lunes, 16 de marzo de 2015

“Luchamos contra la actitud patriarcal que se esconde bajo el nombre de budismo”



Dhammananda Bhikkhuni es la primera monja budista de Tailandia, un país en el que las mujeres no pueden ser religiosas ni disfrutar de la privilegiada posición social que ello conlleva. Desde la universidad primero, y ahora desde su monasterio, trabaja por que las tailandesas que lo deseen puedan convertirse en monjas budistas, una posibilidad reconocida en otros países de esta religión. Charlamos con ella bajo la atenta mirada del gran buda azul que preside el vihara del Wat Songkhammakalayani, el monasterio que dirige a 40 kilómetros de Bangkok.

Cristina E. Lozano./ Nakhon Pathom (Tailandia)




Antes de convertirse en la primera bhikkhuni (monja) de Tailandia, Dhammananda Bhikkhuni fue Chatsumarn Kabilsingh, una reputada doctora que enseñaba Religión y Filosofía en la Universidad Thammasat de Bangkok. Como investigadora, estudió en profundidad las raíces de la discriminación religiosa y social que sufren las mujeres de su país; como escritora, publicó Thai Women in Buddhism (1991), una de las pocas obras sobre el papel de las tailandesas en el budismo con perspectiva feminista y firma oriental.

“La menstruación es algo natural, pero en el brahmanismo y en el hinduismo se ve como algo impuro. No es un concepto budista, Buda no enseñó tal cosa”

Dhammananda Bhikkhuni tuvo éxito profesional y una vida personal feliz (su infancia fue agradable, se casó, tuvo hijos, vio nietos, etc.). No fue hasta 2003 que se convirtió en la primera monja completamente ordenada de la tradición thervada tailandesa del linaje Dharmaguptaka. Su ordenación, realizada Sri Lanaka, supuso un auténtico golpe sobre la mesa de la shanga (comunidad de monjes) de Tailandia, país en el que echó raíces y crecen cada vez más fuertes sus ramas. ¿Se siente una rebelde por haberle dicho a la sangha “las mujeres tenemos tanto derecho como los hombres a ser monjas y vamos a serlo”? Nunca me he sentido una rebelde. Yo solo respeto a Buda y lo que Buda representa para nosotras. Buda nos ha dado esta herencia y nosotras somos sus hijas, intentamos mantenerla viva como signo de respeto hacia él. No venimos a coger la silla de la riqueza sino de la responsabilidad, a cuidar de la gente budista. Entonces, ¿por qué la shanga se niega tan rotundamente a que haya monjas? Por una actitud patriarcal que no debería estar ahí, pues los textos budistas no dicen esas cosas. Muchos monjes no han entendido los textos y han malinterpretado las explicaciones de Buda. La gente que no ha leído los textos, y no tanta gente en Tailandia los ha leído –porque están escritos en pali, una lengua antigua que pocos comprenden–, tiende a creer este tipo de ideas. Pero fue el mismo Buda quien empezó la ordenación de mujeres, no nosotras, y para ordenar bhikkhunis no se necesita una comunidad de monjes y otra de monjas. Cuando no hay monjas totalmente ordenadas, con la comunidad de hombres vale. Por eso tenemos que conocer bien los textos, para poder corregir a quienes no los han entendido. Digan lo que digan los textos, no pocos monjes sostienen que Buda no quería realmente que las mujeres se ordenaran monjas, que prácticamente le engañaron a través de Ananda. ¿Qué opina al respecto? Eso no es así exactamente. Ananda era el asistente personal de Buda. Los monjes le culpan porque ayudó a las mujeres, porque él pidió a Buda que considerara dar ordenación a las mujeres. Al principio Buda se resistió. No obstante, estando Buda ya iluminado –antes de ninguna ordenación ni de hombre ni de mujer– reflexionó sobre cómo debía organizarse la gente para seguir sus enseñanzas. Concluyó que debía haber cuatro grupos: bhikkhus (monjes),bhikkhunis (mujeres), laymen (hombres seglares) y laywomen (mujeres seglares). Esta era la intención original de Buda, por eso luchamos contra la actitud patriarcal que se esconde bajo el nombre de budismo. Si Buda siempre tuvo claro que las monjas eran uno de los cuatro grupos de la religión que creaba, ¿por qué cree que “se resistió” a ordenarlas al principio? La historia dice que las primeras mujeres que pidieron a Buda ordenación fueron su madrastra –una reina– y su tía. Quizá Buda se resistió para que su madrastra comprendiera lo que estaba pidiendo, pues podría ser difícil para ella vivir este tipo de vida disciplinada y austera. Cuando ella insistió, Buda le dio permiso, porque las mujeres también tienen potencial para alcanzar la iluminación, no porque Ananda le coaccionara.

Algunos monjes esgrimen que las mujeres son “impuras” para justificar que no puedan ordenarse bhikkhunis. Los hombres pueden pensar que nosotras somos impuras porque tenemos la menstruación, pero esto no es un concepto budista. La menstruación es algo natural, pero en el brahmanismo y en el hinduismo se ve como algo impuro. Se ha introducido en el budismo un concepto indio que no tiene nada que ver con él. Buda no enseñó tal cosa. Pero la shanga es muy grande, ¿ningún monje tailandés apoya que las mujeres puedan ser bhikkhunis?

“Es el rey quien debe presentar respetos al monje porque el monje tienen preceptos más altos. Esto también se aplicaría a las monjas”

Sí, pero lo hace discretamente. No pueden apoyarnos en público mientras el consejo de mayores, que significa la iglesia budistas, no lo permita. O sea, que si estás en la iglesia budista tienes que estar de acuerdo con todo lo que diga. Sí. Cuando eres católico, ¿cómo podrías decir algo en contra del Vaticano? Es la opinión del Vaticano. A nivel legal, ¿ha tenido usted algún problema por desafiar los designios de la cúpula de la shanga? No. La Constitución permite lo que estamos haciendo. Es tan solo que no estamos oficialmente reconocidas por el Gobierno. Como este tiene que escuchar a los monjes, primero tenemos que ser reconocidas por el consejo de mayores. Es decir, el Gobierno está esperando por la iglesia. Mientras tanto, continuamos haciendo nuestras cosas buenas.

La shanga se opone a la existencia de bhikkhunis y el ejecutivo no las reconoce. ¿Cuentan con el apoyo del rey (la figura institucional más respetada de Tailandia) o de algún miembro de la casa real? No oficialmente. La familia real tiene respeto y lo muestra. Cuando el rey se encuentra con un monje, es el rey quien debe presentar respetos al monje porque el monje tiene preceptos más altos. Esto también se aplicaría a las monjas, porque nosotras también seríamos shanga. Estando yo ya ordenada, recibí un premio de educación. Tenía que entregármelo la princesa y yo expliqué a los oficiales de Palacio que era una monja ordenada, para que hicieran los arreglos pertinentes. Me pusieron en una mesa separada y, a la hora de entregar el galardón, la princesa se bajó del escenario, vino hasta donde estaba yo y me ofreció el premio para que no tuviera que arrodillarme ante ella. Luego nos hicimos una foto de grupo. La princesa se sentó en una silla y todos los demás en el suelo. Yo no podía estar en esa foto porque la princesa es una seglar y yo no puedo sentarme en el suelo [como si fuera seglar y por debajo de una seglar, por muy noble que sea] así que me dieron una silla para sentarme tras ella. ¿Dónde queda la humildad y la austeridad de la que presumen monjes y monjas, cuando siguen a rajatabla unos protocolos que reflejan la desigualdad entre religiosos y seglares?

“Adorar a Buda es otro malentendido que muchos monjes apoyan por dinero.”

Todo son formulas de respeto. Tailandia no tienen un sistema de castas, pero sí uno de clases. Si estás en nuestro país tienes que seguirlo. Esto se ve muy claro en la lengua. Tenemos tres juegos de lenguas. El primero para el rey, el segundo para monjes y monjas, y el tercero para los seglares. La palabra ‘yo’, dicha por el rey, por un religioso o por un seglar, es diferente. El verbo que usamos también es diferente. El rey y la familia real son respetados, los monjes son respetados. En teoría, los seglares budistas cuidan y presentan sus respetos a los miembros de la shanga porque estos guardan las enseñanzas de Buda y les ilustran en materia de religión. Sin embargo, mucha gente adora a Buda como a un dios y no parece que ningún miembro de la shanga les corrija. ¿No es su deber alertar del error? Muchos monjes creen cosas anteriores a la llegada de la religión budista, por eso hablamos de budismo tailandés. Hay muchas prácticas antiguas llevándose a cabo bajo el nombre del budismo. Adorar a Buda como un dios es otro malentendido. Muchos monjes lo apoyan. ¿Por qué lo apoyan muchos monjes si no tiene nada que ver con el budismo? Por dinero. En Chiang Mai un monje me dijo que los monjes no pueden tocar el dinero pero pueden tener cuenta corriente. ¿Es eso cierto? No tocan el dinero pero lo tienen en el banco. –Dhammananda ríe–. ¿No es lo mismo? Eso es una forma muy superficial de entender la cuestión. No se aborda el tema de forma realista. Y, ¿qué hay de eso de liberar animales previamente secuestrados para hacer méritos? ¿Haberlos raptado primero no da ‘antipuntos’ de mérito? No está bien liberar animales previamente encerrados. No se ha entendido bien el concepto, la idea es dar vida. Apoyando ese tipo de actividades se daña a los animales. Además, puedes incurrir en una mala acción, que no en un mal mérito. Cada vez son más las personas occidentales que se conectan con el budismo. ¿Qué le parece? ¿No le resulta un poco raro que gentes tan ajenas a Asia de repente se vuelquen con esta religión o con su filosofía? Nosotros no negamos a dios, esa no es una actitud budista. Pero dios no es el centro de la enseñanza. Si dios está ahí lo haremos lo mejor posible, si dios no está ahí también está bien; tanto si dios creó el mundo, como si nosotros tenemos que existir. Somos buenos amigos de todos aquellos que creen en dios y siguen sus reglas, el problema es que alguien pueda pertenecer a una religión sin seguir sus preceptos, ahí es cuando tenemos problemas. O a veces se siguen los preceptos pero solo de forma superficial, no se entiende bien su espíritu. Hay gente que intenta ser un buen ‘cristiano-católico-practicante’, pero no lleva a Cristo en su corazón.

