domingo, 8 de noviembre de 2015

"Los varones bonitos son los que cuestionamos nuestros privilegios". Entrevista a Fede Abib



Poder descubrir y compartir experiencias como la del Encuentro de Varones Antipatriarcales (VA) en La Plata (Noviembre de 2014) hizo posible, entre otros aspectos, conocer a muchos de quienes desde su implicación y compromiso personal, construyen esta hermosa experiencia en Argentina. Esta entrevista conFede Abib, de VA Rosario es, a la vez que un enriquecimiento desde la experiencia vivida, asímismo una inmersión en lo que supone el pensamiento de quienes hacen presente y ponen valor a la lucha contrahegemónica del patriarcado en el continente Latinoamericano.


- Te ruego que nos detalles un perfil personal, que posibilite que nuestr*s lector*s puedan conocer los aspectos que consideres oportuno destacar.
Ante todo, agradecerte por hacer lugar a mis palabras, por la invitación a este diálogo, que por lo visto en las preguntas que redactamos, será todo todo un desafío concretarlas.

Tengo un titulo en Psicología, hice la carrera en la Universidad Nacional de Rosario; soy docente ad-honorem para diferentes espacios de formación y producción de saberes en diversidad sexual, género y feminismos. Entre otras prácticas, soy miembro del Colectivo de Varones Antipatriarcales de Rosario, que nos definimos como un grupo de varones tratando de repensar y rehacer nuestras prácticas y nuestros afectos a la luz de las teorías feministas.

 
Soy activista en estas áreas desde el 2006, año en que me sumé a una ONG de la ciudad, desde donde difundíamos la campaña lésbica "Cambiemos las preguntas", una instancia precursora de lo que luego sería el debate parlamentario que logró sacar la Ley de creación del Programa de Educación Sexual Integral, Ley 26.150, actualmente vigente y poco implementada en todo el territorio. Participé de forma activa en la militancia que llevó luego a la promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario, durante el 2010. Durante el año 2011 el cáncer azotó mi familia y obligó a detener todas estas actividades; mi madre falleció durante esos meses, y desde entonces habito mucho las metáforas del cáncer: creo que todas y todos los que pasamos por esa enfermedad quedamos habitados por un cierto modo de pensar la muerte y las ausencias, bastante melancólico y potente a la vez; como dicen Susan Sontag, Audrue Lord o Marta Dillon, respecto de esas enfermedades que nos obligan por todos lados a pensarlas como terminales, con un estado mental obligatorio, paradójicamente diferente al resto de los mortales.

- Expones con muchos detalles aspectos muy vitales. De alguna forma, tomando como ejes esenciales y de lucha las experiencias vividas en profundidad. ¿Puedes detallar alguna perspectiva más?
Durante el 2012 comencé una relación afectiva con un compañero con quién tuve oportunidad de revisar y replantearme los saberes que había recorrido hasta el momento, y me acerqué mucho más a las teorías feministas y los feminismos.

Creo que es, y siempre será, un desafío doloroso el revisarse en función de las teorías feministas, porque la mayoría de ellas apuntan a lo que Foucault, desde sus comodidades, describe como la ética del cuidado de sí como práctica de libertad, es decir, pensar contra uno mismo: las feministas, las más radicales, nos invitan a habitar un sujeto político que fundamentalmente piensa contra sí mismo.


 
Trato de recuperar siempre esa pregunta, en términos singulares y colectivos, ¿cómo lidiar con alguien que piensa contra sí mismo? ¿cómo lidiar con un movimiento que se piense contra sí mismo?


Esta conexión entre feminismos y ética del cuidado no es novedad; es una bandera de lucha y un horizonte de deconstrucción que desde hace años vienen sosteniendo muchos movimientos de mujeres, antes de que Foucault o alguna otra teoría hegemónica la pronuncie. Hay una viñeta de Quino, dentro de la historieta de Mafalda, en la que uno de sus personajes, Felipe, refleja muy bien esta dificultad, suspirando que "lo difícil de ser uno mismo es que uno es siempre alguien distinto".

- Tal vez esta frase encaja poco con pensamiento vinculado a la hegemonía patriarcal, a menudo contemplada desde una dimensión de pensamiento único. ¿Como describirías la visión contraria, por tanto rica y compleja?

