miércoles, 4 de enero de 2017

Decálogo feminista para hombres cis* o decálogo para hombres cis que realmente quieren la igualdad

Solo hace falta abrir un poco los ojos y mirar el mundo que nos rodea con un poco de perspectiva feminista o de género, para rápidamente confirmar que vivimos en un mundo aún profundamente desigual y en el que se ejerce violencia de forma sistemática contra las mujeres, las minorías sexuales y de género. No aburriré con datos ya de sobra conocidos, y si no se conocen, de fácil acceso (salarios desiguales, división sexual del trabajo, quién concilia vida laboral y doméstica, techo de cristal, etc.) o con cifras que, a pesar de su dureza escalofriante y supongo que debido a su cotidianidad, parecen provocar una lacerante insensibilidad e inmovilismo en amplios sectores de la sociedad, sobre todo entre los hombres cis (véanse feminicidios, agresiones sexuales, asesinato de niñas y niños como agresión a sus madres, trata con fines de explotación sexual, violaciones como arma de guerra, mutilación genital femenina, etc.).

Sin embargo, sí es necesario hacer un pequeño esfuerzo para ver que, desde hace ya algún tiempo, se viene poniendo en cuestión la suficiencia de tener un discurso proigualdad, llevar a cabo ciertas actividades domésticas o de cuidados o incluso desear la igualdad, para realmente estar aportando algo por conseguirla. Y he aquí la pregunta que motiva este decálogo, ¿son suficientes el acercamiento por parte de los hombres cis a espacios, actividades y responsabilidades tradicionalmente feminizadas y la afirmación de un discurso proigualdad como formas de acción contra la desigualdad de género?

Mucho me temo que no.

Muchas y muchos estaremos de acuerdo en que la raíz de la desigualdad de género es la ideología machista, cuyo fin último es la dominación y sumisión de las mujeres y las minorías sexuales o de género, con el fin de perpetuar la relación de poder de los hombres sobre estas. Esto puede parecer un simplismo o algo obvio, pero no lo es tanto si lo transformamos en preguntas: ¿se pueden compartir los cuidados de hijos e hijas y seguir teniendo una relación desigual de poder? (cámbiese “los cuidados de hijos e hijas” por cualquier actividad o responsabilidad tradicionalmente feminizada) , ¿se puede afirmar que las mujeres deberían cobrar un mismo salario por el mismo trabajo y sin embargo seguir manteniendo relaciones desiguales de poder? (cámbiese “cobrar un mismo salario por el mismo trabajo” por cualquiera de las expresiones de las desigualdades de género).

Y atreviéndome a dar una paso más allá, pregunto ¿y qué pasa con la violencia machista? Evidentemente la mayoría de nosotros nos situaremos diametralmente en contra de los asesinatos de mujeres y niños/as y de las violaciones, abusos y agresiones sexuales, faltaría más. Pero llegados a este punto es importante advertir que la violencia, más que una categoría dicotómica (ejercer violencia-no ejercer violencia), es un continuo de conductas que transita desde “No ejercer ningún tipo de violencia” hasta el “asesinato de mujeres” como forma más extrema de la misma[1], pasando por el control, la invisibilización, el menosprecio, el aislamiento, el no aceptar un “no” por respuesta, el humor sexista, el no dejar espacios de opinión y/o desarrollo personal, las actitudes paternalistas o el chantaje emocional entre otras muchas formas de agresión. Como hombres cis tenemos que reflexionar sobre dónde nos situamos en este continuo y, por tanto, qué tipo de violencias podemos estar ejerciendo o haber ejercido en algún momento de nuestra vida.

