martes, 5 de enero de 2016

En la muerte del hombre bailaremos todas

A la noche, por oscura, se la asocia al secreto y al peligro, ambas formas en las que aparece lo desconocido, lo que no tiene sentido. ayer en la noche me aterrorice cuando reconocí que mi cuerpo era jalado no solo hacia abajo, sino también hacia adelante. reconocí el cuidado que mi cuerpo ponía en permanecer estable y no rodar hacia adelante, como si se tratase de un precipicio hacia otro tipo de fondo. estaba caminando cerca del mar y sentí que me encontraba en el límite del mundo conocido, del mundo seguro. mi cuerpo empezaba a someterse a otras leyes. algo entre la luna y el mar me establecía en una vulnerabilidad inusitada que me aterrorizaba al mismo tiempo que me hacía sonreír. 

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¿por qué no se nos enseña a estar cómodas dentro de la incertidumbre? por siglos, la verdad, en tanto producto final de toda reflexión que se precie de rigurosa, ha entronizado un paradigma que desprecia cualquier forma de conocer que no se formule bajo los códigos convencionales de la verdad. hallar las palabras adecuadas siempre es también un formular la certeza propia bajo el género discursivo de la verdad. para que nadie ponga en duda la autenticidad de mi hallazgo, debo hablar como si fuese un referente autorizado. decir de otro modo puede llevarme a ser leída como, en el mejor de los casos, alguien que tiene dificultades para expresarse. en el peor, alguien que no desarrolla una interpretación normal de la realidad.

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hoy es el día internacional de la mujer trabajadora y es el primer año en el que he de celebrarlo como mujer. estoy harta de que me digan que soy “gay”. no soy gay por una serie de razones que considero verdaderas para mí.

no soy gay porque no soy hombre. el aparato médico-legal y sus tecnologías del género son herramientas de la colonización occidental que busca clasificar a los cuerpos de acuerdo al binario patriarcal Hombre-Mujer. la fuerza de este aparato se basa en una verdad que, no obstante, nunca cae en territorios históricamente vacíos. otras verdades, si bien aplastadas y extirpadas con el fin de prolongar el poder económico y cultural de los dominantes, son portadas en el cuerpo y tarde o temprano se manifiestan. la femineidad del espíritu se encuentra resistiendo y busca manifestarse en actos y gestos que el patriarcado occidental de la supremacía blanca califica como débiles, triviales y estúpidos. ser femenina es ser vulnerable en una cultura en donde la vulnerabilidad es una discapacidad.

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para hablar con la verdad hay que hablar como hombre

para construir conocimiento hay que hablar como hombre

para hacer bien las cosas hay que hacerlas como lo hacen los hombres

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estoy de acuerdo con algunos hallazgos del feminismo occidental expresados por Judith Butler. estos hallazgos describen al género como un ritual que se ejecuta a través de la repetición cotidiana de gestos y actos que nos vuelven inteligibles como Hombres o como Mujeres. de acuerdo a esta teoría, las personas existen tratando de encarnar un personaje arquetípico. este personaje nunca se presenta como lo que es, una ficción, sino como una verdad. la verdad del patriarcado (su ficción más poderosa) es el género. este sistema, al excluir la incertidumbre y buscar determinar la verdad absoluta de los cuerpos, genera sociedades marcadas por la ansiedad crónica y la paranoia permanente. los cuerpos que “fallan” en la realización apropiada del ritual son marcados como anormales y/o enfermos. en ciertos momentos de la historia, fueron exterminados desde la legalidad y en la actualidad continúan siendo perseguidos y violentados. esto es lo que en el lenguaje activista se denomina homofobia.

considero que estoy de acuerdo con algunos de los hallazgos de Butler porque percibo que, en tanto importación occidental, el género binario sí se reproduce mediante el ritual de la repetición ansiosa. Este procedimiento mediante el cual los cuerpos se hacen sujetos también se lleva a cabo con respecto a las demás ficciones impuestas por la colonización: la raza, la clase y demás dimensiones identitarias que fundan el proyecto moderno eurocentrado. Sin embargo, afirmar que todas las expresiones del género se “performan" del mismo modo que se performan la raza y la clase prolonga un valor que también ha sido impuesto por la academia occidental: su carácter ficcional, construido, performado. Es decir, la vaca sagrada del feminismo occidental.

(aquí no me explayaré en la problematización de en dónde empieza y en dónde termina la ficcionalidad de la raza). El que la manera en que nos convertimos en seres de género, en los territorios colonizados por Occidente, sea a través de lo que Butler denominó “performance” se debe a la inculcación traumatizante de su carácter ficcionalmente binario en función a la categorización sexodiferenciada de los cuerpos. la fetichización de esta categorización no puede ser universal. La prolongación colonial de la ritualidad butleriana del género no equivale a que todas las formas de vivir el género en el mundo sean producto de la construcción social. si bien muchos feminismos han luchado en contra de la esencialización patriarcal de la biología femenina, esta operación ha establecido un tabú con respecto a la materialidad del cuerpo como fundamento de la vida. afirmar que el cuerpo determina la vida podría ser entonces leído como una herejía en algunos espacios de discusión feminista. aquí quiero reafirmar no solo la materialidad sagrada del cuerpo, sino la del espíritu. cuando digo que no soy gay porque no soy hombre no estoy diciendo que mi genitalidad no sea la que el sistema médico-legal califica como masculina. no se trata de que no tenga pene o de que tenga vulva, se trata de que mi espíritu femenino ha resistido a la socialización patriarcal y hoy habita alegre y rebelde en cada parte de mi cuerpo.

Cuando Butler afirma que el género no solo es performado, sino que es performativo, anuncia lo que referí al inicio de este texto: el poder de la verdad como género discursivo, un poder que yace sobre todo en su formalización. llegar a un mundo de Hombres y Mujeres determina la larga y penosa tarea a la que nos sometemos diariamente por encarnar esa verdad a toda costa. el género determina la vida en la medida en que es binario. pero esto no termina aquí. la gramática impuesta por la ideología de género dominante sobre la sexualidad también ha generado toda una categorización de las prácticas eróticas en función al binario fundamental del patriarcado. Cada sigla del paraguas LGTB no puede ser sino una reafirmación del ritual paranoico. En este sentido, “soy gay” es una afirmación esencialmente patriarcal y colonial; salir del clóset, la materialización en la carne y el habla de la identidad impostada.

En plena feminización del mundo, en plena aniquilación sistemática de las mujeres en el mundo, se hace indispensable reivindicar esta fuerza y hacerla visible ante la mirada pública. femeninas de aquí y allá, cada día estamos en la guerra. pronto el Hombre va a morir.

Max Lira en https://feministas.lamula.pe

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