celos, el miedo. Cada día es un inicio. No hay necesidad que colmar. El amor lo inunda todo. Se comienza a dar al mundo los frutos del amor personal que se vive en privado. Se des-cubre que toda intimidad se transforma en algo universal, y que se está al servicio de un misterio mayor. El amor, la creatividad, la alegría... todo se multiplica. Y si un día la relación termina, no lo hace el amor. La separación, aunque sea definitiva, aunque las personas jamás se volvieran a ver, se convierte también en un bello principio. Porque se tiene la certeza de que la muerte no existe.

Aquí estoy. Desnudo ante ti. No hay meta que alcanzar. El viaje es interminable, hasta que queramos, o siempre. Hoy empieza todo entre nosotros, y nosotros dedcidimos cómo. Soy transparente porque no tengo miedo y, aunque no nos conoceremos nunca, soy capaz de inventarme contigo, continuamente. No voy a medir los tiempos, ni el deseo, ni voy a llevar la cuenta de nada. Confío plenamente en ti, porque confío plenamente en mí. Jamás podré perder nada porque lo soy ya todo. Y mi corazón, al no protegerse, siempre está a salvo. Eso es lo que "yo" llamo: la gran colaboración.

Consciencia corporal: La importancia de introducirla a lxs hijxs

Vivimos en un momento y en un lugar donde a menudo tenemos conciencia de lo que hacemos, de lo que queremos, o de lo que deseamos (o más o menos!)… pero también demasiado a menudo, no tenemos mucha conciencia sobre lo que somos y sobre lo que necesitamos. Cuando hablo de conciencia de lo que somos me refiero a qué soy más allá del cuerpo y a lo que soy corporalmente. El espacio que ocupo, cómo me muevo, cómo me siento físicamente, y también, obviamente, cómo me siento emocionalmente, cómo estoy,… pero no es de las emociones de lo que quiero hablar hoy.

Hoy os quiero hablar del cuerpo. Esto que nos transporta, que nos aguanta y que nos ayuda a llegar a donde queremos ir, eso que es tan importante y que descuidamos tanto. Proyectados en el HACER como estamos, nos cuesta escuchar el cuerpo. Cuando me planteaba la idea de ser madre, algo que tenía claro es que quería transmitir a mis hijos la importancia de saberse escuchar. Sobre todo para no terminar como yo, que durante unos años no hacía mucho caso de lo que el cuerpo me decía y trabajaba por encima de mis posibilidades, iba cansada por encima de mis posibilidades y estar enferma me suponía un auténtico descalabro.

Os cuento todo esto por si os puede ser útil para vosotros y vuestros hijos. Os animo a plantearos, a reflexionar sobre qué relación tenéis con el cuerpo. Preguntaros si lo escucháis cuando os habla, si lo ignoráis, porque más bien estorba lo que os dice o si, simplemente, ni lo sentís. Preguntaros (en relación a vuestro hijo) qué relación tiene con su cuerpo. Si le cuesta parar, si le cuesta estar enfermo, si le cuesta atenderlo y cuidarse como su cuerpo se merece… ¿Qué relación tenéis en casa con la conciencia corporal? Familiarmente, os abrazáis, os dáis masajes? Cuando estáis cansados, seguís hasta reventar o paráis cuando el cuerpo os lo pide? Dormís las horas que el cuerpo os dice que necesitáis o siempre encuentráis algo mejor que HACER?

Las respuestas os pueden sorprender.

Con un bebé, lo primero que podemos hacer para que vaya tomando conciencia del cuerpo que tiene, del espacio que ocupa, de su volumen, etc… es darle masajes. Tantos como quiera! Tantos como disfrutéis! No sólo os ayudarán a la hora de vincularos, haceros más cómplices y amaros con cada caricia un poco más, sino que le ayudarán a saber hasta dónde llega su mano, como son de largas sus piernas… aunque todo sea a nivel inconsciente.

Más adelante, a medida que vaya creciendo y sin olvidar el masaje, con las palabras podremos ir explicando a nuestros hijos lo importante que es relajarnos, aflojar las piernas cuando están demasiado tensas, parar el movimiento, respetar las horas de descanso para que el cuerpo no tenga que enfermar.

Y en caso de enfermedad, explicar que el cuerpo se está haciendo fuerte y que necesita parar, dormir, hacer fiebre o lo que sea, para ir superando lo que le haya tocado vivir. Si podemos permitirnos que durante unos días no vayan a la guardería, al cole, y que puedan detener la actividad, podremos ayudar a que su cuerpo se recupere de verdad y pueda, cuando sea la hora, volver a la actividad.

Puedo decir que con Laia hace años que estamos en esta etapa y que ahora, que tiene cinco años y medio, me gusta ver los frutos de haber introducido la conciencia corporal desde el inicio. Me gusta ver como se conoce el cuerpo y sus necesidades. Como sabe parar y arrancar. Quizás lo más difícil es la parada por la noche, la hora de acostarse y poder ir disminuyendo el nivel de actividad. La tendríais que ver a veces saltando en la cama justo antes de ponerse a dormir… hay días que no acabar la paciencia es casi trabajo imposible. Pero cuando finalmente se ha conseguido tumbar, intento guiarla por una relajación, para que se pueda ir soltando y pueda ir entrando en sueño profundo. Hay días que es más fácil y días que menos, pero en general, creo que el resultado es muy positivo. También lo que explica sobre cómo se siente y cómo se nota el cuerpo cuando está cansada o enferma…

Conciencia corporal acompañada de palabras para ir pudiendo entender qué significan tantas sensaciones…

En el fondo todo es lo mismo: respeto. En este caso, respetarse a uno mismo. A menudo estamos muy dedicados a explicar a nuestros hijos que respeten a los demás, pero también a menudo nos olvidamos de transmitirles la importancia de que se respeten a sí mismos.

Y aquí también entramos nosotros. Los niños son unos grandes imitadores y les será mucho más fácil respetarse si ven que sus padres se respetan entre ellos (por supuesto) y también a sí mismos.

Y os podría poner muchos ejemplos, quizás el más fácil es el de cuando nos ponemos enfermos. Respetamos la necesidad de nuestro cuerpo de descansar y recuperarse o no paramos de trabajar, de hacer, de salir, mientras nos anestesiamos con medicamentos de esos que no hacen gran cosa más que dejarnos seguir haciendo: tapan los síntomas pero no la enfermedad, pero al menos podemos seguir con nuestro día a día intacto… Los hijos ven cómo nos comportamos cuando estamos enfermos, cuando estamos cansados… y quizá lo imitan cuando ellos se sienten igual.