Personalmente suelo insistir en esta relación porque uno de los slogans más decorativos que solemos usar algunos de los colectivos de varones dice que los varones bonitos somos los que cuestionamos nuestros privilegios, haciendo un paralelo con la declaración popular de que mujer bonita es la que lucha; creo que es una declaración muy prometedora y poco radicalizada, porque a un nivel de complejidad coherente a los feminismos, es decir, pensando en el entramado de vectores de poder por los que accedemos a una experiencia encarnada de nuestras identidades – sexo, género, clase, raza, educación, salud, salario – poco de todo ello queda en pie cuando asumimos el trabajo cotidiano de desandarlo, reconociendo la complicidad que está en juego con el pacto entre varones que sostiene la jerarquía heteropatriarcal y capitalista.


 
Cualquiera que se declare feminista de una manera muy apresurada es meritorio de sospecha, por la sencilla razón de que el feminismo es una invitación a rehusar de los ejercicios convencionales de poder en que se sostiene el privilegio de tener un yo psíquico, y nadie quiere de buena gana dejar de ser quien es; incluso las posiciones más queer rehúsan de abandonar algunos privilegios que la radicalidad otorga.

También hay un entramado de poder que las compañeras feministas aprenden a reconocer y a desandar, y que en muchos territorios las hacen cómplices de la jerarquía patriarcal, heterosexual y salarial; digo esto pensando en posturas más radicales dentro de los feminismos que han desembocado en banderas de luchas como las que apuestan a un estallido de los reglamentos del género, una extinción de esos mandatos, muy en la órbita de las posturas radicales sobre sexualidad que en los años sesenta planteaban el estallido del sexo en cuanto dispositivo.

- ¿Cómo identificar nuestros usos y abusos del poder? El que nos acompaña en lo cotidiano, y que a menudo no contemplamos como tal.


Esta misma entrevista es un ejercicio de poder, en términos de posibilidades, de qué y quién puede decir algo, y qué y quiénes quedan sin ser dichos. Porque es una entrevista personal y yo estoy usando una primera persona a veces singular, a veces plural, para mostrar enunciados que van a ser tomados por los y las lectoras a veces como opinión personal, a veces como una voz colectiva; y eso instaura un régimen de ideas no dichas que son las ideas de mis compañeros de luchas. Ideas que imagino y conozco pueden ser singulares, con otros matices o diferentes.

Creo que corresponde que visibilice aquí el rechazo que otros cuerpos realizan sobre la categoría política de varón, pues en sus historias personales, la socialización por esa vía ha sido por demás dolorosa y repulsiva, trayectorias que no hacen posible que algun*s activistas se sientan representad*s en ese nombre colectivo y buscan otras definiciones para acompañar la lucha contra el patriarcado o los reglamentos del género, desde cuerpos trans, queers o nuevas configuraciones cisexuales. Diferencio ambas luchas porque no creo que sean una y la misma: la lucha contra el patriarcado y la lucha contra los reglamentos del género a veces se unen, a veces se contradicen y a veces se aniquilan mutuamente.

- Varones Antipatriarcales. ¿Desde cuándo estás comprometido en los colectivos y cuáles son desde tu punto de vista los principales motivos que te llevan a esta implicación?
 
Estoy involucrado en los colectivos desde el 2012, año en que se presentó el espacio en la ciudad de Rosario. Creo que la pregunta por la implicación requiere antes unos comentarios sobre el funcionamiento del nombre como categoría política. Del 2009 a la fecha, años en los que vienen existiendo y mutando los Colectivos de Varones Antipatriarcales, tuvimos oportunidades de juntarnos, charlar, celebrar los Encuentros Nacionales de Colectivos de Varones, diferenciar nuestras luchas y en ese intento sostenido de ejercer feminismos, pensamos contra nosotros mismos. Quiero decir, fuimos en contra de nuestro propio nombre.

