sábado, 22 de febrero de 2014

La falacia de la mujer libre


Qué fácil es sentirte tonta por sufrir el machismo de los tíos, ¿verdad?
Seguro que incluso alguno o alguna viene y te dice, “cómo te dejas hacer eso” , “no te quieres nada”.
Las mujeres, como sujeto oprimido, desarrollamos resistencias y afrontamientos más o menos exitosos al machismo, pero no somos superwoman. No podemos acabar con el machismo que lo permea todo, incluso nuestra psique, solo por ser las más listas, las más liberadas, las más espabiladas en nuestra vida.
El mandato o rol de la superwoman está directamente vinculado con una falacia, “la falacia de la mujer libre”. Muchos hombres y muchas mujeres creen que si una mujer tiene suficiente autoestima y astucia se puede proteger del machismo por sí sola. La falacia de la mujer libre considera, pues, que el feminismo es innecesario. De hecho, lo acusa de victimizar a las mujeres, de proteccionista.


La falacia de la mujer libre lleva a muchas mujeres a rechazar el feminismo, ya que aceptarlo sería aceptar una vulnerabilidad, una debilidad, que no somos tan superwoman como creemos, que no tenemos siempre el control.
La falacia de la mujer libre es a la vez otra forma de culpabilizar a la víctima, de culpabilizarnos de una opresión. De marcada evidencia son frases tan habituales como “no consientas que te pegue”
El ser humano tiende a subestimar su vulnerabilidad, su dependencia. Sobre todo cuando es joven y aún cree que puede comerse el mundo, decidir en libertad sobre su futuro, y tener el trabajo que le plazca.

Ese optimismo irreal ayuda a la supervivencia en muchos casos. Es una estrategia de afrontamiento de la incertidumbre vital que nos permite planificar y luchar por logros con mayor éxito.
Sin embargo, el optimismo irreal, en el caso de la opresión, tanto de clase como de género, es disfuncional. Ya que pondera un afrontamiento netamente individual a problemas colectivos.
La falacia de la mujer libre es un pensamiento típico de sociedades neoliberales: “un individuo apto puede defenderse solo”  Y se ceba con mujeres de ideología neoliberal.
Debido también a esta falacia de la mujer libre hay muchas menos feministas jóvenes que mayores. Porque es a menudo la experiencia de la vida la que nos va mostrando la falsedad de nuestra idea de control y omnipotencia.
La falacia de la mujer libre está en el imaginario colectivo. Por eso nos imaginamos a las mujeres que enfrentan maltrato de sus parejas como pobres diablas. Tenemos la idea de que el machismo sólo afecta a las débiles, ignorantes, o extranjeras, que aún no se saben defender. Por eso sorprende sospechar que Simone de Beauvoir u otras mujeres feministas, intelectuales, cultas, pudieron enfrentar maltrato. Nos preguntamos, ¿cómo una mujer tan lista pudo soportar esto?
De nuevo suponemos en la víctima más responsabilidad sobre su maltrato de la que desgraciadamente tiene. De nuevo sobre-estimamos nuestra libre elección.
La falacia de la mujer libre es profundamente falaz, porque a veces somos las mujeres más libres, más brujas, las primeras que acabamos en la hoguera. Por ser díscolas, “las mujeres más libres”, a menudo sufrimos mucho maltrato. Y los asesinatos de género a menudo se agudizan cuando la víctima se hace más autónoma, se libera.
La falacia de la mujer libre nos refuerza en una idea causal del patriarcado que es atávica, falsa, pero permanente: que el patriarcado existe porque la mujer es débil, que somos el sexo débil.
Y nos aleja de la realidad patriarcal, de que el patriarcado existe porque muchos hombres perpetúan su dominación a través de la crueldad y el abuso estructural.
Es pues 1) el patriarcado, en estrecha intersección con 2) el neoliberalismo (idea neoliberal del pionero, del individuo solo y capaz de superar toda opresión), y 3) un error cognitivo (el exceso de locus de control interno) lo que crea la falacia de la mujer libre. Alimentada posteriormente por la destrucción de la sororidad entre mujeres que se produce de manera aguda en la adolescencia, perpetuándose a menudo de por vida, y que desincentiva las luchas colectivas y las alianzas.
El individuo solo puede resistir y desarrollar estrategias para enfrentar la opresión, pero nunca podrá esquivar por completo la dominación y mucho menos, acabar con ella.
Acabar con la dominación es una lucha tanto individual como colectiva. Y siempre una tarea titánica.  