Revisemos nuestro cotidiano familiar en estas situaciones y si es necesario, aprovechemos para hacer algunos cambios. Seguro que nos sentarán muy bien a todos. Y eso, el transmitir a los hijos el respeto hacia el propio cuerpo, hacia uno mismo a todos los niveles, será un gran legado que los dejaréis.

Si yo me respeto, detectaré fácilmente cuando alguien no me respeta y no lo permitiré. Si yo no sé qué es respetarme, es posible que tampoco me dé cuenta cuando alguien abusa de mí y me trata sin respeto.

http://www.aflordepell.cat/

martes, 20 de enero de 2015

En la belleza de no hacer nada

Nunca me gustó mucho hacer mucho. Esa apariencia de actividad que se suele premiar y admirar me pareció siempre inerte, tonta e inútil. ¿A dónde van todos con tanta prisa? Parece como si dieran por sentado el hecho de estar vivos, como si eso no les sorprendiera o ni siquiera repararan en ello, pensaba. Nunca quise ser un hombre de provecho. Sentía que ya había demasiadas cosas hechas en el mundo. Más bien habría que des-hacer. Quedarse desnudo y quieto. Ver. Regresar. Destapar la inocencia primordial que hemos enterrado bajo toda esa basura que llamamos educación y experiencia.


En casa de mi madre hay un sofá frente a una ventana. A veces me gustaba tumbarme en él durante horas y observar los árboles hasta que era capaz de ver el aire que los rodeaba, movía, definía, y contenía. El aire entre el árbol y esto que llamamos "yo". Y después "yo" en el aire, el aire en el árbol, y "yo" en todo. Uno. Me adentraba así profundamente en el milagro de la percepción. Siento que esa costumbre me hizo ser cada vez más consciente del estar, del ser, y no caer en la obsesión del hacer. Años después descubrí que algunos llaman a eso meditar, la vía de la no acción. Los adultos de mi entorno lo llamaban vaguear. Y cuando oía a mi madre y a su pareja llegar por el pasillo, desde el portal, me levantaba rápido del sofá para no escuchar ningún comentario sobre cómo perdía el tiempo. También solía encerrarme en mi habitación y finjir estudiar, o escribir, o leer. Y de alguna manera era verdad: Estudiaba la realidad, leía cada uno de mis pensamientos, y escribía en mi cerebro pócimas mágicas para el resto de mi vida. Pero aparentemente no hacía nada. Me quedaba tumbado en la cama mientras entraba en la paz.


Aquellos adultos insistían en empujarme a la acción. Parecía que les inquietase asistir a cómo un ser humano era capaz de detenerse en medio de todo ese estrés, de todo este tinglado que han montado para no tener que enfrentarse a lo que en realidad les importaba. Proyectaban en mí sus sueños frustrados y, sin saberlo, proyectaban también sus propias capacidades que nadie les había enseñado a reconocer en sí mismos. Querían cumplirse, realizarse a través de mí. Les gustaba no entender que alguien de mi supuesta inteligencia y con mis posibilidades no hiciese lo que ellos creían que debía hacer con ello, lo que ellos hubiesen querido hacer de sentir que tenían esos supuestos dones o privilegios. "Tú podrías hacer dos carreras a la vez, trabajar, y además hacer lo que te gusta si aprovecharas el tiempo". Solían decirme cosas como esta. Contraponían así el placer al estudio, y además presuponían que si uno es capaz de hacer algo ese algo se convierte por ello en un deber moral. ¿Para qué querría hacer todo eso aunque pudiese hacerlo? Uno es capaz de hacer muchas cosas. Uno es capaz de quitarse la vida, o matar a alguien. ¿Y qué? Claro que puedo hacerlo. Claro que podría haber sido un ejemplo de actividad y tener una vida llena de cosas por hacer. ¿Para qué? No sentía la necesidad de mirar hacia otra parte. Me gusta la vida sencilla, sin apenas adjetivos. No me gustan los adornos.


A Yann Andrea, compañero de Marguerite Duras, le preguntaron en una recepción oficial, durante la cena, a qué se dedicaba. Imagino que se hizo un silencio en la mesa. Muchos sabían que aquel chico había dejado todo, había renunciado incluso a su identidad, y se había dedicado sólo a ayudar y acompañar a Marguerite, y seguro que algunos se burlarían de él entre ellos o le juzgarían. "No hago nada", contestó. Imagino otro silencio. Y Marguerite gritó de repente: "¡Bravo! Eso es. No hace usted nada. Hay que tener valor para decir esas cosas". Desde que escuché esta historia comencé a responder lo mismo cada vez que alguien me hacía esa pregunta. Me di cuenta entonces: Antes, cuando alguien me preguntaba, al responder sentía que sólo justificaba mi profunda inactividad y mi falta de metas concretas. Pero ahora me sentía libre: "Nada. No hago nada". Y ese mantra, poco a poco, fue configurando un nuevo mapa neuronal en este pequeño cerebro. La creencia en el deber de ganarme la vida, como si no fuese mía por el mero hecho de existir, fue disuelta; y en mi mente se abrió una ventana inesperada a lo innombrable, por donde la energía universal e infinita pudo entrar.


Entonces des-cubrí una nueva clase de acción. Una acción que sucedía a través de mí sin que mi "yo" interviniera en ello. Es más: una acción que sucedía gracias a que mi "yo" decidía no hacer nada. Las palabras que contestaba para tranquilizarme eran ahora verdad, habían colapsado mi "realidad". No hacía nada. Y entonces todo comenzó a suceder, todo era posible. De cara a los demás, aparentemente, David empezaba a hacer muchas cosas. Pero "yo" sabía que lo único que sucedía es que mi ego no impedía que las cosas sucedieran. Esta acción es radicalmente distinta a la que solemos ensalzar y sostener a expensas de nuestra salud. No consiste en hacer, sino en no impedir que el universo manifieste a través de nosotros lo que sólo a través de nosotros puede manifestar. Somos traductores únicos e irrepetibles del misterio aquí, en esta ilusión apasionante que es el mundo de las formas. Hallar el sentido de la vida consiste en dejar de interferir. Todo está ahí desde siempre. Pidiendo voz. Pidiendo una salida. El "tiempo" que eso lleve lo dictará la naturaleza, igual que un embarazo. No depende de ninguna decisión consciente que puedas tomar. Todo lo que se hace a través de mí es consecuencia directa de lo que nunca hice.


Ahora disfruto de ese aparente "no hacer nada". Mi ego no siente la necesidad de hacerse visible a los demás egos continuamente. No hay nada que hacer. No tengo metas. La voz mental se ha callado. No hay culpa ni deberes. No mendigo aprobación. La felicidad que todos somos está ya des-cubierta en mí para siempre. ¿A dónde llegar si ya estoy en todas partes? ¿Qué conseguir si poseo el universo entero? Buscar eso que llaman excelencia es para mí como buscar al buscador. Si es momento de estar tumbado y mirar por la ventana está bien. Si es lo único que hago en la vida estará bien. Si es momento de amarte está bien. Si es lo único que hago en la vida está bien. Si es momento de cambiar el mundo está bien. Aunque... ¿cuándo no cambia uno el mundo?


