miércoles, 20 de enero de 2016

Mary fue ejecutada en 1916 por rebelarse contra el circo. Hoy nos rebelamos contra el circo por Mary

(…) En 1916, la compañía “Sparks World´s Famous Show” era propietaria de Mary la elefanta. Mary era la atracción estrella, y Charlie Sparks la promocionaba como el animal terrestre vivo más grande de la Tierra. De acuerdo con los registros del show, era tres pulgadas más alta que Jumbo y pesaba más de cinco toneladas. Por supuesto, estas manifestaciones eran muy dudosas; pero así era el negocio del circo, una profesión menos que honesta, popularizada por empresarios que normalmente exageraban sobre absolutamente todo (…)

La mañana del 12 de septiembre comenzó como lo hacían la mayoría de las mañanas en Sparks Circus. Se despertaba a los animales y se les llevaba fuera de los furgones. Algunos de ellos eran entonces cargados dentro de vagones y remolques. Otros, en concreto caballos y elefantes, eran puestos a trabajar (…)

Había ocasiones, no obstante, en las que los elefantes obtenían algún respiro de esta monótona y agotadora agenda. El tipo más común eran los cortos paseos recreativos (…) Irónicamente, fue durante uno de estos paseos tan relajantes en Kingsport, cuando Mary decidió rebelarse contra su entrenador. Un testigo describiría la escena más tarde.

Mientras caminaba por Kingsport, Mary divisó un poco de sandía. Este descubrimiento debió de picar su curiosidad, ya que paró y se fue hacia la cáscara. La pausa temporal perturbó a su cuidador. Al principio, pegó a la elefanta con un palo largo y la gritó para que continuara moviéndose. Mary ignoró la orden, y simplemente continuó masticando. Algunas de las personas que observaron este altercado, lo encontraron de lo más cómico, y empezaron a reírse a carcajadas. El entrenador estaba cada vez más avergonzado. Gritó furiosamente y golpeó a la elefanta con virulencia a un lado de la cabeza. Este impetuoso acto de violencia no fue un movimiento muy inteligente.

Mary agarró al hombre con su trompa, lo levantó en el aire, y lo lanzó contra el lateral de una choza cercana. Fue tal la fuerza de este lance, que el entrenador atravesó la pared del edificio. Con el golpe del cuerpo, el chasquido de las tablas de madera, y el crujido de los huesos, la multitud se quedó allí en pie, en estado de shock. ¿Estaba el hombre muerto? ¿Estaba vivo todavía? ¿Se atrevería alguien a intentar ayudarle? Pero Mary puso fin a esta clase de pensamientos, caminó calmadamente sobre su cuidador, y le pisó certeramente la cabeza. La multitud se dispersó.

Tal vez fue lo deliberado de la acción de Mary, o quizá la frialdad de su conducta; pero, fuera cual fuera la causa, una vez que la situación se hubo estabilizado, los buenos ciudadanos de Kingsport querían sangre. No parecía importar que nadie de la ciudad conociera al hombre muerto. Una elefanta había matado a un humano, y esa era una razón lo suficientemente buena para una ejecución. Mary debía morir. Charlie Sparks, no obstante, no iba a dejar que su preciada “artista” y principal sustento de la familia, le fuera arrebatada tan fácilmente. La elefanta estaba valorada en muchos miles de dólares. Por lo tanto, Sparks hizo todo lo que estaba en su mano para aplacar la ira del público y convencer a los lugareños de que cambiaran de idea. De momento, Mary estaba a salvo.

A medida que las noticias sobre el pisotón se extendieron por el condado y el estado, el clamor a favor de la violencia retributiva no hizo más que incrementarse. Un periódico del este de Tennessee se refirió a la elefanta como “Mary la Sanguinaria”. Las ciudades anunciaron que los próximos espectáculos de circo serían cancelados si actuaba la elefanta asesina de hombres. Circulaban rumores de próximos linchamientos populares, utilización de la fuerza policial, intervención del gobierno del estado… Cada grupo demandaba su propia versión de ejecución sumaria. Para cuando el circo llegó a la localidad de Erwin en la mañana del 13 de septiembre, la presión para tomar acciones se había intensificado. El propietario fue forzado a tomar una dura decisión. Mary sería ejecutada después de la matiné. Según escribió el folklorista Charles Price, este sería “el día que colgaran al elefante”. No sería la primera vez que un elefante fuera llevado a la muerte de esta manera (…)