“¿POR QUÉ LA PUERTA DE LA PROSTITUCIÓN ESTÁ TAN ABIERTA Y LA DE LA ESPIRITUALIDAD TAN CERRADA?”

Dedica un capítulo completo de Thai Women in Buddhisim (1991) a hablar de la situación de la prostitución en su país y de las posibles relaciones entre las prostitutas y el budismo. En él afirma con amargura que en Tailandia “la promoción turística es poco más que la promoción de la prostitución”. ¿Sigue pensándolo ahora?

Las cosas están ahora mucho peor que cuando escribí el libro. En Tailandia la prostitución está promovida por el Gobierno y el problema se está haciendo más grande porque el mundo está más conectado, para lo bueno y para lo malo. Siento que el turismo viene con una agenda escondida y que, aunque hay gente que viaja en familia, ciertos grupos de personas, hombres de Japón, Holanda y Alemania principalmente, vienen solo a eso. Puedo verlo.

Una vez, en una conferencia, una mujer holandesa criticó la prostitución en Tailandia, hablaba de cómo el país podría solucionar el problema. Yo le dije que las mujeres holandesas podrían ayudarnos a acabar con la prostitución: “Por favor, corregid a vuestros maridos. Todo esto es un proceso en cadena, tiene que ver con la cultura holandesa, con que los holandeses están insatisfechos y vienen a saciar esa insatisfacción con las mujeres tailandesas”. Algo pasa con la cultura japonesa, con los hombres y mujeres japoneses. Algo con la cultura alemana, con los hombres y mujeres alemanes. Por eso hay hordas de turistas de estos tres país que vienen y explotan a nuestras mujeres.

Nuestras mujeres son explotadas en nombre del dinero. Las prostitutas venden sus cuerpos porque son pobres, pero estos hombres explotan a las mujeres por pura lujuria. Cuando miras esta relación, cómo dos personas se encuentran una para hacer dinero la otra… Es lujuria. Así es como yo lo veo.

Los barrios rojos de Bangkok son enormes. Sorprende teniendo en cuenta que la prostitución está prohibida por ley en Tailandia.

La prostitución es una industria. Las prostitutas tienen trabajos encubiertos. Algunas ni siquiera son mayores de edad. El problema ahora es que no son solo tailandesas. Se está convirtiendo en una profesión. Vienen mujeres de Rusia, de Birmania, de Laos… Deben hacer mucho dinero; si no, ¿por qué vendrían hasta aquí?

Usted ve la prostitución como una lacra para las mujeres tailandesas. ¿Qué solución ve?

Esta pregunta nos devuelve al principio. A la actitud de la sociedad, a la actitud de los monjes de la que hemos hablado, al no dar espacio a las mujeres para tener crecimiento espiritual y permitirlas ser ordenadas. Eso es crucial. Si una mujer es pobre, si no sabe dónde ir, ¿por qué la puerta de la prostitución está tan abierta de par en par y la de espiritualidad está tan cerrada? Todo está conectado.

Reflexiones sobre las posturas apolíticas, la irrupción del fascismo, y el “todo vale” en los movimientos animalistas.

EL ESPECISMO NO ES UNA ISLA 

Asumiendo que no existe un movimiento animalista como tal, sino una gran variedad de individuos y grupos con diferentes tendencias, metodologías, e incluso objetivos, queremos poner sobre la mesa algo que creemos que es común y fundamental para cualquier persona que se preocupe por la situación de los demás animales en nuestra sociedad: preocuparse por una situación injusta, posicionarse al respecto y emprender una lucha activa para cambiar esta situación supone, de hecho, adoptar una postura y una práctica política. En el caso antiespecista, esta postura se traduce en dar prioridad a cuestiones fundamentales como el respeto hacia la vida y la libertad de otros individuos, por encima de cuestiones arbitrarias, y por encima de leyes y privilegios. En este sentido, nos preocupa contemplar cómo en determinados ámbitos se tolera de forma acrítica o incluso se acepta abiertamente que personas con ideologías y prácticas autoritarias participen en la lucha animalista, bajo la justificación de que “no nos importa su opción política mientras ayuden a los animales”. Muchas veces, para explicar nuestro rechazo hacia la masacre de los demás animales, la comparamos con lo que ha sucedido en otros momentos o lugares a grupos humanos, como el ejemplo del Holocausto nazi. Sin embargo, al darle la vuelta, nos parece que la defensa de los demás animales no tiene nada que ver con las problemáticas humanas, y toleramos que alguien que justificaría el Holocausto defienda a los demás animales a nuestro lado. Defender a los animales es hacer política, y adoptar una postura política diferente para un grupo y para otro, es discriminación. Puesto que los animales humanos, independientemente del color de nuestra piel, el gé- nero en el que se nos clasifique, nuestra tendencia sexual o nuestro lugar de nacimiento, también merecemos respeto y consideración, nos resulta incompatible sostener un discurso antiespecista y defender los derechos de los animales, con el hecho de admitir a nuestro lado a personas y grupos que mantienen posturas fascistas, sionistas, sexistas, homófobas, xenófobas, etc. El especismo no es un hecho aislado del resto de formas de discriminación y opresión que existen en nuestra sociedad. Tiene su origen y se fundamentan en valores que, si se abordan de manera sesgada y no se rechazan por completo, seguirán existiendo, reapareciendo, y tomando nuevas formas. Que una persona de ideología fascista salve a un animal no humano es una buena noticia para ese individuo no humano, no cabe duda; pero la ideología de esa persona es una terrible noticia para millones de animales humanos a quienes no acepta dentro de su círculo de consideración; una terrible noticia para el avance de la igualdad, para el arraigo de unos valores contrarios a la discriminación y la opresión. En definitiva, una terrible noticia para quienes deseamos, para todos los animales sin distinción, la libertad y el cambio hacia un mundo mejor. Si defendemos lo que es justo no podemos tolerar a quienes defienden la injusticia. Debería ser obvio, pero ya está sucediendo. 

EJEMPLOS DE FASCISMO EN LOS MOVIMIENTOS ANIMALISTAS 

“El mundo del futuro será vegetariano”. Firmado: Adolf Hitler. Esta es una de las frases de presentación del blog del grupo PECTA (Patriotas Españoles Contra la Tortura Animal). A esta idea, más bien mitológica y desde luego irrelevante, de que el líder del nacionalsocialismo seguía una dieta vegetariana, se adhieren numerosas agrupaciones que dicen defender los derechos de los animales, al mismo tiempo que sostienen un discurso de extrema derecha y utilizan abiertamente sus símbolos. Este es el caso, por ejemplo, de Vegan Nationalism, Straight Edge España, o DANR (Defensa Animal Nacional Revolucionaria), vinculado a la formación Nueva Derecha y la agrupación Resistencia Cristiana. Aunque de momento no son demasiado visibles en el panorama animalista, existen pruebas de la participación de algunos de estos grupos en convocatorias antitaurinas o campañas de gran alcance mediático como la que se llevó a cabo para tratar de detener el asesinato del perro Excálibur en octubre de 2014. Lo mismo comienza a suceder con otras organizaciones, de discurso más o menos ambiguo, que se abren camino con sus banderas y enfoque patriótico de la cuestión. No es nuestro objetivo aquí señalar una por una a estas personas y siglas, ni profundizar en sus conexiones políticas, puesto que la observación y una búsqueda rápida por Internet pueden aportar suficiente información a quien se interese en conocerla. Sí queremos, al menos, dejar constancia de su existencia, y alertar sobre las consecuencias que puede traernos acogerles, tal y como ya ha sucedido en otros lugares del territorio europeo. En enero de 2013, en el Estado italiano, un joven perteneciente a un movimiento de derecha estudiantil reconoció varios ataques a la industria láctea. En este Estado, varios grupos vinculados a formaciones políticas de extrema derecha, como Cento per Cento Animalisti o La foresta che avanza, se han hecho un hueco y van tomando fuerza en el entorno animalista. Los ataques de 2013 habían sido firmados con las siglas ALF, facilitando la manipulación mediática y la conveniente conexión del ALF y de las acciones por la liberación animal con las ideas filofascistas. En Francia, según los testimonios del grupo Panthères Enragées, que trabajan en la cuestión desde una perspectiva libertaria, la escisión en los movimientos animalistas es más que evidente debido al poder y el apoyo que obtienen algunas personalidades de la extrema derecha. En el International animal Rights Gathering celebrado en 2013 en el refugio Animaux En Péril, en Bélgica, este grupo fue expulsado por denunciar la relación del santuario con la activista fascista Nathalie Krier, y por promover un boikot a la proyección de “ALF: la película”. Dicho film cuenta con apoyo y financiación de la fundación de Briggite Bardotte, quien ha sido condenada en varias ocasiones por odio racial y homofobia, aparte de apoyar abiertamente a Marie Lepen. También existen pruebas que vinculan directamente al director de la película ALF con Nathalie Krier, y a ésta última con Esteban Morillo, responsable del asesinato de un joven antifascista en junio de 2013. En Reino Unido, a finales de 2014, tuvo lugar una campaña contra la pastelería vegana “Cakes ´n´ Treats”, por la conexión de su dueña con un grupo fascista italiano. Finalmente, el establecimiento tuvo que cerrar. Consideramos que estos hechos no son anecdóticos, sino síntomas de que en los movimientos animalistas es necesario un debate y un posicionamiento hacia otros tipos de discriminación y opresión. Una de las consecuencias más directas de la aceptación acrítica de esta “infiltración” es la división en el movimiento, señalando muchas veces como agitadoras a aquellas personas que rechazan de lleno a los grupos fascistas, en lugar de señalar y expulsar a los propios fascistas. Por otro lado, se abre la veda a que, a través del rechazo a las prácticas de la explotación animal, se difundan valores racistas u homófobos. En las redes sociales de estos grupos, por ejemplo, se insulta a personas que maltratan animales como “homosexuales reprimidos”, o se da prioridad a noticias en las que la explotación o el maltrato animal vienen de mano de personas de etnia gitana o “raza” negra, dando relevancia a estos hechos arbitrarios. La tercera consecuencia es que, al abrirles la puerta de nuestra casa estos individuos, estamos facilitando la represión hacia el movimiento.