Las metas, los proyectos, me piden existir, pero no son míos. Nunca he estado tanto tiempo sin escribir en este cuaderno. Entregado a emociones nuevas, asistiendo a cómo mi alma cambiaba a través del amor, me he estado ocupando de expandir la consciencia en cierta dirección esta vez. Todo cuanto aprendo es la semilla de aquello que emana después de este ser que escribe. Te invito a que no hagas nada, a que pruebes, a que pares y escuches. Harás del mundo ese lugar que deseas, sea el que sea. Cuando no puedas evitarlo, cuando sientas que algo pide ser hecho por ti, sin que tu mente esté pendiente de lo que pensarán los demás, sin que creas que debes hacer esto o lo otro, entonces no impidas que eso se haga. La prueba de que algo debe existir es el profundo deseo. El deseo es la petición del universo. Tu idea del mundo no es el mundo, pero es necesaria para componer el mundo. Por eso existes. Porque el mundo está deseando transformarse a través de cada uno de nosotros. Está deseando que se lo permitas, que se lo permitamos. Estas palabras son el regalo, por ejemplo, que una fuerza misteriosa ha decidido haceros hoy a través de este ser. "Yo" no he podido hacer nada. "Yo" no tengo nada que ver con todo esto. Sólo sentía que era algo que no podía retener, que clamaba por ser dicho. Si lees hasta aquí seguramente no has tenido que hacer un esfuerzo tampoco. Simplemente era algo que necesitaba ser leído a través de ti. Nadie tiene que ver nada con todo esto. No hay nada que temer entonces. Des-cansa.

David Testal

domingo, 18 de enero de 2015

La evolución humana con perspectiva de género: un combate por la objetividad



El ámbito de la evolución humana constituye un campo de investigación multidisciplinar, la Paleoantropología, sumamente polémico y en constante estado de ebullición y cambio. De hecho, el mundo relacionado con nuestros orígenes ha revelado una notable complejidad y generado acalorados debates desde el mismo momento en que la teoría de la evolución fue aceptada por la comunidad científica.
Australopithecus afarensis

El tema está sujeto a múltiples desavenencias porque se trata de un aspecto del pensamiento biológico con tendencia a la subjetividad, algo que, por otro lado, hoy en día se reconoce a prácticamente todo trabajo científico. Pero además, la interpretación de los orígenes humanos se ha visto sobrecargada con un considerable sesgo de género. Aclaremos que con el término «género» hacemos referencia no sólo a las diferencias biológicas entre uno y otro sexo de la especie humana, sino también a las diferencias sociales y culturales atribuidas a las personas en función de su sexo.

Es revelador tener presente que la Paleantropololgía es una disciplina científica de reciente creación (principios del siglo XX) y, prácticamente hasta la década de 1970, la inmensa mayoría de estudiosos dedicados a la materia fueron hombres. Tal situación ha provocado que la interpretación de nuestra historia evolutiva haya estado polarizada por un notable androcentrismo, esto es, la identificación de lo masculino con lo humano en general. En este contexto, y a pesar de la gran variación de modelos explicativos propuestos a lo largo de los años, ha habido un denominador común: otorgar al sexo femenino un papel muy poco relevante en tan significativo proceso.

Hasta hace sólo unas décadas, los estudiosos consideraron a las mujeres como simples participantes pasivas en el cambio evolutivo, y se limitaron a relegarlas al papel de parir, alimentar y cuidar a sus crías. Mientras que, por el contrario, los hombres fueron descritos como responsables de muchas de las innovaciones que nos definen como humanos, por ejemplo, el surgimiento del andar bípedo, el agrandamiento del cerebro, la fabricación de herramientas, la comunicación cooperativa o la representación simbólica.

Así pues, no debe extrañarnos que las investigaciones relacionadas con nuestra evolución hayan arrastrado, y aún lo hacen, el convencional sesgo sexista que durante siglos ha impregnado al mundo académico y a los modelos que produce. En realidad, los estudios evolutivos no se han movido en el vacío, sino inmersos dentro de la misma línea que la historia cultural de Occidente. De hecho, todos arrastramos un «equipaje»: importa nuestro género, igual que importa quiénes fueron nuestros maestros, dónde estudiamos, cuándo estudiamos, cuál es nuestra religión, nuestra herencia cultural, y demás. Como ha señalado, entre otros, la bióloga estadounidense Ruth Hubbard: «No existe tal cosa: una ciencia objetiva y libre de valores».

Cabe pues afirmar que el sesgo androcéntrico que ha lastrado a los estudios sobre la evolución humana ha estado presente desde que Darwin colocó a la humanidad dentro del marco evolutivo. El reconocido y admirado padre de la teoría de la evolución, siguiendo una tradición que venía de antiguo, admitió sin reparos, al menos públicamente, la superioridad del hombre frente a la mujer como una característica indiscutible de la naturaleza. Nos parece de interés poner de manifiesto el profundo sexismo que impregnó el pensamiento darwiniano, uno de los más influyentes en la historia de la biología.
La teoría de Darwin dejó a las mujeres en la cuneta de la evolución

La revolución darwiniana, que cambió tantas cosas y barrió tantos prejuicios de las ciencias naturales, no modificó casi en nada la visión mantenida durante siglos acerca de la inferioridad «natural» de las mujeres con respecto a los hombres. El único cambio destacable en este sentido fue que las diferencias jerárquicas entre los sexos humanos, antes atribuidas al dios o dioses, se imputaron ahora a la ciencia.

Aunque muchos han culpado al naturalista inglés de la minusvaloración evolutiva del sexo femenino, numerosos expertos afirman hoy que fueron principalmente algunos de sus exaltados seguidores —«más darwinistas que Darwin»— los que defendieron a ultranza y con más énfasis tal marginación. No obstante, El origen del hombre,el libro en que Darwin dedicó más espacio a las mujeres, fue un claro reflejo del intento de su autor por convertir en «verdad científica» ese prejuicio ancestral: las mujeres «por naturaleza» son inferiores a los hombres. El científico afirmaba que muchas de las facultades típicas del sexo femenino (intuición, rápida percepción y quizás también las de imitación) «son propias y características de razas inferiores, y por lo tanto corresponden a un estado de cultura pasado y más bajo.»