En el transcurso de estos cinco años emergieron muchos espacios de varones en todo el territorio nacional y muchos de ellos no tardaron en impugnar la categoría de varones por las razones que te anticipaba anteriormente: para muchos compañeros, por sus historias de vida, es una contradicción dolorosa y angustiante identificarse y construir un yo psíquico en el lugar de varón que nuestra maquinaria social genera. Para muchos, reconocerse y declararse varón no convoca los modos de investidura y sociabilización por los que se han construido un cuerpo, una modalidad de deseo, un género y un sexo, sino todo lo contrario; para muchos la marca de varón representa la daga policíaca desde donde históricamente mamá, papá, maestras, maestros, hermanos, hermanas, amigas, amigos, los medios, las artes, nuestras profesiones, nuestros colegas, entre otros, han vigilado y castigado nuestros modos de habitarnos que se distancian de los significados culturales hegemónicos por los que se define la experiencia de ser varón.

- Una mirada claramente tomada desde la incomodidad derivada del modelo hegemónico. ¿Una ruptura con estos modelos y asimismo una articulación de nuevas vivencias?


Mi implicación con el colectivo de Rosario en particular, y con el armado de una Red de Colectivos de Varones, que se declaren y asuman el ejercicio de politizar sus vidas a través de los feminismos, está directamente relacionado con la oportunidad de generar posibilidades para visibilizar, discutir y desarmar ese funcionamiento opresivo al que es funcional la experiencia de ser varón en los diferentes territorios de nuestra cultura. Para algunos ser varón y ser marica, o puto, o gay, o bi, o trans, es una contradicción política y de deseo, para otros, la contradicción misma es nuestra frontera de lucha en tanto oportunidad para romper modelos hegemónicos.

 
Todo esto que te digo es muy teórico y muy abstracto, lo es en tanto fundamentación teórica de cómo pienso en articulación con el colectivo de Rosario la posibilidad de nuestra lucha; a un nivel material y concreto, estas ideas las llevamos a la práctica en grupo, en espacios en los que intentamos compartir nuestras contradicciones a la hora de politizar lo personal, y en conjunto, tratamos de hacerlo colectivo llevando estas problematizaciones a la calle a través de encuentros con otras organizaciones y grupos, en un ejercicio de deconstrucción que intenta abrir la posibilidad a vínculos menos violentos, a cuerpos más libres e igualitarios, extendiendo diferentes luchas históricas que vienen tomando estos ejes como principio de lucha: la implementación de una educación sexual integral, la ampliación de garantías en cuanto a derechos sexuales y no-reproductivos, el acceso a la salud de nuestras compañeras, la legalización y despenalización del aborto, la deconstrucción de los modelos de paternidad y maternidad obligatorios, hegemónicos y opresivos.

- En un comentario reciente en Facebook, planteabas la ayuda y el efecto actualizador o de refresco que tienen los comentarios de género y feminismos. Tomando lo de que: lo personal es político, desde esta base, ¿como ves el intercambio desde las redes sociales, en torno a temas de género y feminismos, pueden enriquecer y acercar conocimiento en un entorno cada vez más global?

(Post que me invita a la pregunta)

Siento enriquecedora la lectura de comentarios en posteos sobre género y feminismos en facebook; siento que ayudan a refrescar argumentos, ubicar discursos simplistas y lejanos a las teorías feministas, y aglutinar contactos que estamos en la misma trinchera discursiva. Cruzando Wittig, Dorlin, Spivak, Butler, Foucault, Lorde, y algo más, una puede intuir que el privilegio de fondo y común a toda la jerarquía de sexo-genero es el Yo. Ser, tener y disponer de un yo psíquico es de los privilegios mejores implantados y menos cuestionados de la episteme heteropatriarcal capitalista occidental. Y es algo que muchas/os ignoramos y preferimos ignorar a la hora de debatir o construir política, incluyendo practicar los feminismos, porque nuestras políticas padecen de obligatoriedad ontológica ignorando que al instaurar el ser un yo psíquico como derecho humano fundamental, garantizan una práctica política centrada en quiénes tienen los egos más largos que otras, independientemente de la genitalidad que nos ampara. Desde luego, nadie nace siendo un yo psíquico, llega un* a serlo; a esto agreguémosle etnia, raza, identidad y clase y quizás recién ahí estemos hablando en términos feministas.

Los/las que no estamos dispuestas a cuestionar nuestros territorios mentales y experiencias encarnadas desde esta complejidad, mejor callarnos la boca en discusiones que tienen más de lógica falocéntrica que fundamentos feministas.