LA REPRESIÓN Y LA POLICÍA “AMIGA DE LOS ANIMALES” 
Lo que es legal no se corresponde con lo que es justo. Esto es un hecho fácil de comprender para cualquier persona que observe la situación en la que están los demás animales en nuestra sociedad, y su estatus legal como propiedades. Las Fuerzas de Seguridad del Estado, como su propio nombre indica, existen para defender al Estado y sus leyes. Son, por tanto, quienes ejecutan dichas leyes, sean injustas o no. La policía fue quien permitió a la fuerza que se llevaran a Excálibur para asesinarle. La policía es quien a la fuerza nos impedirá detener una corrida de toros o quien protegerá a un laboratorio de experimentación animal si intentamos salvar a sus víctimas. La policía es quien, incluso, nos impide muchas veces repartir información a las puertas de un circo. La policía es quien saca a nuestras compañeras y amigas de sus casas, muchas veces a través de montajes, y las mete en la cárcel. La policía es quien lleva años infiltrándose en los movimientos sociales para desestabilizarlos, manipularlos y desactivarlos. La policía que de vez en cuando salva a un perro, también es la que los lleva a morir a las perreras, y la que echa a la gente de sus hogares, y la que nos apalea en las manifestaciones... Los policías amigos de los animales nunca podrán ser nuestros amigos, porque pertenecen a una institución que es, por naturaleza, nuestra enemiga. Y, si pertenecen a una institución que nos dificulta la defensa de los animales, no pueden autodenominarse defensores de los mismos. Por tanto, cualquier gesto que nos acerque a esta institución, ya sea apoyarles directamente, poner un “me gusta” en las redes sociales, permitir despreocupadamente que sus valores empapen los nuestros, es ponérselo fácil para seguir infiltrándose, haciéndonos montajes, criminalizándonos y reprimiéndonos. El especismo, como señalábamos antes, no es un hecho aislado, sino una forma más de dominación y autoridad, como lo son el fascismo y la represión del Estado. Creemos que, si queremos acabar con él, tenemos que ser conscientes de este hecho y nunca dejar de cuestionar la autoridad en sí misma. 
Asamblea Antiespecista de Madrid lamismalibertad@gmail.com acabemosconelespecismo.com

jueves, 12 de marzo de 2015

¿Por qué el machismo persiste en la izquierda?



Con los tiempos las palabras aparecen y desaparecen, pero algunos problemas permanecen. Pese a que por lo general nadie se muestra a favor de la discriminación de otras personas (por lo menos de forma abierta), a veces a nuestro pesar seguimos repitiendo conductas discriminatorias. Para entender un poco mejor este fenómeno, es importante prestar atención a un concepto que ha cobrado renovada vigencia: la hegemonía cultural. Inspirado en las lecturas de Lenin, una de las primeras personas en pensar y definir este concepto fue el filósofo y político italiano Antonio Gramsci.

Ya a principios del siglo XX, Gramsci notaba que la dominación de una población puede llevarse a cabo de dos formas. Por un lado se puede imponer un sistema de gobierno, obligar a la ciudadanía a seguir ciertos parámetros de conducta, instaurar un sistema de intercambio económico, introducir un cuerpo de policía, etc. Es decir, establecer un sistema de dominación social por la fuerza. Aun así, Gramsci alertaba de que hay otra forma de control de lo social que es algo más sutil pero igualmente efectivo. Denominó como hegemonía cultural las formas con las que las elites establecen y regulan el gusto, definen criterios estéticos, validan ciertas tradiciones y no otras, normalizan ciertas formas de habla, etc. Es decir, regulan lo social a través de lo simbólico. Por eso el proceso revolucionario implicaría no tan sólo tomar las instituciones de gobierno (el parlamento, la policía, el ejército, etc.), sino también reemplazar la cultura de la clase dominante por la cultura de la clase dominada.


Esta idea de hegemonía es sensata pero, si en un proceso revolucionario la nueva clase dirigente asume los gustos de la clase derrocada -su idioma o formas de habla, sus costumbres culinarias o formas de vestir-, seguramente va a reproducir una forma de sociedad muy parecida a la que ya existía. Ese proceso revolucionario pasa de ser un acontecimiento de emancipación social a lo que vulgarmente se viene llamando un “quítate tu para ponerme yo”. Por extraño que pueda parecer, esto ha sucedido y va a seguir sucediendo.

La hegemonía es el medio de comunicación que considera que la economía es un tema político y el aborto un asunto social"

Preocupados por entender mejor esta realidad, miembros de la escuela de Estudios Culturales de Birmingham y de forma más notable Stuart Hall, no podían dejar de preguntarse: ¿por qué sujetos que en lo político se declaran ideológicamente de izquierdas, en lo cotidiano reproducen tics reaccionarios en su comportamiento?¿Por qué los procesos revolucionarios no terminan con las formas de discriminación imperantes? En definitiva, intentaron dar respuesta a por qué las conductas de las personas traicionan sus principios ideológicos. Así se empezó a pensar la hegemonía como una suerte de subconsciente de la ideología, es decir aquellas ideas, actitudes u opiniones que uno lleva dentro y que afloran cuando menos se las espera. La hegemonía cultural es lo invisible, son todas aquellos anhelos, miedos, ideas, creencias, etc. que hemos ido acumulando y que operan dentro de nosotros muy a nuestro pesar.
"Es que aquí siempre lo hemos hecho así"

La hegemonía cultural escapa del discurso público y opera en un nivel mucho más sutil, porque la hegemonía es lo que va por dentro. Son esas ideas preconcebidas que nos acompañan y que nos permiten ver nuestro entorno cultural como algo normal. Son asunciones a las que no le damos mucha importancia pero que repetimos en momentos determinados. Está compuesta por un sistema de creencias y de valores que nos parecen de lo más normal. Para funcionar, la hegemonía ha de pasar desapercibida. Su poder reside en su invisibilidad.

La hegemonía es lo que parece natural. Pero, al mismo tiempo, la hegemonía nos pilla a contrapié y nos delata. La hegemonía cultural es el cuñado que te sermonea sobre cuidados en la oficina mientras espera a que prepares los cafés. Aparece en el medio de comunicación que considera que la economía es un tema político y el aborto un asunto social. Es quien “invitaría a más mujeres a participar en la mesa redonda pero no conozco a ninguna que lo pueda hacer”. Es la izquierda que aun se estremece al leer “La Revolución Será Feminista o no Será”. Es el chaval que en clase, pese a no tener nada que decir, siempre se siente con derecho a hablar. La hegemonía son todas aquellas formas de discriminación que repetimos y afianzamos en microgestos, comentarios y actitudes y que, cuando alguien las señala, te obliga a responder: es que aquí siempre lo hemos hecho así.

El machismo que impera y que se nos escapa viene de lejos. A los progres de la transición se les veía el plumero cuando bajaban la pancarta y llegaban a casa esperando encontrar a “su pareja” con la manos en la masa. La corrección política logró normalizar el uso de la arroba pero no logró cambiar los hábitos discriminatorios que invaden lo social. Los nuevos hombres sensibles que hablamos en plural femenino nos delatamos cuando somos incapaces de ceder el espacio de la visibilidad. El nihilismo hispter ayuda a camuflar que hay quienes se saben bien la teoría pero que aún no han aprendido a escuchar. Mientras tanto, la nueva política se sorprende a sí misma valiéndose de cuotas para compensar lo evidente: que pese a todo las estructuras de poder se definen en ambientes masculinos donde es más fácil fiarse de amigotes y de los compañeros de la facultad.
Las cosas de palacio también tienen solución

Así la transformación social no pasa por establecer una contra-hegemonía, eso como mucho es una buena excusa para cambiar a quienes regentan ciertas instituciones. Para acabar con la hegemonía es necesario desnaturalizar, poner en evidencia lo invisible. Revelar dependencias del rumbo y las estructuras invisibles de poder. De esa forma, el cambio de hegemonía no tiene que ver con un cambio ideológico sino que implica una transformación de la sensibilidad. No va de soltar discursos eruditos sino de cambiar costumbres y modos de hacer. No es un trabajo en solitario sino una aventura de aprendizaje colectivo y social. Implica un cambio educativo y regulatorio, pero también de subjetividad ya que, al final, la hegemonía va por dentro, como una procesión lenta y tozuda con la que todos y todas nos tenemos que enfrentar.

Hall, agudo observador, nos hizo entender que la cultura que emanaba de las clases populares lejos de ser una voz pura y única que transportaba los deseos de una clase oprimida, era un mejunje de ideas, deseos, tradiciones, miedos y fantasías que habían tardado mucho tiempo, quizás siglos en fraguarse. La cultura popular incluye crítica social, se burla de las clases dominantes, expresa la realidad de las clases trabajadoras pero también, puede ser profundamente reaccionaria, llena de lugares comunes y de prejuicios internalizados.

