miércoles, 21 de enero de 2015

Pareja o la gran colaboración

El concepto actual de pareja, el más extendido, hace enfermar y estancar la vida de muchos. Instalados por inercia en un nivel de consciencia adolescente ven el encuentro con la pareja como una meta vital, una llegada, un final. La dimensión de tal logro es tan primordial para ellos, sienten tanta necesidad por cubrir, que suelen suceder dos cosas:

Lo que más se desea, al vivirse como premio final, se convierte en lo que más se teme. Conseguirlo es terminar. ¿Qué queda después?, piensan inconscientemente. Así que se especializan en dejar pasar, en aplazar, en huir de la magia cotidiana. Y se instalan en una magia tonta y prefabricada en la que, por supuesto, nadie termina de encajar a su antojo. El misterio de la vida les aterra. Así que sólo juegan a ser misteriosos. Se vuelven cobardes. Dosifican el placer hasta que lo extinguen. Prefieren soñar con un ideal que, sin embargo, no saben realizar en sí mismos.

También puede suceder lo opuesto. A veces es tal el afán, el impulso por alcanzar esa meta inventada y absurda, que algunos se emparejan lo antes posible para calmar la ansiedad, para sentirse seguros, para no sentir que han fracasado en la búsqueda. Se conforman con poco. No se quieren y, por eso mismo, no saben querer. Sólo utilizan al otro para saciar su sed de pareja. Entonces, una vez conseguido, los miembros se acomodan y se encierran en la propia relación. La manifestación del amor se agota en ellos. Y la relación muere, o se convierte en tristeza.

Pero existe otra forma de encontrarse y compartir con alguien. Como un principio continuo, y no como el final de nada. Según la alquimia, el dos produce el tres. Una pareja no son sólo dos personas que deciden caminar juntas. Son un centro de creación, de apertura hacia el mundo. Son un laboratorio mágico, cuyo sentido es la transformación y evolución de la realidad. De dos consciencias unidas a través del amor nace una tercera, más profunda y compleja que la mera suma de ambas. Una mezcla única. Una pócima poderosa.

Toda pareja supondría, así, la apertura de una puerta misteriosa, el comienzo de una camino impredecible, la unión de dos felicidades completas, como dos varitas mágicas, para expandir la sabiduría a través de una nueva familia, o de una nueva obra, o de ambas. Es decir: a través de un nuevo universo. La pareja sería un punto de partida, una explosión infinita.

Si ambos miembros son conscientes de esto, entonces se tiene un profundo respeto por la individualidad, por la libertad del otro; porque ese es, precisamente, el tesoro a compartir en la gran obra mutua, el ingrediente necesario de cada uno. Nada se sacrifica. Todo se enrriquece y se expande. Se crea una confianza capaz de unir más allá de las formas. Se deja de competir. Desaparecen para siempre los celos, el miedo. Cada día es un inicio. No hay necesidad que colmar. El amor lo inunda todo. Se comienza a dar al mundo los frutos del amor personal que se vive en privado. Se des-cubre que toda intimidad se transforma en algo universal, y que se está al servicio de un misterio mayor. El amor, la creatividad, la alegría... todo se multiplica. Y si un día la relación termina, no lo hace el amor. La separación, aunque sea definitiva, aunque las personas jamás se volvieran a ver, se convierte también en un bello principio. Porque se tiene la certeza de que la muerte no existe.

Aquí estoy. Desnudo ante ti. No hay meta que alcanzar. El viaje es interminable, hasta que queramos, o siempre. Hoy empieza todo entre nosotros, y nosotros dedcidimos cómo. Soy transparente porque no tengo miedo y, aunque no nos conoceremos nunca, soy capaz de inventarme contigo, continuamente. No voy a medir los tiempos, ni el deseo, ni voy a llevar la cuenta de nada. Confío plenamente en ti, porque confío plenamente en mí. Jamás podré perder nada porque lo soy ya todo. Y mi corazón, al no protegerse, siempre está a salvo. Eso es lo que "yo" llamo: la gran colaboración.

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