En contraste con estas características femeninas, subrayaba que «el hombre desarrolló facultades mentales superiores, como la observación, la razón, la invención o imaginación» que, finalmente, lo hicieron superior a la mujer en todos los terrenos. Concluía Darwin: «en cuerpo y espíritu el hombre es más potente que la mujer.»

Para explicar la supremacía masculina el célebre británico, y la mayor parte de sus innumerables seguidores, recurrieron a las distintas funciones que cumplían los dos sexos de la especie humana. Puesto que la función natural de los hombres era mantener y proteger a las mujeres y a sus crías, debían luchar por la supervivencia en actividades peligrosas que exigían gran inteligencia. Esta obligación de cuidado y abastecimiento fue el motor que llevó a que ellos desarrollaran gran coraje, agresividad y energía.

La naturaleza, por el contrario, exigía menos a las mujeres ya que, siendo su única actividad la procreación y la crianza, su papel era puramente físico. Ellas apenas luchaban, su provisión de alimentos al grupo era secundaria, no tenían que resolver situaciones nuevas ni enfrentarse a riesgos, desafíos, etc. La reproducción y el cuidado de la prole sólo exigían cualidades maternales pasivas y domésticas. Apoyado en estos razonamientos, Darwin argumentaba que el valor de una mujer radicaba en sus órganos reproductores. Y, dado que ni el desarrollo de una criatura en el vientre, ni el parto o la producción de leche dependían de la capacidad femenina para pensar, ellas no requerían que su cerebro y sus mentes evolucionaron a una velocidad igual a la de los varones.

El razonamiento darwiniano sostenía, además, que los hombres en general habían adquirido la capacidad de pensar primero; como este rasgo resultó crucial para la supervivencia luego pasó a las mujeres, lo que permitió que ellas también evolucionasen. En otras palabras, gracias a que niñas y niños heredan los caracteres de forma equivalente, la evolución corrió pareja para ambos sexos. En este sentido, reflexionaba el naturalista: «si no fuera por la ley de igualdad en la transmisión de la herencia, la diferencia física e intelectual que nos separa de las mujeres aún sería mayor de lo que es.»

Sólo al hacer referencia a la reproducción, en el capítulo IV de El origen del hombre, Darwin atribuía a las mujeres un papel evolutivo de importancia. Según el científico, en la mayoría de las especies los miembros de un sexo, usualmente el masculino, compiten entre ellos para tener acceso al apareamiento con el otro sexo. Pero, también consideraba que las predilecciones de las hembras a la hora de aceptar compañero tenían influencia: los machos elegidos conseguían un éxito reproductor mayor en comparación con aquellos que no eran elegidos. Al respecto dejaba escrito: «En el cortejo, de los dos sexos el macho es el miembro más activo. La hembra, por otra parte, con muy raras excepciones, es menos impaciente que el macho […] ella [aunque] tímida y pasiva, en general ejerce alguna elección y acepta a un macho prefiriéndolo sobre otros […]. El que la hembra ejerce alguna elección parece una ley casi tan extensa como la vehemencia del macho.»

Es evidente que el núcleo de la tesis darwiniana contenía una contradicción: el sexo femenino lleva a cabo la elección sexual pero al mismo tiempo su actitud es de gran pasividad. Se trata de una paradoja que apenas se discutió cuando el libro salió a la luz. Más bien al contrario, se pasó por alto. De hecho, los esfuerzos se concentraron en subrayar el papel subordinado en que el gran científico había colocado a la mujer.

Finalmente, es interesante insistir que El origen del hombre(1871) generó entre la comunidad científica y en la sociedad en general, tanto en la época en que se publicó como con posterioridad, un alud de discusiones y un sinfín de réplicas. No obstante, en lo que respecta a la situación de las mujeres, salvando las últimas décadas, casi no ha habido polémicas que alcanzaran al gran público, sino una tácita aceptación mayoritaria de las tesis darwinianas. En realidad, tampoco debe extrañarnos demasiado puesto que dichas tesis apenas cambiaron las concepciones dominantes y nadie se sintió, al menos abiertamente, ofendido o sorprendido ante el contenido sexista de la obra de tan afamado autor.

En la actualidad, aunque considerablemente menos extendido que antaño, el androcentrismo todavía persiste. Y no se trata de una anomalía marginal. Como tan bien ha señalado la ensayista estadounidense Adrienne Rich: «la objetividad es el nombre que se da en la sociedad patriarcal a la subjetividad masculina».

De: Carolina Martinez Pulido en Mujeresconciencia

El negocio oculto de las cárceles

Grandes empresas, como El Corte Inglés, Banco Santander, Telefónica o ACS, y muchos Ayuntamientos, se benefician del trabajo, apenas remunerado, de miles de presos de las cárceles españolas. También la familia Pujol-Ferrusola, que tiene tras las rejas otro de sus oscuros negocios.

El mundo de las cárceles en España es un tema tabú, del que muy poca gente, salvo los que tienen familiares dentro, conoce su verdadera realidad. Como ocurre en nuestro mundo, del sufrimiento de los demás siempre hay alguien que obtiene provecho económico. Eso ocurre también intramuros. Los presos se han convertido en los nuevos esclavos del siglo XXI porque el Estado de Derecho se suele estrellar con los muros de las prisiones, como dice en una entrevista en este mismo número la abogada Charo González.

El negocio de las cárceles ha sido denunciado en numerosos foros de Internet, en publicaciones radicales o de apoyo a presos y en blogs de escasa repercusión. Los medios de masas casi nunca recogen noticias que pongan en duda a la institución penitenciaria. Sin embargo, lentamente, gracias sobre todo al testimonio de presos y organizaciones humanitarias o de apoyo a los reclusos, va emergiendo la información a la superficie.

El Organismo Autónomo de Trabajo y Prestaciones Penitenciarias (OATPP), dependiente de Instituciones Penitenciarias, funciona como una empresa de trabajo temporal (ETT) y tiene a más de 12.000 presos trabajando en unos 200 talleres. A ellos hay que sumar los que están bajo el control del CIRE (Centro para la Iniciativa de la Reinserción) de la Generalitat catalana, que va por libre. Los internos están cobrando sueldos ínfimos, no tienen derechos laborales y están generando una producción por valor de millones de euros con grandes beneficios para las empresas que los utilizan y que además tienen la ventaja de que se ahorran el pago de luz, agua, teléfono e incluso parte de las cuotas de la Seguridad Social, que corren a cuenta de la Administración; y todo ello gracias a los convenios con la OATPP.