Jaron Rowan - eldiario.es

Soy mujer rural

Hoy voy a estrenar el primero, espero de muchos, artículos en primera persona. Sin afán de demasiado protagonismo mi intervención se debe no sólo a que hoy es mi cumpleaños, sino también y sobre todo porque hoy es el día de la mujer trabajadora. Y sí, coincidencia o asuntos del cosmos, un día 8 de marzo de hace 31 años nacimos mi hermana melliza y yo, “Alioli” nos llaman, dos mujeres luchadoras.

Desde aquí hoy me gustaría homenajear, apoyar, reivindicar a la mujer luchadora, la mujer rural, la loba que encarnamos cada una de nosotras.

La mujer rural, esa mujer sabia, intuitiva, de piel curtida y tez tostada por el clima, manos vigorosas, prominentes caderas, esa mujer que bien podría parecerse a nuestras madres, abuelas, o en algún caso tendríamos que remontarnos a nuestras bisabuelas, quizás cuántas más generaciones atrás, más auténtica y pura era esa mujer rural, esa loba.

Podría parecer que mucho hemos cambiado desde entonces, pero pienso que esa mujer rural sigue rugiendo dentro y es ella la que nos impulsa a lucha, a decir lo que pensamos, a defender lo nuestro, a cuidar de nuestra autoestima y a enfrentarnos a los estigmas sociales, porque sí, las mujeres rurales sufren, sufrimos, un doble estigma: por ser mujer y por ser rural.

Yo desde aquí canto orgullosa: SOY MUJER RURAL y admiro a todas ellas que me enseñan cada día a serlo un poco más.

Las mujeres rurales de Armejún

Hace unos 50 años que las armejuneras de origen y genética ya no viven en su pueblo, obligadas por unas razones y otras a abandonar sus hogares junto con sus familias, emigraron (o se exiliaron) a urbes con mayores oportunidades y facilidades.

Porque aquí la vida era difícil y se disponía de muy poco, la extrema climatología y las horas de luz marcaban sus ritmos, igual que nos los marcan hoy, y Lorena y yo, hoy por hoy únicas féminas del pueblo, armejuneras de corazón, movemos nuestras caderas a su compás.

Hoy, igual que antaño y seguramente contagiadas por esas armejuneras fuertes, que sentimos presentes, trabajamos con pasión la tierra de esta escarpada montaña, subimos agua de la fuente, hacemos la colada, cocinamos a leña, conservamos alimentos y nos deslizamos en estrechas, laberínticas y elevadas viviendas de anchos muros de piedra y techos bajos. Y quizás también algún día demos de mamar a nuestros hijos entre golpe y golpe de azada.

Porque sólo con transitar sus calles silenciosas y enigmáticas sentimos dentro a la mujer rural, la mujer armejunera.

Aunque hoy, de forma indistinta trabajamos hombres y mujeres, habitantes de Armejún, codo a codo en todos los trabajos del pueblo, nosotras sentimos esa energía fluir a cada momento, incluso haciendo cemento o levantando piedras.

A Lorena y a mí, las armejuneras de corazón, nos unen el trabajo, el espíritu y la reivindicación. Cada una con sus experiencias y sus años, sus galones, hemos llegado aquí, y aquí se han juntado nuestras vidas, una maestra más en mi sendero. Mi compañera.

Me gustaría desde aquí alentar a tantas mujeres deseosas de dejar fluir a su mujer rural, podéis encontrarla en éste u otro pueblo, seguid vuestro instinto de lobas.

Feliz día de la mujer luchadora.

Saludos a todxs, y un abrazo muy especial a las armejuneras y a sus descendientes.

Una mujer rural…Armejunera


Olalla

Jon Beasley-Murray: “La clave del cambio social no es la ideología, sino los cuerpos, los afectos y los hábitos”

Jon Beasley-Murray: “La clave del cambio social no es la ideología, sino los cuerpos, los afectos y los hábitos”

Según Antonio Gramsci, el poder es un centauro: mitad coerción, mitad legitimidad. El Estado mantiene su dominación por medio del consenso de los dominados. Y sólo allí donde no se logra el consenso, se recurre a la represión. El poder, por tanto, no sólo es un asunto de fuerza, sino sobre todo de hegemonía: persuasión, convencimiento, creencia, seducción. En este enfoque, la lucha ideológica se vuelve fundamental: deslegitimar la explicación dominante del mundo, provocar su descrédito, proponer una nueva explicación.

Hegemonía es hoy un concepto de moda en el debate político contemporáneo. En España ha irrumpido de la mano del grupo fundador y dirigente de Podemos. La lucha ideológica se desarrolla ahora en los platós de televisión donde se produce la opinión pública. Se trata de arruinar la legitimidad del relato que protegía al régimen del 78 y ofrecer una nueva explicación y un nuevo pacto social que se gane el consenso de la “mayoría social”.


John Beasley-Murray (@jbmurray) ha dedicado el largo trabajo de investigación culminado en su libro Poshegemonía a cuestionar esta mirada sobre el orden social y esta comprensión 'discursivista' de la hegemonía, muy basada en la capacidad de articulación comunicativa de los intelectuales. Y no sólo. A partir de un minucioso acercamiento a los movimientos políticos latinoamericanos del siglo XX (el peronismo, los movimientos de liberación nacional y las guerrillas, etc.),Poshegemonía propone también otra lectura de lo que hace y deshace el orden de las cosas, de lo que sostiene la dominación y de lo que anima la revuelta, convirtiéndose en una aportación imprescindible a la discusión teórica que acompaña a las luchas contra el neoliberalismo.

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1- Pablo Iglesias decía el otro día, en un programa de La Tuerka dedicado a Podemos y el populismo, que “la ideología es el principal campo de batalla político”. Tu sin embargo lo ves muy diferente...

Jon Beasley-Murray. Sí, desde luego. Me parece que esa idea (de que "la ideología es el principal campo de batalla") implica que la tarea política más urgente es la de educar a la gente, mostrarles que las cosas no son cómo aparecen. Por eso los proyectos de hegemonía son siempre esencialmente proyectos pedagógicos y la teoría de la hegemonía otorga tantísima importancia y centralidad a los intelectuales (algo muy visible en Podemos). Es un error histórico de la izquierda occidental.

Más allá de la condescendencia implícita, lo que presupone esta actitud es que lo que cuenta en el fondo es la opinión y el saber. Y yo estoy más bien de acuerdo con lo que dice Slavoj Zizek: en general, la gente ya sabe, sabe que el trabajo es una esclavitud, sabe que los políticos son unos mentirosos y los banqueros unos ladrones, que el dinero es una mierda y los ricos no lo son por una virtud propia, que la democracia liberal es un fraude y que el estado reprime más que libera, etc. Todo eso es parte del sentido común actual. Y aún así, cínicamente, actuamoscomo si estas ficciones fueran verdaderas.

El cinismo actual puede haber roto con una complacencia y credulidad previa, pero las cosas siguen más o menos igual. Lo cual sugiere que la “lucha ideológica”, no sólo no tiene la centralidad que tenía antes, sino que en realidad nunca la tuvo.La lucha por la hegemonía siempre funcionó como una distracción o una cortina de humo que oscurecía poderes y luchas más fundamentales.

2- Pero en el libro no sólo hay crítica de esta idea de hegemonía, sino la exposición de otra manera de entender los procesos políticos y vitales.

Jon Beasley-Murray. Sí, en el libro trato de esbozar otra teoría para explicar, por un lado, la razón del orden social, es decir, por qué la gente no se rebela cuando más esperamos que se rebele. Es una pregunta básica de la teoría política, desde Étienne de la Boétie hasta Gilles Deleuze, pasando por Spinoza o Wilhelm Reich: ¿por qué las masas desean su propia servidumbre y represión?

Y, por otro lado, intento pensar también la otra cara de la moneda: por qué la gente se rebela en un punto en el que ya no aguanta más. Mi respuesta es que la política no tiene tanto que ver con la ideología, como con la disposición de los cuerpos, su organización y potencias. Para entender esto, propongo los conceptos de afecto, hábito y multitud.
Una política de los cuerpos

3- ¿Podrías explicarlos brevemente?

Jon Beasley-Murray. Un afecto es el índice de la potencia de un cuerpo y del encuentro entre cuerpos. Cuanta más potencia tiene un cuerpo, más afectividad tiene, es decir, más capacidad para afectar y ser afectado. A la vez, los encuentros entre cuerpos se pueden dividir en buenos y malos encuentros: los buenos son los que aumentan la potencia de un cuerpo y se caracterizan por la producción de afectos positivos (como la alegría); los malos son los que disminuyen la potencia de cuerpo y se distinguen por la presencia de afectos negativos (como la tristeza).Aquí sigo a Spinoza y a los neo-spinozistas, como Deleuze y Brian Massumi. Deleuze hace una distinción importante entre afecto y emoción: mientras que el sentimiento es privado y personal, el afecto es una intensidad impersonal, colectiva.

En segundo lugar, el hábito es un concepto que tomo de Pierre Bourdieu. Podemos pensar los hábitos como “afectos congelados”. Son los encuentros cotidianos, rutinarios, de los cuerpos, sobre los cuales ni siquiera pensamos la mayor parte del tiempo, hasta el punto de que son casi completamente inconscientes. Son disposiciones corporales e inconscientes. Pero, a pesar o quizá gracias a esto, los hábitos tienen sus propias potencias. Y podemos diferenciar también entre hábitos buenos (por ejemplo, los que ayudan a constituir lo común, la comunidad) y hábitos malos (los auto-destructivos, los que nos restan potencias).

Por último, pienso la multitud (con Antonio Negri) como el afecto en acción. Una red de cuerpos en conexión.

4- ¿Y qué consecuencias políticas se derivan del hecho de poner los afectos y los hábitos en el centro de atención?