Con el fin de poder situarnos adecuadamente en la lucha contra el machismo y sus violencias, y no alimentar consciente o inconscientemente la desigualdad de género, os propongo el siguiente decálogo:

Decálogo feminista para hombres cis
Renunciar al poder sobre las mujeres y las minorías sexuales o de género en cualquier contexto, de forma explícita, diciéndolo o gritándolo cuando sea necesario, o callándote y dando un paso atrás[2] cuando la situación lo requiera[3].
No ser ingenuo, no basta con que tú no te sientas un hombre cis, la sociedad patriarcal te identifica como tal y te confiere privilegios como tal. Renunciar a ellos no va a ser tan fácil.
Identificar, desenmascarar y luchar contra el sexismo, el machismo y la trans-lesbo-homofobia allí donde se produzcan.
Dejar de ejercer cualquier tipo de violencia machista y luchar contra ella y contra la cultura de la violación.
Poner el cuidado de la vida en el centro de todo lo que hagas.
No caer en la autocomplacencia. Somos el sujeto político en el que el patriarcado se encarna. Hacerse consciente de ello y el proceso de cambio son dolorosos, pero no somos víctimas del patriarcado al mismo nivel que las mujeres. Está en nuestras manos comenzar a expresar nuestros sentimientos, implicarnos en los cuidados o dejar de asumir conductas de riesgo, pero en las manos de las mujeres no está el dejar de ser minusvaloradas, violadas y asesinadas por hombres.
Asumir la responsabilidad del cambio hacia una sociedad más justa e igualitaria.
Cuestionar qué es ser hombre y qué es ser mujer, así como los roles y prácticas asociados, hasta que los límites y fronteras se borren y todas las personas podamos ser iguales y libres.
Reconocer a los feminismos como el marco teórico y la tradición de pensamiento y lucha política desde los que luchar contra el machismo y sus violencias.
Explicar todo esto a otros hombres cis (y a quien le pueda venir bien).

En definitiva, como hombres cis tenemos que transitar hacia espacios donde tradicionalmente no ha habido nadie o muy pocos hombres cis. Como ejemplo, John Stuart Mill[4] estableció una relación personal e intelectual de respeto, reconocimiento y admiración con Harriet Taylor y tras 20 años de relación nada convencional para la época que les tocó vivir, y para nada exenta de dificultades, renunció públicamente y por escrito a los derechos que el matrimonio en la Inglaterra de 1851 le otorgaba sobre su mujer. Y luego supongo que negociarían quien plancha o deja de planchar y quién hace las tareas con los/as niños/as. También escribieron diferentes ensayos sobre el matrimonio y el divorcio en los que reflexionaron sobre cómo vivir las relaciones de pareja de forma que estas no supongan el sometimiento de la mujer, sino un contrato entre iguales.

Con esto no quiero decir que haya unas tareas más elevadas que otras o que no sea crucial el compartir la responsabilidad en la realización de tareas tradicionalmente feminizadas. Lo que quiero decir es que no será hasta que los hombres cis, además de asumir responsabilidades y actividades tradicionalmente feminizadas, nos posicionemos real y públicamente fuera y frente a la ideología machista, nos dispongamos a desactivar constantemente todas las situaciones en las que de una u otra forma se nos confieren injustos privilegios y dejemos de ejercer cualquier tipo de violencia contra las mujeres y minorías sexuales o de género, cuando empecemos a avanzar efectivamente contra la desigualdad de género y sus violencias.

*El prefijo “cis” o el término “cissexual”, “cisgénero”, señala a una persona que está cómoda y de acuerdo con el sexo y el género asignados en el nacimiento. Para más información: http://glosario.pikaramagazine.com/glosario.php?lg=es&let=b&ter=biomujer-y-biohombre-cismujer-y-cishombre

[1] Luis Bonino, 2009. Hombres y violencia de género. Más allá de los maltratadores y de los factores de riesgo. Madrid: Ministerio de Igualdad.


[3] Identificar estas situaciones y qué se requiere de nuestra parte en cada una de ellas también es un acto por la igualdad, así que presta atención.


Nacho Álvarez Lucena en Pikara magazine

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