El número de reclusos “trabajadores” aumenta año a año y se ha multiplicado por tres en tan solo una década. En teoría estos organismos que contratan presos para el exterior hablan de “programas de reinserción”, aunque lo cierto es que se ha convertido en un negocio lucrativo para muchas empresas. En la memoria de Instituciones Penitenciarias de 2012 se mencionan unos beneficios en todo el Estado de cinco millones de euros (con ventas de 162 millones) gracias a la actividad productiva de los internos de todas las prisiones: un total de 12.217, de los cuales 3.119 producían para empresas privadas.Cien empresas, quinientos clientes

Amadeu Casellas estuvo preso en las cárceles españolas durante más de veinticinco años y acaba de publicar el libro Un reflejo de la sociedad. Crónica de una experiencia en las cárceles de la democracia, en el que denuncia con nombres y apellidos a los que se enriquecen con los reclusos. Entre ellos están la familia Pujol-Ferrusola, Telefónica, El Corte Inglés, ACS, el Banco Santander y Ayuntamientos de toda España, pero hay muchos más.

El más llamativo es el de la familia Pujol-Ferrusola, porque entre sus negocios también está este penitenciario, aunque no ha salido a la luz tras destaparse el escándalo sobre las actividades de la saga. Marta Ferrusola, esposa del ex presidente Jordi Pujol, estuvo en la directiva del CIRE a finales de la década de los noventa, aunque nunca se la veía por su despacho. El ex recluso Amadeu Casellas la denunció en su día sin éxito ante la Fiscalía porque decía que cobraba un “sueldazo” sin acudir a su puesto de trabajo. Por otro lado está la empresa Servivending, que suministraba productos y máquinas expendedoras al CIRE y que al parecer fue puesta en marcha por uno de los hijos de Jordi Pujol, aunque actualmente solo aparece como administrador único Manuel Antolín Aznar.Según fuentes que investigaron al CIRE, la familia Pujol estuvo desde el principio en esta entidad. Se les conoce también un negocio de flores dependiente de esta institución. Estas iniciativas pronto pasaron a otras manos porque, según las citadas fuentes, “los Pujol ponían en marcha el negocio y luego lo vendían”. 


El Corte Inglés se enriquece con los presos por partida doble. Por un lado los tiene trabajando para sus tiendas en unas condiciones precarias y por otro lado son luego los propios reclusos los que adquieren esos productos. La multinacional de Isidoro Álvarez suministra sábanas, mesas, camas, bandejas de comida, sillas, ropa para penados y funcionarios, mantas, colchas y hasta los lotes higiénicos. Y son los presos los que están fabricando todo el material textil con sueldos que no pasan de 200 euros al mes. También Correos usa presidiarios como mano de obra, cobrando menos de 12 euros por ocho horas de trabajo.

Otras muchas empresas y sectores se nutren de la mano de obra barata de las cárceles. Por ejemplo, el de fabricación de automóviles. En las cárceles se fabrican los salpicaderos de Seat, Volvo y Renault. También se producen las pastillas de frenos de casas muy conocidas como Jurid. En Lleida los presos le fabrican a la bodega Raimat cajas de fruta de madera y cartón. Hay imprentas donde se hace casi todo el material de los juzgados y audiencias de Cataluña. En Girona, los presos confeccionan con sus manos los álbumes de fotos que fabrica la empresa Manuart.

Otro de los que saca tajada del negocio de las cárceles es el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, a través de su empresa ACS. Construye las cárceles y después cobra el alquiler, como es el caso de Brians 2, la prisión de Manresa, la de Figueras, la de Tarragona y muchas más por todo el territorio español. Por cada una de ellas, dice Casellas en su libro, “cobra al mes más de un millón de euros”. Florentino Pérez fue uno de los constructores que se benefició del Plan de Creación y Amortización de Centros Penitenciarios que supuso la construcción de 46 nuevas infraestructuras penitenciarias en el periodo 2006-2012, con una inversión de 1.647,20 millones de euros, además de otros 1.504 millones ya aprobados por anteriores Consejos de Ministros. Otras empresas que también se han beneficiado son COMSA y Ferrovial. De la primera, su consejero delegado es Josep Miarnau, mientras que Ferrovial está presidida por Rafael del Pino Calvo-Sotelo. También participan del reparto del pastel FCC, grupo de empresas de las hermanas Koplovitz.

Otros productos que hacen los presos son los mosquetones para practicar la escalada y el rápel. También hay trabajos para empresas externas de carpintería metálica, confección industrial o cultivo en invernadero, a los que hay que añadir las tareas para las propias prisiones, como cocina, panadería, mantenimiento, jardinería y lavandería.

Telefónica hace también negocio a costa de los presos, pues mantiene una situación de monopolio. Ello es posible porque todos los reclusos deben comprar obligatoriamente las tarjetas de Telefónica para llamar a su familia, amigos, abogados, etc. Cada tarjeta cuesta un mínimo de 5 euros y pueden hacer dos llamadas a móvil si llaman dentro del territorio español. Si es al extranjero, el coste de la llamada se dispara. Los presos pueden llamar cinco veces a la semana con un coste mínimo de 10 euros semanales por preso. Como en España son más de 60.000, calcúlense los beneficios.

En Euskadi los presos trabajan para Eroski y Citroën. En Cataluña el Grupo Codorniu tiene a condenados trabajando para bodegas de Lleida. Otras empresas que utilizan la mano de obra barata de los presos son Saveco, Valeo (automóviles) y Asimelec (electrónica y comunicación).

Además OATPP tiene contratos con Ayuntamientos de toda España y todo signo político. Las Cámaras de Comercio de muchas provincias firman convenios con esta entidad. También tiene convenio con las cárceles la Confederació d’Associacions Empresarials de Balears (CAEB).

Se calcula que más de 100 empresas y 500 clientes particulares contratan presos, aunque la cifra real es difícil de conocer ya que los datos no se hacen públicos y no aparecen en el BOE. En este sentido hay que mencionar al blog en apoyo a los presos, Punto de Fuga, que está haciendo un meticuloso trabajo de investigación sobre estas empresas.

Las denuncias sobre explotación de presos empiezan a ser cada vez más numerosas. La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía informó recientemente de que unos 12.000 reclusos están empleados en la cárcel con sueldos de hasta 0,5 euros a la hora y entre 80 y 300 euros al mes. Señalan que la vulneración de derechos laborales de los presidiarios es “un problema casi desconocido” que niega horas extra o vacaciones y “aporta un subsidio de desempleo máximo de 100 euros”.Otras fuentes coinciden en que los presos empleados no tienen pagas extraordinarias, horas extra o vacaciones ni por supuesto posibilidad de denunciar su situación a través de los sindicatos, porque éstos están ausentes de las cárceles. Al obtener la libertad, por haber cotizado, no disfrutan del subsidio de excarcelación –426 euros, hasta en 18 meses– sino de la prestación por desempleo que apenas llega a los 100 euros, por lo que muchos internos prefieren no trabajar. Los salarios, según estos informadores, oscilan entre los 120 a los 150 euros al mes, con horarios de 8 horas diarias, cinco días a la semana. 