Jon Beasley-Murray. En términos abstractos, pero al mismo tiempo muy concretos y materiales, creo que debemos pensar la política, no tanto como la misión de educar a los demás y explicarles cómo son las cosas, sino como el arte de facilitar encuentros y formar hábitos que construyan cuerpos colectivos más potentes (multitudes). De construir otras formas de sincronizar y orquestar cuerpos y ritmos; otras lógicas prácticas y encarnadas. No nos conformamos al capitalismo porque nos convenza una trama ideológica súper-coherente y persuasiva, sino por los afectos y los hábitos (como el consumo, etc.).

5- Me parece que, frente a cierta “espiritualización” de la política, fruto de una teoría de la hegemonía de base muy discursiva, como afirman Verónica Gago, Diego Sztulwark y Diego Picotto, vuelves a situar el cuerpo en el centro de las preocupaciones por la transformación social, ¿es así? Un materialismo de los cuerpos frente a un idealismo de los significantes.


Jon Beasley-Murray. Sí, pero debo clarificar que por “cuerpo” no quiero decir (simplemente) el cuerpo humano e individual. Un cuerpo puede ser una parte del cuerpo humano (mano, puño, oreja, lengua), una combinación de cuerpos humanos (grupo, familia, partido, muchedumbre), algo absolutamente no humano (roca, zorro, tijeras, selva) y/o alguna combinación de humano y no humano (empresa, tren, dispositivo).

6- Pero el cuerpo humano no es algo limpio y puro. Está educado, dañado... El racismo, por ejemplo, ¿lo podríamos pensar como un afecto? En ese caso, no se trata de una lucha entre los afectos y el poder, sino que hay buenos y malos afectos, ¿cómo distinguirlos?

Jon Beasley-Murray. Como las almas, sólo los cuerpos platónicos son limpios y puros... y eso por no ser cuerpos reales, sino ideales. Además, todo cuerpo está “dañado” en el sentido de que está abierto a su alrededor, no tiene límites fijos ni bordes duros: su piel siempre puede ser atravesada, siempre está ahí la posibilidad de la disolución, de perder una parte... Este es el otro lado de la gran potencia que tienen los cuerpos: la apertura siempre puede mostrarse o sentirse como herida, llaga, amputación.

Por supuesto que el racismo tiene que ver con los afectos y los hábitos, aún con los afectos y los hábitos de los liberales biempensantes. Por eso en el libro enfatizo que ninguno de estos términos tiene un valor pre-establecido, sino que son todos ambivalentes. No hay que celebrar el afecto (contra el sentimiento) o el hábito (contra la opinión), ni celebrar la multitud (contra el pueblo). Existen afectos, hábitos y -también, a pesar de Negri- multitudes malas, que nos dañan, que disminuyen nuestra potencia. La alternativa nunca consiste en buscar la limpieza ni la pureza, porque son las mismas propiedades que nos abren a los otros las que nos permiten dañarlos, son las mismas propiedades que posibilitan la construcción de formas cooperativas de vivir juntos las que nos permiten herir a los demás.

7- En las movilizaciones recientes en España (15M, mareas, etc), los afectos han sido un motor muy importante: la indignación, por ejemplo, o la alegría de estar juntos en las calles. Pero suele decirse que ese motor “no dura mucho”, que se necesita otra cosa, algo menos errático e inconstante, un suelo firme, etc. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo pueden sostenerse en el tiempo esas politizaciones existenciales y no simplemente discursivas o ideológicas?

Jon Beasley-Murray. Creo que todo empieza por el afecto: lo que se siente. John Holloway afirma que “todo empieza por el grito”. Pero de igual importancia es la construcción de hábitos. O, mejor dicho, porque hábitos siempre hay, la sustitución de unos hábitos por otros. Un afecto como la indignación puede ayudar a la tarea de, primero, identificar y, segundo, romper con los hábitos malos, los que tienden a disminuir la potencia de los cuerpos singulares y colectivos. Pero el desafío es construir nuevos hábitos, nuevas formas estables de lo común y la comunidad. No tanto un “suelo firme”, como modos y herramientas de convivencia, que diría Iván Illich.

Es decir, lo primero es la línea de fuga, el momento en que rechazamos un sistema que ya no se soporta ni se tolera. Pero la línea de fuga es ambivalente: puede ser una línea de construcción o seguir una tendencia autodestructiva. Nunca se sabe de antemano. Todo es cuestión de experimentación y el gran valor de lo que ha estado pasando en España (pero también Grecia y en muchos lugares de América Latina) es que se han constituido laboratorios políticos de enorme potencia, vitalidad y diversidad. No siempre han tenido buenos resultados (pienso en la deriva de la “primavera árabe”), pero han supuesto una verdadera reinvención de prácticas y posibilidades políticas, sociales, culturales.
Crítica de Laclau y de la razón populista

8- Aprovechando el quiebre/desplazamiento del sentido común generado por el clima de las plazas 15M, en España aparece en cierto momento Podemos, con la intención de conquistar la opinión pública, los votos y el poder institucional. La cúpula dirigente habla en este sentido de “operación hegemónica” y se refiere a las teorías de Ernesto Laclau, el gran pensador del populismo, que le sirven de referencia. En tu libro eres muy crítico con Laclau. ¿Por qué? ¿Qué tipo de política organiza la “razón populista”?

Jon Beasley-Murray. La razón de ser del populismo es precisamente construir un pueblo. Aunque las teorías liberales proyectan el pueblo como antecedente, fuente y origen de la política, Ernesto Laclau reconoce que el pueblo no está dado, sino que hay que construirlo. ¿Cómo? Enlazando las demandas insatisfechas (“cadena de equivalencias”) en torno a un “significante vacío” (que suele ser el nombre de un líder, como Perón) con vistas a la conquista del Estado. Pero creo que se trata de una versión muy restringida de la política, que niega otras muchas alternativas existentes, a mi juicio más interesantes.

Mi crítica a Laclau es, muy resumidamente, que 1) reduce los movimientos a “demandas” que se dirigen al Estado, en lugar de ver en ellos instancias creadoras de nuevas realidades, valores y relaciones; 2) que hace de la relación entre pueblo y Estado la relación fundamental de toda lucha política, reificando y fetichizando así una instancia trascendente y separada de poder como es el Estado, que a mi juicio es un pliegue y una limitación del poder constituyente de la multitud; y que 3) coloca en el centro lo nacional, cuando el desafío político más interesante (esbozado por los movimientos de las plazas) sería inventar una nueva articulación entre los distintos niveles de la vida terrestre (la especificidad de la plaza y el barrio, lo continental, lo global).

Pueblo, demanda, Estado, nación: me parecen todos ellos conceptos limitadores de las posibilidades que abren los movimientos más recientes.

9- ¿Y cómo explicas entonces el éxito del populismo, a los dos lados del charco?

Jon Beasley-Murray. Uno de los problemas con la teoría de la hegemonía en clave populista es que acepta la auto-representación del populismo sin cuestionarla. No problematiza la idea de que la fuerza del populismo viene de la capacidad de articular equivalencias entre significantes y así construir un significante (casi) vacío que reuniría una cantidad de identidades y demandas particulares, formando con ellas un pueblo. ¡Yo no acepto la explicación populista sobre el propio funcionamiento de los movimientos populistas!

Una lectura más cuidadosa del fenómeno peronista, por ejemplo, muestra que su éxito, cuando lo hubo, vino precisamente de su capacidad para movilizar y desmovilizar cuerpos -en la plaza, en las urnas- y de convertirse en hábito. Por eso el triunfo del populismo se expresa en esa frase famosa tomada de un libro de Osvaldo Soriano: “Nunca me metí en política, siempre fui peronista”.

Esto puede explicar la gran ansiedad del discurso populista sobre la multitud: es la materia prima que se apropia y a la vez se niega. Es la gran ansiedad del populismo argentino con respecto a la insurrección de 2001, es la gran ansiedad de los dirigentes de Podemos hacia el 15M.

Por cierto que ese mismo libro de Osvaldo Soriano (No habrá más penas ni olvido) muestra la precariedad del triunfo populista: algo se le escapa siempre, su máquina de captura no lo puede todo.
¿Qué puede el lenguaje?

10- ¿El lenguaje es (o puede ser) cuerpo o cae siempre del lado de la representación y el discurso? ¿Cuál es (o podría ser) la potencia propiamente política del lenguaje?

Jon Beasley-Murray. Sí, una lectura equivocada de Poshegemonía sostiene que digo que el lenguaje no cuenta. Pero es obvio que un discurso (en el sentido de un discurso político, pero también de una conversación entre amigos, un eslogan gritado en una manifestación, un libro leído en una biblioteca, etc.) puede ser un acontecimiento y tocar los cuerpos.

Lo que yo creo -con Deleuze, Félix Guattari o Michel Foucault- es que no se explica un texto a través de lo que representa o significa, sino del modo en que funciona.Véase por ejemplo mi lectura en el libro del famoso “Requerimiento” colonial, supuestamente una justificación del derecho español en territorio americano, dirigido al indígena para informarlo y educarlo, pero que tenía sus efectos principales en habituar y moldear los cuerpos mismos de los conquistadores.

No entendemos mucho si nos fijamos sólo en lo que dice un texto, lo más interesante está en otro lado o por debajo, en el discurso como forma de organizar y sincronizar la intuición, el instinto y el afecto.

11- ¿Y qué valor le das a la explicación, a la pedagogía? Tu libro, por ejemplo, es una cierta explicación de cómo funcionan las cosas.

Jon Beasley-Murray. Precisamente por ser alguien cuya vocación y oficio es enseñar, sé que no hay que poner mucha fe en el proceso de enseñanza. Como dijo Freud, la pedagogía, por su propia naturaleza, es una de las “profesiones imposibles”.