El 13 de septiembre de 1916, Mary la elefanta fue retirada del show de la tarde. Más adelante, ella y los otros elefantes fueron recogidos y dirigidos juntos a la terminal ferroviaria adyacente. Aunque sólo Mary iba a ser castigada, los entrenadores sabían que cualquier esfuerzo por sacarla sólo levantaría sospechas. Preferían prevenir que curar. Al llegar al lugar, Mary fue separada de sus compañeras, y asegurada en su sitio. Allí, esperó.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue elegido el método de ejecución. La leyenda dice que fueron discutidas muchas maneras: veneno, electrocución, e incluso ahogamiento y descuartizamiento mediante la oposición de dos máquinas de tracción a vapor. En cualquier caso, sabemos cuál fue la decisión final: muerte por ahorcamiento.

Esto era el Sur, y el linchamiento era la forma habitual de castigo para quienes se atrevían a oponer resistencia contra el poder y los privilegios del hombre blanco. De hecho, algunos testigos juraron que uno o dos afroamericanos también fueron colgados aquella tarde en la aldea de Erwin. Pero para Mighty Mary (la Enorme Mary), una cuerda y la rama de un árbol no bastarían. Se requería un dispositivo mucho más grande y resistente. Finalmente, se expropió una grúa industrial de 100 toneladas para la tarea.

Para cuando Mary fue posicionada bajo la grúa, tres mil hombres, mujeres y niños se habían amontonado alrededor de la terminal. Esta multitud suponía un tamaño mucho mayor que la población total de la pequeña Erwin. Aparentemente,todo el mundo de los alrededores del condado quería ver a la abominable elefanta ser llevada a la muerte por la mano del hombre. Ninguno de ellos sería decepcionado.

El remolque se puso en marcha, y una polea bajó un pesado cable de metal. Al final del cable, había enganchada una cadena. Un entrenador cogió el artefacto y lo ajustó alrededor del cuello de la elefanta. El motor de vapor comenzó a rugir, y la remolcó hacia arriba. Mary, sin embargo, no se iba a ir sin luchar. Mientras el nudo corredizo se apretaba y tiraba, empezó a revolverse y retorcer el cuerpo. El cable no era lo suficientemente fuerte como para soportar al mismo tiempo el peso y la resistencia. Se rompió, y Mary se vino abajo con un estruendo. Los espectadores estallaron en pánico, la elefanta asesina estaba ahora libre. ¿Se iría en estampida contra la multitud? ¿Fijaría el objetivo en sus entrenadores? ¿O atacaría a la plataforma y la haría pedazos? En realidad, Mary no estaba en condiciones de obtener su revancha. La caída le había destrozado la cadera. Derrumbada allí, inmovilizada y agonizando de dolor, Mary debió de haber sido una imagen conmovedora. Pero sus entrenadores permanecieron indiferentes, rehicieron el lazo, y la deslizaron una vez más. Esta vez, Mary no fue capaz de liberarse. Los felices espectadores se recolocaron y miraron cómo la elefanta moría asfixiada.

Este texto ha sido traducido y extraído del libro Fear of the animal plantet. The hidden history of animal resistance, de Jason Hribal (Counter Punch/AKA Press, 2010). Puedes leer la historia completa y la de muchas otras en nuestra sección POR QUIÉN o en el blog QUERERLALIBERTAD.

Hace ya casi 100 años que Mary se rebeló contra la explotación a la que le sometía su domador. Un siglo más tarde, animales no humanos como ella siguen rebelándose, intentando escapar, desobedeciendo y atacando a quienes les esclavizan. Hoy, casi un siglo más tarde, nosotras nos rebelamos contra el uso de animales en los circos por Mary y por todos los individuos que, como ella, viven y mueren bajo el yugo de estos negocios, el yugo del dinero, de la diversión egoísta, del antropocentrismo y la indiferencia.

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