El Banco Santander hace caja

Valentín Matilla González es un ex recluso que estuvo tres años en Villabona (Asturias) y fue excarcelado en noviembre de 2013. Corrobora lo que publica Casellas: “Hay negocios en todas las cárceles, pero solo algunas se consideran ‘productivas’, porque fabrican para empresas”. No es el caso de la prisión de Villabona, pero sí, por ejemplo, de la del Dueso (Cantabria), “a la que todos quieren ir porque trabaja con muchas subcontratas y hay mucha indigencia. Para que te trasladen tienes que portarte bien y por supuesto hay tráfico de influencias”.

Habla de El Corte Inglés, el suministrador “oficial” de los objetos de consumo de los presos: “Si un interno quiere tener una televisión, no puede ir al mercado libre, sino que tiene que comprarla en El Corte Inglés”. El sistema es el siguiente: aparece por las cárceles cada 15 días lo que los internos llaman “el demandadero”, que recoge las necesidades de productos y objetos de los reclusos. Luego acude a El Corte Inglés a por ellos.

También el Banco Santander se beneficia de una situación de monopolio porque los presos solo pueden tener sus ahorros en la entidad de Botín. Incluso, si se mandan transferencias, tienen que ser a través de este banco.

Los presos gastan e ingresan a través de una tarjeta vinculada al Santander. Pueden ingresar un máximo semanal de 100 euros, lo que ocurre habitualmente los miércoles. Si, por ejemplo, el ingreso se hace un jueves, hasta el siguiente miércoles no se cobra, “así que imagínate qué negocio hace el Santander con el dinero de todos los presos de España durante los días que no pueden hacer uso de él”.

Matilla conoció a muchos presos que venían de otras cárceles españolas y le contaron los negocios de cada localidad. Pone el caso de Alcalá-Meco, en el que un director trasladó la panadería de la prisión al exterior para aumentar el negocio.

En el Centro de Integración Social (CIS) de Villabona se preparan los destinos remunerados para algunos internos. Por ejemplo, para el sector de limpiezas, en el que la remuneración es de 150 euros mensuales. En la cocina las condiciones laborales “son un escándalo”, según Matilla, en referencia a las largas jornadas y la escasa remuneración. Luego están los cursos de jardinería remunerados que se realizan a través de convenios entre instituciones penitenciarias y muchos Ayuntamientos españoles. Los presos aseguran que no existen tales cursos, sino que son enviados a trabajar igual que los empleados municipales, cobrando unos 300 euros mensuales con la misma jornada laboral que sus compañeros; además, aseguran, tienen que pagarse el transporte.

El Ayuntamiento de Langreo fue el primero de Asturias que firmó un convenio con la prisión de Villabona a través del CIS. En teoría los reclusos trabajan en un taller de formación para aprender un oficio y luego reinsertarse en la vida laboral. Lo cierto es que no es así. Son peones utilizados (sin recibir ninguna formación) en las tareas de jardinería del Ayuntamiento. No está con ellos ningún monitor o formador sino que son grupos de 3-4 personas acompañados de un empleado municipal que les indica la tarea a realizar.

Los presos con los que contactó esta revista aseguran que para este tipo de trabajos no se hacen nóminas sino que “te dan un papel de mala manera”. En Villabona, dice Matilla, los destinos remunerados “los maneja un tipo, la mano derecha del director de seguridad, que por supuesto funciona por medio del tráfico de influencias, con sus chivatillos y una cola de gente esperando para que les reciba y les de un trabajillo”.

Antiguamente había economatos que ahora han pasado a denominarse “boutiques”. Este cambio de nombre ha supuesto simplemente un aumento de precios de los productos que se venden.Funcionarios a cuerpo de rey

Pero no son solo los empresarios los que sacan tajada de los presos. También se benefician muchos funcionarios de prisiones, que utilizan entidades públicas, como el CIS o el CIRE, desde las cuales se mueven todos estos negocios, muchas veces camuflados como talleres de formación, y cuya filosofía empresarial no es por supuesto explotar a los presos sino “integrarles en el mundo laboral”.

Según Casellas los empleados del CIRE “viven a cuerpo de rey y son parte del entramado que explota a los presos”. ATLÁNTICA XXII intentó ponerse al habla con Instituciones Penitenciarias para preguntar sobre estas denuncias, aunque indicaron que por “vacaciones” nadie podía atender a la llamada de la revista. Lo mismo ocurrió con otro de los organismos denunciados por Casellas en su libro, el CIRE. Su directora, Elisabeth Abad i Giralt, eludió contestar a las preguntas de esta revista, aunque desde el gabinete de prensa mandaron un mensaje en el que afirmaban que el CIRE tiene un objeto más social que económico y que “es una empresa pública de la Generalitat de Catalunya que se ocupa de la reinserción de las personas privadas de libertad, mediante la formación en oficios y el trabajo penitenciario”.Fuente: http://www.atlanticaxxii.com/3107/el-negocio-oculto-de-las-carceles-espanolas

domingo, 11 de enero de 2015

Amar y ser amadxs

Hay un momento en la vida en el que se hace necesario el pararse y reflexionar sobre los acontecimientos que te han llevado a un determinado estado de ánimo. Creo sinceramente que en todxs esta implícito el deseo de amar y ser amadxs, aunque unxs tengan en ese cometido, más suerte que otros.

La mayoría de las veces, el fracaso a la hora de amar y sentirnos amadxs en igual medida, nos llega por el simple hecho de esperar de vuelta lo que damos en igual o mayor medida. No nos damos cuenta cabal de que amar es simplemente eso... amar. Amar sin esperar y amar sin condicionamientos.

Ama de verdad la que lo da todo sin esperar nada a cambio y hace de lo recibido, poco o mucho, una fiesta.

Ama de verdad la que acepta lo amado como es sin desear cambiarlo ni moldearlo a su propio antojo y beneficio.

Ama de verdad la que sabe apreciar lo que le llega y lo bendice y se siente así mismo bendecidx.

Cuando encontramos ese Ser que sentimos especial y cuya alma se amolda a la nuestra y vibra en la misma frecuencia, tendemos a abrazarlo con tanta ansia y fuerza, que lo que logramos es asfixiarlo. Nos dejamos arrastrar por nuestros egos, que nos hace ver cosas que no son reales, nos somete a su tiranía y nos empuja a herir el corazón amado sin darnos cuenta de que al destruirlo nos destruimos a nosotros mismos.

Pero también puede suceder que no sea el ego quien te arrastre, sino el miedo. El miedo a perder al ser que amas, el miedo a la soledad, a no sentirse amadx, a la infelicidad. Es tanta la necesidad de los seres humanos por dar y recibir ese sentimiento, que llevados por el miedo a no lograrlo, lo único que conseguimos es que el amor huya de nuestro lado.