Para mí, está claro que la enseñanza y el aprendizaje dependen muchísimo de los afectos: desde la humillación ritual de estudiante que carece de “capital cultural” hasta las posibilidades de transformación que promete el profesor apasionado. Pensemos en las representaciones icónicas de la enseñanza, como La plenitud de la señorita Brodie o El club de los poetas muertos: lo que funciona ahí no tiene que ver con la explicación, sino con otro tipo de cosas.

Mi libro intenta explicar algunos procesos tal y como yo los veo, pero no trato de convencer a nadie de nada. Más bien preferiría inspirar a algunos a formular su propia versión de la poshegemonía.
El lado oscuro de la fuerza (creadora)

12- Los movimientos políticos que te interesan son “enigmáticos, invisibles, misteriosos y fuera de lugar”. No representan ni se dejan representar. Funcionan de alguna manera como los propios afectos: opacos y sin discurso articulado, sin demanda ni proyecto. Pero ese tipo de fuerza, ¿puede ser algo más que destituyente? ¿Puede convertirse también en un poder constituyente, creador de instituciones que organicen nuestra vida cotidiana?

Jon Beasley-Murray. ¡Son muchos los movimientos políticos que me interesan! O, en otras palabras, son muchos (¿todos?) los que tienen su costado enigmático, invisible, misterioso y fuera de lugar. Para mí, no se trata de escoger los movimientos que te gustan y apostar todo en ellos, como si se tratase de una carrera de caballos. Los movimientos son procesos de experimentación y los resultados nunca se pueden predecir ¡ni prevenir! Esa experimentación sin garantías es la esencia de la política, de otro modo no estamos hablando de política, sino de implementación de planes técnicos. En cada caso, en cada momento, está presente la posibilidad de ambivalencia, de error, de desastre.

No vamos a ninguna parte sin reconocer esa opacidad inherente e inevitable de la política. Mejor afirmarla que negarla o intentar eliminarla. Sobre todo, porque es desde ese lado oscuro que emerge cualquier posibilidad de lo nuevo, de la creación. Así que lo veo todo al revés de como lo plantea tu pregunta: lo que es claro, visible, ordenado, previsible y cognoscible me parece que nunca puede ser constituyente, porque (para bien o para mal) es pura repetición de lo mismo.

Pero bueno, algo que aprendemos del hábito es que la repetición de lo mismo es otra ilusión: aún dentro de las repeticiones más regulares, algo se escapa, entra siempre la opacidad y el enigma. Y es por esto que debemos atender a estos momentos, de desviación y deriva, por sutiles y (casi) invisibles que sean.

13- Si no es la toma del poder, ¿qué sería un éxito, un logro, una victoria para los movimientos que te interesan?

Jon Beasley-Murray. La creatividad, la creación, la invención de nuevas formas de vivir; la expansión de lo común, de la comunidad. Un éxito nunca acabado, por supuesto; una victoria siempre por venir. O, en palabras del marqués de Sade, supuestamente en reacción a la Revolución Francesa: encore un effort si vous voulez être vraiment républicains! (todavía un esfuerzo si queréis ser verdaderamente republicanos)

Pensé las preguntas con Álvaro, Diego, Luis, Marga, Susana y Vicente, Alberto me ayudó con la mediación, ¡gracias! 

Referencias en este blog para pensar una hegemonía afectiva:






Entrevista a Jon Beasley-Murray, autor del importante y polémico ensayo  Poshegemonía, sobre el concepto político de moda en España gracias a Podemos: la "hegemonía".
Amador Fernández-Savater

Entrevista sobre el Colegio Público Nuñez

La marea verde es cada día. Entrevista con Isabel Bueno y Marta González, maestras del colegio Núñez de El Pozo (Madrid), sobre la pelea cotidiana por otra educación, pública y respetuosa con los niños.

Mi amiga Marta vive en Vallecas y anda buscando un colegio para sus dos niñas, junto con familias de la escuela infantil en la que están ahora. Y en esas se han encontrado con el colegio Manuel Núñez de Arenas, en El Pozo (Madrid). Ha sido, para algunas de ellas, amor a primera vista. Mi amiga me cuenta que es un colegio público y también respetuoso con las necesidades y los ritmos de los niños, que busca sobre todo estimular su deseo de aprender y leer el mundo, y no tanto abrumarles con contenidos infinitos, exámenes, deberes...

Recuerdo al hilo de su relato mi propia infancia y la tortura inútil de tantos exámenes y simpatizo inmediatamente. “¿Por qué no te vienes y entrevistas a las profes?”, me propone Marta. “Ellas dicen siempre que la marea verde es cada día, es decir, piensan y practican esa política situada de lo cotidiano (y no tanto del poder o la coyuntura) que te interesa y vas persiguiendo en el blog. Y estaría bien que otros conozcan de primera mano lo que hacen”.


Dicho y hecho, Marta, nuestra amiga común Miriam y yo aparecemos una mañana por el Núñez, allí nos reciben Isabel Bueno y Marta González, directora del colegio. Ambas hijas, madres y maestras en Vallecas. Primero, nos pasean por las aulas, escuchamos los ensayos de la increíble Orquesta de Materiales Reciclados (un proyecto patrocinado por ECOEMBES) y paseamos por sus amplios y hermosos jardines. Luego, nos sentamos a conversar largamente sobre el cotidiano de estamarea que pelea día a día por una escuela para todos y para todas, contra la estigmatización de los niños de etnia gitana que pueblan el colegio y la falta de recursos, por abrir un futuro allí donde sólo hay un muro.

1- Si os parece, vamos a empezar por la historia del colegio y del barrio que, imagino, irán muy pegadas, ¿no?

Marta: Es una historia larga, te la resumo mucho. El asentamiento de Entrevías-Pozo tiene unos cincuenta años, se forma sobre todo con la gente que viene de Extremadura y Andalucía a trabajar a Madrid. Lo cuenta muy bien Flores de luna, el documental de Juan Vicente Córdoba. Hay muchas parejas jóvenes y, claro, traen niños a porrillo. Entonces se construyen dos coles: el colegio Pozo del Tío Raimundo (que se conocía como “el de los babys blancos”, porque era de niñas que iban así vestidas) y este nuestro que antes se llamaba Jesús Rubio, un ministro de educación del franquismo. Surgen ambos como colegios muy innovadores, punteros, con mucho apoyo institucional, por la zona donde están ubicados. Y evolucionan de forma natural con la población del barrio que, evidentemente, nunca ha sido de clase media-alta.

Hace como unos veinte años, los dos coles se funden en uno, en el que estamos, el Manuel Núñez de Arenas (como fue rebautizado en la Transición). Y justo por entonces se empieza a escolarizar aquí (y en otros colegios) a muchos niños del poblado chabolista de La Celsa y luego del de Santa Catalina. Es entonces cuando empieza el éxodo de los niños de la “población normalizada”, como decimos nosotras, por distinguir y sin ninguna intención peyorativa. Nuestro colegio se convierte, como se suele decir en el barrio, en uno de “los coles de los gitanos”. Más o menos hace diez años empieza el auge de los concertados, que arrastra también mucha de esa población normalizada de los públicos. Luego volvemos sobre eso más despacio.

Isabel: Es algo que pasa en muchos otros barrios de Madrid: la población disminuye y envejece, en los colegios públicos se quedan sobre todo los inmigrantes, la población de etnia, los pocos concienciados que prefieren la enseñanza pública y los que no pueden pagarse un concertado. Hay menos alumnado. Pero creo que ahora estamos en un momento de inflexión...

2- ¿Por qué veis ahora un momento propicio de cambio?

Marta: Por un lado, hay más variedad de población inmigrante, antes predominaban los latinos, ahora apreciamos un auge de niños ucranianos y chinos. Y los niños inmigrantes van a la educación pública. Por otro lado, aunque los concertados siguen tirando mucho, siento que, con todo el movimiento de la marea verde, ahora hay más gente que cree en lo público, que quiere apostar por lo público.

Isabel: Nos encontramos en un momento de renovación pedagógica maravilloso. Y los profesores de la escuela pública hemos sido pioneros. Llevamos años tratando de romper con la idea de enseñanza académica pura y dura, con la idea de éxito entendido como buenas notas, memorización de los libros de texto y superación de los exámenes. Es un proceso que viene de lejos y que no fue nada popular entre la gente de mi generación, que hemos sido competidores natos con la idea de que nuestros hijos debían serlo también. Pero creo que las familias se van dando cuenta poco a poco de que esos cambios son positivos, de que el niño que no va tirando adelante con los exámenes no es un “fracasado”, de que hay otra manera de estar, de atender y de aprender.

Marta: Nosotros tenemos aquí una diversidad amplísima que no se encuentra en los colegios privados o concertados, socialmente muy homogéneos. A la fuerza, tenemos que aprender a trabajar de manera distinta para dar una respuesta tanto a la población normalizada como a estos niños que sólo se encuentran en la educación pública. Por eso, cualquier padre un poco consciente puede pensar: mi hijo, sea como sea, tenga el nivel académico que tenga, venga de la familia que venga, posea el carácter que posea, va a ser bien tratado en la pública seguro. Y creo que sí, que se va rompiendo de a poquito con la idea de que si tu hijo está en un aula con niños diferentes (de una determinada etnia, con dificultades de aprendizaje o una minusvalía) va a aprender menos.
Isabel: La lucha que tenemos no es sólo por qué van a aprender los niños, sino también por el cómo. Y eso choca con la visión academicista aún imperante. La primera pregunta de muchos padres es: “¿sois bilingües?” Y no, no lo somos. No creemos en este tipo de bilingüismo. Sí creemos en que los niños aprendan inglés y amplíen sus conocimientos de mil maneras, pero no de la forma establecida. También hay quien piensa que los exámenes, los libros de texto y los deberes para casa son el centro de la educación. Nosotros consideramos que hay contenidos que los niños aprenden de otra manera, que no son resultados a corto, sino a largo plazo. La educación para nosotras es algo más que un examen aprobado.