Miranda Escribe

miércoles, 5 de febrero de 2014

Cómo saber si mi amor es patriarcal

Claves para encontrar el patriarcado dentro de un@:

-La Posesividad es patriarcal: la gente no es tuya: te acompaña un ratito en el camino. Se nos olvida que todos nacemos libres y que los humanos no somos mercancía, se nos olvida que a la gente hay que quererla como a los pájaros que vuelan libres y acuden libremente a tu ventana. Encerrar pajaritos lindos y cortarles las alas es una auténtica crueldad. Se nos olvida todo esto mientras cantamos canciones de amor patriarcal: "Yo soy tuya para siempreeeee", "Él es mío todo mío, mi amor es todo para él...", "Sin ti no soy nada". 

-Las jerarquías del Amor son patriarcales: Darle todo el amor a una sola persona es jerarquizar sentimientos. Todos estamos rodeados de gente que nos aprecia y a la que apreciamos. Tenemos familia, amigos y amigas, y gente con la que compartimos aficiones. Olvidarse de estas redes de amor y vivir por y para una sola persona es totalmente antinatural. Una sola persona no puede ser nuestra única razón para ser felices. Demasiada responsabilidad... Tu felicidad está dentro de ti y en las redes de afecto que has construido. Decir cosas como "Estoy sola" cuando hay un montón de gente que te quiere, es patriarcal. Jerarquizar afectos y emociones es patriarcal, porque abriendo un poco nuestros horizontes afectivos nos daremos cuenta que el querer es un fenómeno muy diverso.

- Someterse o dominar a la otra persona es patriarcal, porque las relaciones basadas en la lógica del amo y el esclavo son patriarcales. Si estableces relaciones basadas en luchas de poder, estás reproduciendo la dinámica patriarcal de las relaciones sádicas y masoquistas. No hablo de la gente que juega en la cama, sino de la gente que disfruta humillando o dejándose humillar fuera de ella. Las herramientas de control y dominación son sutiles y apenas visibles, por eso tanto mujeres como hombres al juntarnos asumimos roles contrarios y reproducimos la batalla eterna de género. Ellas tratarán de retenerlos en el calor del hogar, ellos tratarán de hacer respetar su libertad y sus espacios. Ellos tratarán de que ellas se queden en el calor del hogar, ellas defenderán sus derechos y libertades... unas y otros tratando de llevar a su terreno a la persona amada, a la que probablemente conocieron libre.

- Exigir a alguien que permanezca a  tu lado aunque ya te haya expresado su desamor o su rechazo, es patriarcal. El amor no se puede exigir, se da, se recibe, se comparte libremente. Cualquier mecanismo violento para doblegar la voluntad ajena es patriarcal: amenazas, chantajes, estrategias sucias, etc. Así pues, no permitas que nadie te obligue a hacer nada, y pon ojo cuando tú necesitas algo de alguien... no sea que sin darte cuenta te portes mal. Haz autocrítica para ver si eres una persona con ética amatoria o si careces de escrúpulos en el mundillo de las relaciones amorosas...

-Portarse mal con la persona amada es patriarcal, porque las mentiras, las traiciones, los gritos, la violencia, las exigencias, la humillación, el chantaje, los insultos, las  amenazas, el mal trato, el control y la vigilancia, los reproches continuos son patriarcales. Si no tratas con amor a tu pareja, en un plano de igualdad y cariño mutuo, tienes que plantearte cómo cambiar y despatriarcalizar tu forma de relacionarte. Porque los malos tratos son patriarcales, vengan de donde vengan.