El miedo es tan malo o peor que el propio ego, ya que suele empujar a la persona que siente el temor de no ser amado, a ser anulado. El miedo a perder termina anulando la voluntad y cedemos y cedemos pensando que así demostramos a aquel otro ser al que amamos nuestro gran amor sin darnos cuenta que somos nosotrxs mismxs lxs que entramos en una espiral de destrucción. En una especie de suicido tanto espiritual como humano.

Cuando esto sucede, cuando en el amor se da cualquiera de los dos supuestos, el del ego exacerbado que en todo ve un enemigo de su amor o el del miedo por creer que si no se cede a los deseos de la otrx no sera amadx y respetadx, se crea tal vacío en nuestro interior, que cuando queremos darnos cuenta de nuestro error, no encontramos una salida al infierno en el que nos hemos metido y nos sentimos tan heridxs y perdidxs que ya sólo podemos sentir una gran desolación.

En el amor no caben pues ni el egoísmo ni el miedo. Se puede ser diferente del Ser amado, de echo creo que esa diferencia es lo que conforma la complementación de las almas. Dos piezas del puzzle encajan la una en la otra, sin embargo, no son exactamente iguales y aún así, conforman una parte del todo, que en unión con el resto de piezas, crean la totalidad de la obra, la UNIDAD.

El amor no puede ser exclusivo, aunque tampoco se puede generalizar. Hay que aprender a diferenciar el amor individual, el que se da entre dos seres que se aman y el amor incondicional, que es aquel que se da entre lxs distintos individuxs que conforman la totalidad. Ambos tipos de amor, encajan el uno en el otro sin detrimento de ninguno de ellos, sin anularse ni ser motivo de alarma. Los miembros de una pareja que se aman y complementan, pueden amar incondicionalmente a otros seres, sin que ese amor menoscabe el que sienten la unx por la otrx. Siempre, claro esta, que esa relación de pareja y ese amor que se tienen, este basado en el respeto y la mutua confianza y que ni el ego ni el miedo tengan cabida entre los dos.

Es difícil amar sin caer en el ego y el miedo, tan humanos, tan de andar por casa y es muy difícil amar sin fijarnos en los errores de los demás, por mucho que digamos amarlos y olvidar en un instante todo lo bueno que nos han aportado. Por eso creo, que todxs deberíamos pararnos a pensar en como amamos y nos amamos para no dañar a nadie ni permitirnos ser dañadxs. Así mismo, deberíamos aprender a reconocer nuestras culpas y errores y pedir perdón para poder ser perdonadxs y poder nosotrxs mismxs perdonarnos, pues sin el perdón, las heridas por amor, no nos dejaran seguir avanzando en nuestros caminos y paralizaran nuestro crecimiento espiritual hasta que lo reconozcamos y aprendamos.

Drisana
(7 de enero del 2015)

Copyright©

sábado, 10 de enero de 2015

Vigilando las fronteras del sexo en el deporte



De forma intermitente en los últimos años, hemos presenciado cómo la prensa y las instituciones no respetaban los derechos humanos básicos de intimidad y dignidad de mujeres deportistas a las que se ponía su sexo bajo sospecha.

Por tradición, el mundo del deporte siempre ha sido un espacio masculino y machista que ha partido de dos supuestos: que las diferencias físicas de las mujeres las hacen estar por naturaleza siempre en desventaja y que el deporte las masculiniza. En general, si la práctica y el progreso deportivo confieren hombría y virilidad a un hombre, confirman su identidad de género, en una mujer ponen bajo sospecha su feminidad y heterosexualidad.

Los cuerpos de muchas mujeres deportistas rompen con las expectativas de género y representan una doble amenaza: el acercamiento a los varones en marcas y, lo que es peor, el acercamiento físico. De ahí la irritación que provoca en los medios deportivos la mujer con apariencia y fuerza física “masculina”, con grandes marcas, y que no se pliega al juego de deseos hacia los hombres.

Ello ha llevado a utilizar el término anglosajón “the female apologetic athlete” para referirse a las expresiones de feminidad y heterosexualidad obligatoria de mujeres atletas para compensar una imagen “masculina” de logros en el deporte. Y su complemento: la preeminencia en los medios de comunicación del juicio estético de las atletas, en un contexto de mirada heterosexual, frente a la información sobre su rendimiento, regulando un “necesario” equilibrio entre logros y feminidad.

Pero sobre las mujeres deportistas no sólo recae este peso de la dualidad de género y del sexismo, también la vigilancia de la dualidad sexual. En la década de los 60, el Comité Olímpico Internacional y algunas federaciones internacionales como la de atletismo, decidieron hacer controles de sexo a mujeres deportistas, también llamados tests de verificación de género o certificados de feminidad. Estas pruebas se crearon en el contexto de la Guerra Fría para detectar posibles fraudes de competidores varones que se hicieran pasar por mujeres y así sumar triunfos en el medallero de sus respectivos países. El chequeo sexual consistía en una inspección anatómica realizada por un comité de expertos que examinaba a las deportistas desnudas, con la humillación que ello implicaba. Más tarde, en 1968, se pasó a pruebas menos invasivas como el análisis de la cromatina sexual a partir de la mucosa bucal o, en 1992, el test de la reacción al gen SRY. Se asume, así, que el caleidoscopio sexual formado por cromosomas, hormonas, gónadas, genitales externos, caracteres sexuales secundarios, etc. es único y que todos sus componentes se alinean según un dualismo que responde a los estándares o prototipos del cuerpo sexuado de varón o de mujer.

Nada mejor que el espacio deportivo, donde el cuerpo y la segregación sexual son protagonistas, como laboratorio
donde poder analizar cómo estas complejidades son disciplinadas y forzadas a encajar en dos casillas. Se trata de pruebas sexistas, en tanto sólo se aplican a mujeres, científicamente cuestionadas por su validez, pero fundamentalmente pruebas que atentan contra la autonomía e intimidad sexual de mujeres deportistas acabando en algunos casos, y con ayuda de los medios, con su carrera profesional.

En la década de los 80, la corredora de vallas María José Martínez Patiño luchó para que las autoridades deportivas dejaran de asentar el sexo de las deportistas en los cromosomas, un criterio que injustamente discriminaba a atletas mujeres con insensibilidad a los andrógenos que, como nos ocurre a la mayoría, desconocían las letras que conformaban su cariotipo. No obstante, al leer la prensa de aquella época, nos damos cuenta de hasta qué punto los medios pusieron en duda no sólo su sexo, sino también su género, su deseo y su moralidad. En las noticias se hablaba de su apariencia “complaciente y coqueta”, de su “deseo de casarse y tener hijos”, de sus creencias “católicas y monárquicas” y de sus “coqueteos” con los atletas varones. La vigilancia de sexo se confundía con una vigilancia de género y de deseo heterosexual como pruebas de su “ser mujer”, como si no fuera suficiente su “sentirse mujer”.