Para ser más humilde, pensaría en potencialidades más regionales, antes que arriesgarme a pensarlas a escala global. Por supuesto que pueden enriquecernos y acercarnos. Creo que esta situación en cuanto a las redes sociales es coyuntural a la viralización de los feminismos. Las adherencias a las teorías feministas son cada vez más variadas y amplias; una gran diversidad de instituciones, espacios, territorios, colectivas, actores y agentes se apuran a declararse feministas; y en ese apuro, creo yo, se dan también los engendros, las mutaciones. A veces son prometedoras, enriquecedoras, como el ferviente feminismo comunitario que encuentra su punto de partida en la lucha de las mujeres indígenas en Bolivia. Gracias a las redes sociales, actualmente se extiende a ritmos agigantados por otros países latinos, invitando a una revisión sobre los principios políticos del movimiento de mujeres. Una denuncia que resulta alentadora ante otras posturas feministas, importadas desde otros territorios al cono sur, que son la posibilidad a diferentes formas de violencias micropolítcas y microfísicas; pienso, por ejemplo, en el colonialismo y el capitalismo cognitivo como dos manifestaciones paradigmáticas de esa violencia.

 
Hoy día se trata como sinónimos diferentes categorías políticas o agenciamientos colectivos que en su genealogía y praxis están muy distantes. Pienso en la maraña discursiva que equipara perspectiva de género con estudios de la mujer, estudios de la mujer con movimiento de mujeres, movimiento de mujeres con feminismos; ni que decir si a eso agregamos la variedad de identidades sexogenéricas que actualmente configuran la lucha por la hegemonía de nuestra política morfológica. Pienso en las redes sociales como un pliegue de época. Quiero decir, desde Guattari, que los devenires singulares, sean o no minoritarios, sean en el orden de la singularidad o en el orden de la multiplicidad, se plasman siempre en alguna plataforma virtual, red social u otra tecnología de información; y quienes actualmente no logran engarzar en esa lógica, que funciona como una nueva política de verdad sumamente compleja, demoran mucho más en construir agendas políticas regionales. Esto va de la mano con la creciente lucha por la democratización del acceso a las tecnologías, la información, que vienen dando los movimientos de mediactivismo en diferentes territorios. Mediactivismo que viene siendo impulsado, en algunos casos por mujeres, pero que en otros casos, representa un nuevo espacio de opresión, control, vulnerabilización, del cuerpo y la vida de nuestras compañeras; junto a ellas, creo con urgencia que debemos agregar la tecnología y las redes a la ya clásica transversalización política que proponen los feminismos entre sexo, género, raza, clase, etnia.

La recuperación apresurada que hago del feminismo comunitario es en función de lo que me citas del blog, puntualmente, la cuestión del yo psíquico y de los privilegios; aunque ya te hablé de ello hace un rato. Creo que por principio, o por definición, los feminismos deudores de la segunda ola son per sé un gran llamado a pensar contra nosotr*s mism*s, y hacerlo, cuestionarnos, es en última instancia derribar la seguridad de nuestro yo psíquico, y arriesgarnos a la radicalidad de existir más allá de sí mismos, en otros, por otros, a través de otros. Con el horizonte en "lo personal es político", la mayoría de las estrategias y tácticas materializadas por los movimientos de mujeres, han contribuido a desbaratar la lógica del binarismo entre lo público y lo privado. La radicalidad de ese principio involucra un despojo de la vida personal, individualista, liberal; hacia una politización de la vida pensada desde un punto epistémico colectivo, y por epistémico no quiero decir solamente teórico, sino mucho más aún material, práctico, de ejercicio.
 
Ese énfasis en la práctica de lo colectivo para politizar la vida personal es parte de lo que mencionaba más arriba sobre el feminismo comunitario. La densidad de opresiones que se cruzan sobre los cuerpos de las mujeres de los pueblos indígenas en Latinoamérica hacen a los vectores de lucha por los que ellas procuran el ejercicio de un sujeto político, una voz que exige una complejidad de denuncias que atentan contra los motores de las jerarquías opresivas que estructuran nuestra realidad. Estas son, claro, la heterosexualidad, el patriarcado y el capitalismo; pero también este feminismo comunitario aparece en diálogo con otros feminismos y con las esferas políticas en general, enfrentándonos contra nosotros mismos, preguntándonos por las formas en que nos hemos entretejido en componentes que reproducen lógicas opresivas, como el colonialismo, el imperialismo, entre otras; y claro que hacernos ver esto es, por lo menos, incómodo; sobre todo para quienes vivimos en la ficción del privilegio de pensarnos "a la izquierda".