-Aguantar que se porten mal contigo es patriarcal. Porque somos capaces de aguantar situaciones espantosas y creemos que lo hacemos "por amor". La cultura sublima a la mujer que sufre, a la dolorosa, a la llorona, porque solo alcanza grandeza cuanto mayor es su sacrificio. Así que muchas cumplimos el papel de mujeres sufridoras sin medir las consecuencias que esto tiene en nuestro bienestar, en nuestra psique, en nuestras emociones. Cuanto peor se portan con nosotras, más vulnerables y dependientes somos. Y como nos han enseñado a esperar a que las cosas cambien por sí solas, o que alguien venga a salvarnos, tardamos mucho en darnos cuenta de que nuestra pareja no es buena persona con nosotras, aunque de cara a los demás parezca un amor. El masoquismo es patriarcal y hay que evitarlo: es cierto que nos cuesta aceptar que no nos aman, o identificar cuándo nuestra pareja o amante no nos está tratando bien. No es  fácil saber cuándo es el momento de parar esas situaciones que nos van dejando huella y se prolongan a veces toda una vida, pero cualquier momento es bueno para romper con las cadenas que nos aprisionan, nos empequeñecen, nos torturan con sufrimientos románticos. Por ejemplo, ahora mismo.

-Ser egoísta es patriarcal: Estar siempre pensando en lo que "necesitamos". En nuestro deseo, nuestros sentimientos, en lo que el otro no nos da. Estar siempre exigiéndolo. Aislar a tu pareja de su círculo familiares y redes afectivas es patriarcal. Pretender encerrar a tu pareja en el ámbito doméstico es patriarcal. Tener a tu pareja siempre pendiente de ti es de ser una persona egocéntrica. El ego nos tiende muchas trampas patriarcales, y se adapta estupendamente a los privilegios de género...


- La culpabilidad es patriarcal. Porque es un arma que sirve para bloquearnos y oprimirnos. Porque podemos utilizarlo como arma para oprimir a los seres amados en actos de chantaje terrible. Las mujeres hemos vivido inmersas en esta cultura cristiana de la gran culpa y del pecado de Eva, por eso nos sentimos mal por todo: porque rompimos la relación que no nos hacía felices, porque trabajas y no cuidas a tus bebés, porque no das el cien por cien a diario, porque engordamos si no hacemos ejercicio, porque tomamos decisiones o porque no las tomamos...  Pero también intentamos que los demás se sientan culpables usando el victimismo para hacer sentir culpable al hombre que te abandona, o a la mujer que te confiesa que ya no te ama. Si lo que quieres es lograr tus objetivos exigiendo a la otra persona que te satisfaga tus deseos y dando pena, estás cayendo en la cultura patriarcal que ata a las mujeres con las cadenas invisibles del patriarcado.



- La división tradicional de roles es patriarcal: Si eres de las mujeres heteros que piensan que "todos los hombres son iguales", si eres lesbiana y le das a tu pareja todo el poder sobre ti, si eres gay y decides asumir el rol de "mujer" con tu pareja, si eres lesbiana y decides que tú eres la que manda en la relación, si eres un hombre heterosexual que todavía tiene problemas con su masculinidad y te haces el macho alfa para no parecer beta.... la división de roles no sólo se da en parejas heterosexuales, sino en todo tipo de parejas. Incluso se da en grupos: si una gente se reúne a celebrar la vida en el campo para comer carne asada, ellos estarán junto al fuego, con la carne, y ellas estarán haciendo la ensalada o limpiando mientras cada grupo habla de sus cosas: ellos de fútbol, motos, coches, etc., ellas de moda, salud, nutrición, maternidad y crianza, y chismes.

Esto es la división de roles: que por ser mujer tengas que hablar de determinados temas, que por tu condición femenina tengas que aparentar ser frágil y débil, que por ser hombre te veas obligado a ser valiente o agresivo. En nombre del amor, ellas asumen el papel de princesa elegida para el trono (sumisas, complacientes, felices, domésticas, tranquilas), y ellos asumen toda la carga de la ideología patriarcal mientras construyen su identidad de género y sufren por todas las obligaciones que conlleva la masculinidad (apariencias, represión de las emociones, relaciones competitivas, conteo de fracasos deportivos, laborales y sociales...).





Coral Herrera Gómez