Las cosas no han cambiado mucho en el nuevo milenio. Las noticias sobre las corredoras Santhi Soundarajan o Caster Semenya o las de la yudoka Edinanci Silva nos muestran que, ante la imposibilidad de encontrar un criterio para determinar el sexo verdadero y encerrar la fluidez del sexo en una dicotomía rígida, se ha pasado a controlar la “verdadera feminidad” a través de la vigilancia aduanera de la coherencia sexo/género/deseo. Pero con la agravante, en estos casos, de la imposición racista de los estándares blancos y occidentales sobre la apariencia de una mujer. La fuerza física de las atletas negras símbolo de orgullo, se pone en entredicho al suponer un cuestionamiento de su feminidad. Confundiéndolo todo, las noticias mezclan cromosomas, con cirugías y hormonas, con un pasado “marimacho”, con la elección de pantalones grises sobre faldas a cuadros, con el deseo hacia las chicas en lugar de hacia los chicos, etc. O, como en el caso de Caster Semenya, y en un ejercicio de disciplinamiento de género, se presiona a la deportista a posar en una revista de moda, maquillada y con joyas, para así compensar con una feminidad que la pueda redimir de sus pecados de fuerza física y logros deportivos.

El ensañamiento mediático contra las personas que no responden a los moldes dualistas de sexo/género se plasma en la falta de respeto a la identidad de género subjetiva de las atletas y a su intimidad. Con Santhi Soundarajan, los titulares hablaban de “estafa por cromosoma Y”, “De triunfadora a impostor. De mujer a hombre. La medallista es él”. Parecería que, independientemente de la historia personal y del derecho inalienable de cada persona a elegir su propia identidad subjetiva de género, el periodista, al igual que el experto en medicina deportiva, se arrojan el derecho a decidir sobre el sexo, y por ende sobre el género, de la mujer deportista. El ensañamiento mediático viene, en ocasiones, acompañado de un sensacionalismo “comprensivo y victimista”. Noticias donde se busca en la infancia pobre y marginal de la atleta el sufrimiento inescapable de
ser diferente por su “ambigüedad sexual”. Como si ese dolor fuera el precio social a pagar para compensar sospechas de moralidad sexual.

De Edinanci Silva, se decía: “Tuvo que demostrar que es realmente una mujer ya que su cuerpo genera muchas dudas”. ¿Es el cuerpo el que genera dudas o una percepción social basada en esquemas rígidos y dualistas de género? Los medios asumen sin más que, gracias a la cirugía y al tratamiento hormonal a los que fue sometida, “pudo cumplir su doble deseo”: ser mujer y poder competir, ya que dichas intervenciones anulaban su “ventaja competitiva”. Para demostrar que “es realmente una mujer” su cuerpo tuvo que ser intervenido quirúrgica y hormonalmente. Desde el 2004 el COI permite a mujeres transexuales competir como mujeres, siempre y cuando se hayan sometido a una intervención quirúrgica de genitales y a un tratamiento hormonal durante dos años, suficiente como para anular su “ventaja”. Lo que constituye un avance para mujeres transexuales, resulta problemático si se establece como norma para mujeres con cuerpos intersexuados. Se plantea como “derecho al tratamiento” lo que no es sino una obligación quirúrgica y hormonal, que puede ser no deseada, para obtener
un certificado de feminidad y poder competir.

Tras abandonarse por problemas de validez científica en 1999, los controles de sexo se retomaron en los Juegos Olímpicos de Pekín-2008 y con la participación de Caster Semenya en los mundiales de Atletismo de Berlín-2009 se ha reavivado el debate. Ya se asume “que el sexo no es sólo una Y”, pero la sospecha viene ahora por dos motivos según las noticias: “la imagen masculina que dio en la pista” y la “increíble mejora en su marca”. Lo curioso es que ya no se discute sobre las tecnologías necesarias para detectar a la “verdadera mujer”. Se reconoce que hoy en día no tiene sentido hacer pruebas para detectar fraudes de varones que se hacen pasar por mujeres. El debate está ahora en torno al constructo “ventaja competitiva” que se ha convertido en un argumento circular que ancla a las mujeres en una permanente inferioridad en lo deportivo. El no tener una ventaja competitiva es lo que te convierte en “mujer”. Se parte de que, en el plano deportivo, las mujeres son inferiores por su naturaleza física a los varones, ergo, si existe una mujer cuyas marcas se acercan a las de los varones, “corre como un hombre”, y además posee un cuerpo musculado, fuerte y no es “apologetic”, está bajo sospecha de no ser realmente una mujer, insisto, independientemente de su propia historia personal y de su identidad de género como mujer.

El sexismo provoca que no se planteen los mismos debates en el ámbito masculino, que no se vigilen las ventajas competitivas en los deportistas varones. La tiranía del dualismo sexual provoca que no se vigilen otras dimensiones físicas de ventaja competitiva más allá de las relacionadas con el sexo, como nacer con una estatura que dote de superioridad para un determinado deporte. Obligar a una mujer deportista a hormonarse para compensar la “ventaja” que pueden tener niveles “elevados” de testosterona que genera su propio cuerpo, es como obligar a un jugador de baloncesto de altura “elevada” por efecto de sus hormonas a intervenciones médicas que compensen su ventaja respecto al resto. ¿Cuál es la amenaza? ¿La ventaja competitiva? ¿O la confusión de sexos, géneros y deseos que desestabiliza el principio del dualismo sexual en el que se asienta toda la institucionalización del deporte y, más aún, una estructura social basada en la diferencia sexual? Hacer que alguien se someta a una intervención quirúrgica u hormonal como precio a pagar por el reconocimiento de una autoridad deportiva o de otro tipo va en contra de los derechos humanos básicos.

Claramente, el temor que despierta Caster Semenya no es su ventaja competitiva, sino el miedo a un cuerpo de mujer hipermusculado, que no pide disculpas, gracias a las hormonas que naturalmente genera su organismo, pero sobre todo gracias al esfuerzo y al entrenamiento duro. Hasta que no se celebren conjuntamente las marcas y la “masculinidad” de las mujeres deportistas, en el sentido de fuerza, musculatura, ambición e indiferencia hacia la estética en beneficio del logro deportivo, de la misma forma en que se celebran las carreras de Usain Bolt, seguirán existiendo barreras para las mujeres en el mundo deportivo y se seguirán vigilando las fronteras del sexo.