Lo que garantizamos es que, desde nuestro colegio, los niños que no presenten dificultades de aprendizaje y se críen en un entorno social adecuado pueden llegar al instituto con las mismas garantías de éxito que cualquier otro alumno. En el caso de niños con dificultades, contamos con los medios necesarios para dar respuesta a sus necesidades y con una metodología adaptada para asegurar sus avances en función de sus capacidades e intereses. ¿Cuál es la diferencia entonces? La diferencia es que otros colegios se quedan sólo con la “población de éxito” y eso es lo que venden. Y nuestra preocupación no es la población de éxito, porque damos por hecho que toda nuestra población va a ser de éxito, saque las notas que saque. Ofrecemos a todos los mejor de nosotros a nivel profesional y humano, sea cual sea su situación socio-familiar.

3- Ahora volvemos más despacio sobre eso, pero explicadme primero en qué consiste ese “cómo” de que habláis. ¿Cuál es vuestra idea de educación, qué tipo de pedagogía se desarrolla en el Núñez?

Marta: Nuestro "cómo" es una planificación muy abierta, donde se combina la manera de trabajar de cada profesor y el todo del colegio. Trabajamos por proyectos y no con libros de texto. Los libros de texto se usan como apoyo en los ciclos superiores, para que los niños salgan sabiendo manejarlos, pero no es la herramienta a través de la que se aprende.

4- ¿Qué problema hay con los libros de texto?

Marta: Nuestra idea es que hay que partir de los niños, de sus intereses, sus mundos de vida, sus capacidades, sus ritmos, su curiosidad. Y nos parece que los libros de texto nos alejan de ellos. Ya desde algo muy básico: por ejemplo, si coges un libro de conocimiento del medio de primaria salen unas casas con unas habitaciones que nuestros niños no saben ni lo que son. “¿Pero qué me estás contando? ¡Si yo duermo en el sofá porque somos ocho y no cabemos en las habitaciones!” (risas) Los libros de texto, con sus ejemplos y sus historias, nos alejan de la realidad de muchos niños, desde luego de los nuestros ¡pero no sólo!

5- Pero hablar sólo a los niños de lo que conocen, de su realidad, puede ser también muy estrecho y limitador, ¿no creéis?

Marta: Tampoco es eso. Como te digo, nosotras trabajamos por proyectos, proyectos transversales en torno a los cuales se articulan los contenidos. Por ejemplo, uno de los proyectos en los que estamos trabajando ahora es el Antiguo Egipto. Como puedes imaginar, es algo que va más allá de la realidad concreta de nuestros niños (risas). Entonces hablamos del Antiguo Egipto, aprendemos la tabla de multiplicar a partir de los kilómetros que tiene el Nilo y de los papiros que escribió tal escriba, en lugar de recurrir a los ejemplos clásicos de los libros de texto sobre el tren que sale de Valladolid o los sacapuntas que le tiene que dejar Roberto a Martita. Introduces los contenidos pero a partir de otro sitio, desde una motivación y un apasionamiento, dando a los niños la posibilidad de investigar y explorar por sí mismos, y es impresionante lo que aprenden los niños así, ¡a partir de las momias y los faraones!

6- Aprender para vosotras es algo diferente a estudiar, entiendo.

Isabel: Exacto. La profesora María Acaso, que vino a darnos una conferencia, decía que había escuchado a un niño decirle a su madre: “mamá, no tengo tiempo de aprender porque estoy estudiando” (risas). Mi hijo va a un instituto donde hay que estudiar mucho para los exámenes y se decepciona cuando no alcanza el resultado esperado porque no se corresponde con el esfuerzo realizado. Yo estoy convencida de que mis alumnos terminan con el nivel de conocimientos suficiente para abordar la secundaria, del mismo modo que aquellos que invierten su “tiempo de niñez” absorbiendo un sinnúmero de contenidos memorísticos, temas que no llegan a interiorizar (pero que hay que dar porque viene en el libro) y deberes, posteriores a su “jornada laboral”. Aquí enseñamos para la vida, no sólo para el trabajo.

Marta: Nosotras tenemos además otras virtudes: una capacidad para improvisar respuestas en lo cotidiano a partir de los retos que nos plantean nuestros niños, un gran equipo de trabajo que busca integrar en el colegio a los padres y a otros agentes sociales del barrio, etc. Con las familias hay mucha cercanía, son muy libres de venir, hay mucha confianza. Conocemos su vida, sus problemas, sus logros. Y tenemos abiertas las puertas del aula y del patio a los padres para que vean cómo se trabaja con los niños. ¿Que puede haber problemas con algún padre? Lo preferimos a mantenerlos alejados del colegio.

7- ¿Qué diferencia haces entre enseñar para la vida y para el trabajo, Isabel?

Isabel: La educación para el trabajo nos encierra en caminos prefabricados. A la población marginal le niegan el futuro. Y a la población normalizada se lo definen estrictamente. Nos educan para seguir una línea, no para la vida. Uno de mis objetivos es lograr que mis alumnos vean que tienen otras puertas. A los que se las niegan, que vean que existen. Y a los que se las definen, que vean que hay más y sepan elegir. En ese sentido, en este colegio caben todos, mientras que en otro tipo de educación sólo caben los que siguen un camino establecido. Eso es para mí enseñar para la vida: abrir el futuro.

8- ¿Qué otros aspectos conforman el “cómo” educativo del Núñez?

Isabel: Son muchos a destacar, pero como ejemplo podríamos mencionar el papel de la asamblea. El término sirve en otros colegios para designar el espacio de resolución de conflictos, pero nosotras pensamos la asamblea más como el lugar abierto donde los niños pueden hablar. Hay asambleas de aula, donde se combinan los puntos que los profesores quieren plantear y los que proponen los propios niños. Y reuniones de delegados. En estas últimas participan niños de primero hasta sexto y sirven para establecer puntos comunes de funcionamiento desde la responsabilidad y la implicación del alumnado.

En la primera que hicimos se presentaron los más pequeños (que estaban para comérselos con sus hojitas de reivindicaciones por escrito) y levantaron un revuelo tremendo porque se quejaron de que los mayores les sacan todo de sus cajas cuando van a sus aulas, las pulseritas, etc. Los mayores les respondieron con sus argumentos… y surge el diálogo, la toma de decisiones y los acuerdos. La asamblea no es el escenario donde dar la lección magistral del adulto, es el espacio comunicativo de los niños, donde la maestra solo ejerce como moderadora. Los niños aprenden a hablar con otros, y no sólo por ellos mismos, sino también por los demás, porque tu voz en ese momento es la voz del grupo. Es todo un aprendizaje.



En el patio del Núñez, foto: Miriam Martín
Estigmas

9- Los niños que vienen al Núñez son niños estigmatizados, ¿cómo es este estigma? ¿Cómo lo trabajáis?

Isabel: Este barrio está muy dividido entre quien en su día accedió a la formación académica y varió su estatus social y quien no se formó. Los que consiguieron un cierto éxito socio-económico quieren lo mismo para sus hijos y de ahí el éxito de los centros privados-concertados. En los privados-concertados, los niños con “proyección de éxito” no se juntan con los otros ya que su ritmo de aprendizaje puede ralentizar los avances del resto. ¿Cómo lo trabajamos? Haciéndoles que ganen confianza en si mismos, en sus capacidades y en sus posibilidades de cambio. Ofreciéndoles la llave para que abran nuevas puertas. Saben que creemos en ellos.

10- Pero explicadme: el cálculo de la familia que saca al niño del colegio público y se lo lleva al concertado, ¿cuál es?

Marta: Se busca sobre todo el mejor nivel académico. Los concertados son colegios de éxito académico. Es cierto, pero ¿por qué? La política de los colegios concertados es de selección, mientras que la política de los públicos es deinclusión. A nosotros por ejemplo nos llegan en el mes de febrero niños que salen de los concertados porque no han pasado los exámenes o se han quedado sin beca. Es decir, los concertados son colegios de éxito ¡porque los niños que no tienen éxito van fuera! Bueno, siempre hay excepciones y en Vallecas conocemos algunos concertados cuya política no es esa, concertados con vocación de pública, pero, realmente, son una minoría.

Incluso hay orientadores de centro que aconsejan a las familias de los niños con dificultades de aprendizaje: “llévalo a un colegio público, allí tienen más recursos de apoyo y menos exigencias, estará más a gusto”. Y cuando llega la prueba de 6º de primaria (11 y 12 años), los concertados tienen un aprobado del 98%. ¡Claro, los que suspenden ya no están allí! Al entrar en la página web del Ministerio de Educación, en el famoso buscador de centros, ese es el primer dato que aparece en el ranking de los colegios que se elabora ahora.

11- ¡Pero ese ranking es algo terrible!

Isabel: Cuando se implantó, hace unos cuantos años, se suponía que la prueba iba a ser algo completamente interno. La idea era que nos ayudaría a ver dónde fallábamos y qué recursos necesitábamos para mejorar. Pero nunca fue así. Las notas se publicaron enseguida en los periódicos, salieron en la televisión, la Comunidad de Madrid hizo un baremo y de pronto nos encontramos compitiendo (por alumnos y recursos) con los colegios privados y concertados. Una competencia desleal e imposible. Nos ponen en un mismo nivel, ¡como si los alumnos, los recursos, los contextos o los problemas fuesen equiparables!

12- Y ante eso ¿vosotras qué hacéis?

Marta: Yo llevo catorce años en el colegio y hemos pasado por distintas fases. Entré en el momento en que la población que económicamente se lo podía permitir comenzó a decantarse por los centros tradicionalmente académicos. Entonces había un 50% de niños gitanos, ahora es el 70%. Los profesores estábamos resignados: “se nos van los buenos, nos quedamos con los difíciles, hay que irse de aquí, pedir un traslado”. Luego vino otra fase: “nos quedamos, pero hay que intentar que venga población normalizada, vamos a hacer esto y lo otro”. ¡No pensábamos en los niños que teníamos enfrente, sino en los que queríamos que viniesen!

