lunes, 4 de enero de 2016

Papa Noel no existe

No voy a mentirte, cariño. No lo he hecho nunca. Ayer me preguntaste a dónde van los pájaros que se mueren. Y no lo sé, de verdad, no lo sé. De repente, imagina, están en los árboles y se caen. El corazón les deja de latir y se caen. Y los bosques y los parques siguen su curso como si nada. Amanece y acogen el cuerpo de las criaturas que han dejado de respirar. A veces los pinos o las hayas sonríen, porque saben que se cierra un círculo y se abre otro más. Pero lo del cielo… tengo mis dudas. Hay días en que me parece todo un cuento chino. En el cielo hay libélulas y mariposas de las que tanto te gustan, y nubes claras que nos recuerdan lo importante. Si alguna vez te sientes triste, Vega, contempla el cielo. Porque en él encontrarás las respuestas. Ahora, lo de los ángeles y Dios y la Virgen María… pues no sé. No sé.


La abuela murió hace unos años. No la llegaste a conocer. Era una mujer increíble. A veces hablo con ella, ¿sabes?, y siento como que me escucha y me contesta, es raro. Pero nunca sé hacia dónde mirar. A veces miro hacia arriba, a veces miro hacia abajo, a veces muevo los labios y a veces simplemente pienso en lo que quiero contarle. Siempre funciona. Yo creo, en secreto, que no es la abuela la que responde, Vega. Sino el viento, la voz de todas las abuelas de la tierra, de todas las mujeres, de todas las almas. Porque a algún lado se van los recuerdos, las memorias y los deseos. A algún lado, hija.


Papá Noel no existe, eso te lo digo de antemano. Ni los Reyes, joder, que son los padres. No tiene sentido engañarte, con lo lista que tú eres. Sinceramente, me parece cruel hacerte creer que todos los años un señor gordo se mete por la chimenea de las casas. Aquí lo único que se mete es el frío, y algún que otro mirlo despistado, ya lo has visto. Además, no siempre tiene que haber regalos. No te acostumbres a eso, no dejes que toda esa mierda te desvíe del camino. Los verdaderos regalos, Vega, nunca se envuelven en papel, no lo olvides. Son una flor que te encuentras, un día en la playa, un cariño espontáneo, y un bote de nocilla apurado con los dedos. Disfruta ahora que puedes de esas cosas, cariño, vete en bragas por la calle, saluda a los desconocidos, métete el dedo en la nariz. Siéntete libre de ser quien eres.


El sexo no debería ser un secreto para ti, para los niños. Mira, en eso sí que no hay misterios. Es todo muy simple y muy tangible. Dime qué sabes, qué quieres saber y te lo explico. Es maravilloso, cielo, se disfruta, se ama, se pierde y se gana el tiempo, se aprende, y luego, poco a poco, se olvida. Cuanto más lo practiques sin tapujos, antes perderás el interés. Antes querrás conocer la gloria del silencio, la inmensa paz, la soledad del espíritu. Porque lo del sexo nos interesa tanto tanto porque nos lo han prohibido. Porque, cuando hemos preguntado, se han bajado las miradas al suelo. Se han acabado las palabras. Qué absurdo, hija, qué absurdo. Tienes vagina como tienes manos y cabeza. Las prostitutas existen, por desgracia, porque todavía hay hombres que no se atreven a mirar a una mujer a los ojos, a amarla entera. Porque todavía hay mujeres como tú y como yo que pasan hambre. Y frío. Que no tienen con qué pagar el pan y la leche. Muy jodido. Tú que me escuchas, Vega, presta atención. Ama con toda el alma, ¿me oyes?, sin miedo, muéstrales el corazón a todos. A todas. Que no te dé ni un gramo de vergüenza. Folla si te apetece, estás en tu derecho. Pronto te darás cuenta de que eso no llena. Pronto comprenderás que una caricia es infinitamente mejor cuando te quieren. Necesita su tiempo descubrirlo, sólo eso.


¿Qué más cosas? No quiero dejarme nada. Ah, sí, lo del colegio. Pues mira… yo soy maestra, hija, ya sabes. Por eso prefiero que no vayas a la escuela. Pero entiendo que es tu decisión, cariño, en tus manos está. Te obligarán a leer por la fuerza, eso sí, te obligarán a aguantarte los pedos hasta que te duela la barriga, te obligarán a dar besos y a pedir perdón cuando estés enfadada y no te apetezca. Te harán callar si lloras, te llamarán mimada si me echas de menos, y te presionarán para que te disfraces de bailarina para la fiesta de fin de curso. Porque, ante todo, lo importante es que las crías estén monas y los críos graciosos, y los padres aplaudan y lloren y piensen que se está haciendo una encomiable labor con sus hijos. Lo de si los peques quieren o no salir al escenario y hacer pantomimas… es otra cuestión. Pero repito, querida, tú eres libre en ese sentido.


A mí me gustaría enseñarte lo poco que sé. Como que las ballenas cantan canciones más extensas que la Biblia. Como que las mujeres tienen alas y hacen medicina. Como que hay libros que te hacen llorar, que te transportan a mundos infinitamente bellos. Como que lo más importante es el mar, mojarse la tripa, tener sal en el pelo, madurar como los frutos, florecer como las flores, dejarse la piel en el camino, entregarse, desgastarse, alejarse para integrar, tomar distancia de las cosas, guardar silencio. Aprender a ser persona. ¿Sabes, amor? La vida de los ciervos es sagrada. Nunca mates a un animal. Nunca subestimes a las plantas. Recuerda siempre a San Francisco y a su hermana luna, y a su hermano sol. Somos todos compañeros de viaje. Todos tenemos heridas. Todos sangramos a mares. Todos somos capaces de enloquecer de luz, de brillo, de dicha. Vega, te quiero. Te quiero con toda el alma. ¿Recuerdas aquel día que te pusiste mala y me pediste que te hiciera patatas fritas? Yo te las hice, y nos reímos. Pues eso. ¿Recuerdas cuando fuimos a la playa y pasamos toda la tarde recogiendo trocitos de cristal azul? Querías hacer un collar para los delfines. Pues eso. ¿Recuerdas cuando te enfurruñaste y respeté tu silencio? Y después viniste con esa sonrisa tuya y me abrazaste. Pues eso. ¿Y cuando nos compramos aquel helado de frambuesa? ¡¡Estaba tan rico!! Y ni lo pensé, te lo dejé entero. Pues eso. Eso es querer, Vega. Eso es querer. ¡Ay, enana! ¿Qué me has hecho? Jamás pensé que pudiera enamorarme de dos personas a la vez, y ahora es tan fácil…


Con cariño,


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