- Los colectivos de V.A. nacieron en Argentina y me consta que van emergiendo a la vez en otros ámbitos de Latinoamérica. ¿Cuáles son los puntos más fuertes de la lucha que en este momento deben cruzarse?

Es cierto que como categoría política "Varones Antipatriarcales" parece ser un emergente en Argentina, que ha ganado ciertos modos de visibilidad que le otorgan algunos privilegios de origen que muchos de los integrantes de los colectivos nos ocupamos en derribar. La existencia de espacios similares excede a la vida política del colectivo; sabemos que Latinoamérica cuenta desde hace varios años con espacios de varones que se interpelan en la lucha por la igualdad y la equidad de género, sexo, identidad, por la erradicación de toda forma de violencia, por el cuestionamiento de roles hegemónicos de masculinidad.

 
Negar esta temporalidad sería ignorar la importancia que algunas masculinidades han tenido en algunas conquista recientes de derechos y garantías ciudadanas, como es la legislación sobre matrimonio, identidad de género, educación sexual integral, en Argentina, en conjunto con normativas o estrategias más específicas y territoriales, como los protocolos de aborto no punible o el involucramiento de algunos compañeros en las redes de consejería para abortos con misoprostol.

Para ensayar una respuesta a tu pregunta, sobre los puntos más fuertes de lucha que debemos cruzar, creo que son dos, utópicos quizás, pero rescato la potencialidad de nuestras utopías para ir marcando el camino de lucha a seguir. Esos puntos, creo yo, son la erradicación de toda forma violencia hacia las mujeres y toda manifestación de lo femenino, y junto a ello, reformular nuestros modos de crianza.

- La violencia, como uno de los ejes de intervención, aparece como una estrategia global. Para V.A. , se me antoja que toma corporeidad y presencia de muchas maneras. ¿Como puedes describirnos este hecho?
En primer lugar, pienso en el diseño de estrategias y técnicas por las que se logre el involucramiento de todos los cuerpos en la indignación e impugnación pública, cultural, artística, profesional, política, frente a toda forma de violencia hacia las mujeres o manifestación de la femineidad. Esto nos lleva a un plan de lucha que implica identificar y denunciar las diferentes formas de violencias que se ejercen sobre las mujeres y los cuerpos femeninos, trans, lésbicos, maricas, apostando a la erradicación de todas esas violaciones a la libertad. Personalmente, creo que para movilizar las pulsaciones políticas del deseo y los flujos libidinales de nuestras comunidades es fundamental el potencial estético de las imágenes en los medios de comunicación y conocimientos. Es importante la reflexión política a la hora de formular los mensajes y las representaciones que ponemos a circular cada vez que hablamos o visibilizamos toda forma de violencia hacia las mujeres y a las corporalidades femeninas. Creo que tenemos que desarrollar políticas públicas para garantizar la calidad de vida de esos existenciarios y apuntar a la reformulación de nuestros Estados en claves no sólo anticapitalistas y anti-imperialistas, sino también feministas.

 
 
En paralelo, entretejido con esas definiciones, creo que es fundamental para garantizar la continuidad de esos cambios y de estas luchas, radicalizar nuestros modelos de crianza y educación. En este sentido, los movimientos de nuevas masculinidades y las organizaciones de diversidad y disidencia sexual, así como algunas experiencias de los feminismos, son de necesaria difusión y seguimiento. Es urgente que rompamos con las fantasías hegemónicas que sostienen la crianza de nuestras niñas y niños, a veces disfrazada de ilusiones en pos de hacer el bien, a veces bajo la forma de tabúes. Es urgente que redefinamos las categorías teóricas por las cuales se nos prepara profesionalmente para pensar la vida política y cultural de la infancia, siguiendo modelos de familia, de deseo, de existencia encarnada, que son contraproducentes y anacrónicos respecto de los avances que en otros planos de la vida civil se van conquistando.
 
Es urgente que abandonemos la ficción que insiste sólo en un papá y una mamá para la vida de una niña o un niño, que la mera convergencia espacial garantiza una vida plena. Es necesario que redefinamos nuestras políticas públicas sobre la infancia y la juventud pensando en la violencia con la que nosotros adulteramos las experiencias de crianza desde un territorio mental que no es en nada simétrico a la construcción imaginaria desde la vida infantil.