Desde hace cuatro o cinco años, la mentalidad ha cambiado: “esta es nuestra realidad, estos son nuestros niños y se merecen toda la calidad educativa que podamos darles”. Trabajamos a tope para los niños que hay y no para los que puedan venir y esa es la mejor manera, paradójicamente, de que otros quieran venir. Porque salimos fuera, abrimos un blog para que se vean las cosas tan chulas que hacemos, lo que aprenden y lo felices que son nuestros alumnos, comunicamos lo que hacemos y eso atrae a otros.

Isabel: Queremos a nuestros niños, se merecen las mismas oportunidades y la misma calidad educativa que los alumnos de cualquier otro colegio, aunque sean niños muy movidos y unos revoleras con una impulsividad que resulta desesperante a veces (risas). Así es como entendemos el principio de equidad que se promulga en las leyes educativas y que garantiza el derecho igualitario a la educación recogido en la Constitución. Para ello es necesario que desde las Administraciones se entienda que no todos los colegios tienen las mismas necesidades y se atienda de forma prioritaria a aquellos que demandan ayudas específicas para dar respuesta a su población, en forma de dotaciones económicas equitativas y recursos humanos imprescindibles para una buena práctica docente.

13- Pero, ¿qué les pasa a los niños gitanos, cuáles son esas “dificultades” de aprendizaje específicas de las que habláis?

Isabel: Aquí entramos en un nivel de generalizaciones muy resbaladizo. Pero podemos decir que son niños que se mueven con códigos y en entornos que no son los empleados por el resto de la población. Tienen un lenguaje muy directo, dicen las cosas tal y como las sienten. Algunos no tienen la misma capacidad para gestionar las emociones que puedan tener niños de otros entornos. Su idiosincrasia y sus rasgos culturales pueden resultar chocantes para los alumnos de nueva incorporación y un hándicap a la hora de que las familias se planteen matricular a sus hijos en nuestro centro. La percepción social es que, por el hecho de tener mayoría gitana, la violencia es la pauta común, nada más lejos de la realidad. Al igual que en otras escuelas surgen conflictos, la diferencia es que nosotros llevamos varios cursos desarrollando un Plan de Convivencia enfocado no sólo a paliar los problemas cotidianos, sino también la manera de abordarlos en el futuro.

Respecto a las dificultades de aprendizaje, no son generales sino individuales y vienen potenciadas por el papel que se les ha asignado a los gitanos. Yo siempre les digo que nadie distingue a un gitano integrado en la sociedad (y son muchos), pero sí a aquellos que deciden vivir al margen de la misma. Muchos de ellos tienen interiorizado que ese es su lugar y se sienten incapaces de cambiar una realidad que para ellos ya está escrita. Ese es el tipo de dificultades de aprendizaje a las que nos referimos y ese es el “muro” que día a día nos empeñamos en derribar, no sólo los maestros, también muchas de nuestras familias gitanas que, al igual que cualquier otra, sueñan con un futuro mejor para sus hijos.

14- ¿Hay diferencias de códigos y una gran cantidad de estereotipos entonces?

Marta: A nivel de aprendizaje, y corriendo de nuevo el riesgo de generalizar, puede ser que nuestros niños tengan menos capacidad de atención que otros. Están menos habituados a quedarse quietos y escuchar un cuento, por ejemplo. Se mueven, interrumpen. Su vida, el entorno en el que se educan, es diferente. Los padres se buscan la vida día a día, trabajando en la venta ambulante sobre todo. Todo eso influye. Pero también aquí hay que matizar: hay familias que viven en una gran precariedad y con lo que tienen, otras están más estables, pero ninguna familia vive ya en chabola, todas viven en pisos. Y la gran mayoría de los niños vienen al colegio perfectamente lavados y comidos.

15- Todas estas diferencias, en las formas de vida y los códigos, ¿son sólo déficits a la hora de educar o también pueden aportar algo positivo?

Isabel: Yo tengo muy claro lo que mis niños pueden enseñarles a otros, libertad, espontaneidad, recursos personales, desparpajo y sencillez. Hoy hay una tendencia a criar niños probeta, sobreprotegidos y sobrecuidados, alejados completamente de la realidad. Los niños ya no juegan en la calle por miedo, les lavamos las manos mil veces, ninguno lleva el moco colgando y cuando lo hacen al minuto están vacunados y en la cama con un termómetro. Por el contrario, nuestros niños saben lo que es vivir en la calle (entendida como espacio social). Saben lo que son los árboles y las aceras, ensuciarse o enfrentarse a sus propias frustraciones. Hacerte mayor en la calle no es ser un macarra, sino saber abordar situaciones desde la experiencia personal, ese grado de madurez que los adultos de ahora aprendimos del mismo modo y que sin embargo, con nuestra forma de educar, evitamos para nuestros hijos.

Marta: Son generalmente niños muy divertidos, muy alegres y muy sinceros, para lo bueno y para lo malo (si te ven gorda, ¡te lo van a decir!). Muy afectivos y transparentes. Cuando se enfadan lo hacen con mucha rabia y cuando están felices se suben por las paredes. Y generosos, son muy generosos. Aquí hay muchas familias numerosas y es raro el niño que no tiene tres hermanos. No toleran que otro niño se quede sin comer teniendo ellos un bocadillo, por ejemplo. Enseguida le dicen: “ten, primo” y le dan la mitad. Están acostumbrados a que todo es de todos y hay que compartir.

Lo público y sus resquicios

16- Me gustaría preguntaros por vuestra relación con la administración de la educación pública.

Marta: El cambio de leyes educativas es un gran problema. Entra un gobierno, hace una ley. Entra otro gobierno, la quita. Un trasiego que además, últimamente, es cada vez a peor. Los profesores, para sobrevivir, nos preguntamos: ¿qué es lo que funciona, qué es lo que necesitan nuestros alumnos? Y para desarrollar nuestra pedagogía y nuestras prácticas, lo que nosotros decidimos sobre el terreno que los niños necesitan, buscamos los resquicios de la ley si es necesario. Trabajamos cómo creemos que hay que trabajar lo que nos dicen que hay que trabajar.

17- ¿Imagináis otras leyes y otra organización general de lo educativo, donde no haya que buscar los resquicios, sino que sea un marco que facilite vuestro hacer?

Isabel: El gran error es considerar que los profesores tienen que hacer su trabajo dónde y cómo les dicen y ajustarse a lo “estrictamente marcado” sin tener en cuenta el precepto de “curriculo abierto”, que supone la adaptación de lo normativo al entorno educativo donde se va a aplicar. Una escuela son sus profesores y su filosofía pedagógica. Otro error, me parece, es partir del hecho de que hay sólo una escuela, de que hay sólo una educación, cuando hay muchas, como hay muchos mundos.

Marta: Me conformaría con que se permitiese que una persona que quiere trabajar en un colegio -por ejemplo, un interino que no ha aprobado su oposición pero que ha funcionado bien en un colegio y que el equipo docente garantiza- pueda hacerlo. Y lo contrario: que quien no quiera trabajar en un colegio se pueda ir.

Isabel: Que podamos enseñar sin presiones academicistas que influyen negativamente en el aprendizaje activo del educando y no garantizan su éxito, sino que fomentan la desigualdad y amplían el cupo del llamado "fracaso escolar", sobre todo en los sectores más débiles y con menos recursos.

Por otro lado, que faciliten a los centros públicos la configuración de equipos docentes estables: solo de este modo se puede proyectar, poner en práctica, reajustar, volver a poner en práctica... dar la posibilidad de crear un equipo educativo potente que de continuidad a una labor pedagógica conjunta y continuada. Es todo un reto establecer un proyecto consistente cuando el 50% de la plantilla cambia cada curso.

18- ¿Participasteis en la marea verde en defensa de la educación pública? ¿Qué supuso para vosotras?

Isabel: Participamos y nos quedó muchísimo. El trabajo de la marea verde es muy importante, aunque sus éxitos no hayan sido tal vez tan visibles como los de la blanca. Uno de los lemas más potentes fue: “resistir para transformar”. Y en eso estamos, desde las plataformas que continúan, las reuniones quincenales y, sobre todo, en el día a día del colegio. No hay un antes y un después. La marea verde es la expresión social de ese movimiento de renovación pedagógica del que hablábamos antes. En el congreso internacional de educación celebrado en Bolonia (Italia 2014), los docentes mejicanos tenían un lema que nos presentaron a todos los maestros participantes “luchando también estamos enseñando”.

19- Muchas gracias, Marta e Isabel, por vuestro tiempo y vuestras palabras. ¿Queréis añadir algo más, antes de cerrar la entrevista?

Marta e Isabel: ¿Qué pedimos en esta entrevista, qué os pedimos a vosotros? Queremos nuevos amigos. Gente que quiera compartir su tiempo y que nos apoye en la revitalización de nuestro cole y de la escuela pública en general. Creemos que nuestros niños se merecen tener nuevos amigos, amigos diferentes e iguales a ellos. Rozarse con otras experiencias de la vida. Eso, simplemente.

Posdata: Desde hace cuatro años, las maestras del Colegio Manuel Núñez de Arenas trabajan, junto con la Asociación PSII (Participación, Sostenibilidad, Innovación, Inclusión), por la revitalización de este colegio de El Pozo. Entre sus proyectos recientes, es importante citar “De la India al Pozo”, donde los niños investigaron sobre el éxodo del pueblo gitano, el Proyecto Z_Oma, para el cual organizaron un crowdfounding, y la ya mencionada Orquesta de Instrumentos Reciclados, que enorgullece a sus familias.