- En el contexto del encuentro de V.A. que se llevó a cabo en La Plata a finales de noviembre de 2014, uno de los talleres exploró sobre los efectos migratorios, atendiendo a las diversidades y exclusiones que suponen para muchas personas el poder sentirse incorporadas, sin ninguna exclusión a todo cuanto suponga un proceso de deconstrucción de los modelos patriarcales. ¿De qué modo podemos ir trazando un diálogo común entre culturas, y territorios, para ir construyendo comunidades libres del modelo patriarcal?


Creemos que es el gran desafío, algo que los movimientos de varones feministas podemos tomar como bandera. Primero tenemos que saber problematizar y complejizar bien nuestro involucramiento como varones en las luchas de las mujeres, o mejor dicho, de nuestra politización a través de los saberes feministas. Uno de los ejes, me parece, puede ser la construcción de plataformas de intercambio de saberes, sean virtuales o presenciales; pienso en más encuentros, coloquios, congresos; y en otro sentido, en redes, de intercambio, de circulación de las experiencias que los varones logremos hacer como prefiguración, como ensayo, de esa forma crítica y libre del ejercicio de opresión a la que aspiramos con eso de "antipatriarcales".

Por ejemplo, teniendo en cuenta la problematización de la paternidad o de la división sexual del trabajo, que viene ocurriendo en países vecinos, en Argentina no disponemos de tecnología política específica que interpele en contra de un modelo de masculinidad hegemónica, quiero decir, no tenemos políticas públicas nacionales ni de largo plazo que involucren la deconstrucción de los vectores de ciudadanía, cultura y educación por los que se reproduce el machismo; pienso en las experiencias que algunos colectivos de masculinidad de Brasil han logrado traducir a políticas públicas sobre paternidad responsable o licencia por paternidad.

La acumulación y visibilización de esas experiencias, de esos existenciarios, de esos agenciamientos, me parece, pueden ser las letras de las primeras palabras en un diálogo entre territorios, culturas, comunidades y Estados, que nos permitan tejer objetivos regionales entre varones a favor de erradicar toda forma de violencias patriarcal, y por qué no, capitalista y heterosexual. En todo ello, es urgente, necesario y fundamental, la guía de nuestras compañeras, porque son ellas las pioneras en estas formas de construcción política.

Compartir las diferentes formas de politizar lo personal; cada territorio, cada cultura, produce sus propias ilusiones, fantasías, de cómo debe ser o debería ser la experiencia dentro, fuera y en el borde de las masculinidades. La difusión de las estrategias que cada agenciamiento de varones encuentre para materializarlo, es una experiencia potencialmente enriquecedora para otros y otras que recién nos encontramos con la posibilidad de replantearnos estas luchas.

- Me consta que el colectivo de V.A. de Rosario tiene ante sí el reto de planificar y organizar el próximo Encuentro de los colectivos en Argentina. ¿Sobre que ejes se está luchando en la actualidad, que puedan suponer líneas de trabajo comunes para el encuentro de 2015?

Me resulta difícil pensar en una jerarquía de ejes de lucha; el encuentro en Rosario será el cuarto de una serie de encuentros que los colectivos venimos viviendo como los pulsos de nuestra vida política, de nuestra construcción como movimiento. La mayoría de esas acciones tienen que ver con multiplicar entre y desde existenciarios masculinos algunas luchas que vienen siendo motorizadas por los movimientos de mujeres, en las localidades en las que no reunimos, y a nivel Nacional, a través de las posibilidades que encontramos para trabajar en Red, entre las diferentes provincias en las que van apareciendo grupos de varones que quieran sumarse.

 
Históricamente los ejes de los encuentros han sido problematizar nuestro lugar en esta lucha, es decir, esto de pensarnos y decirnos varones feministas; que nos ha llevado a discutir y construir sobre los feminismos y sobre ejes que las compañeras nos han planteado: el machismo y el patriarcado imperante en las organizaciones de base, de la sociedad civil; la homofobia que regula el contacto y el afecto entre diferentes identidades masculinas; las diversas formas de violencia y micromachismos que ejercemos por ser socializados a través de los modelos hegemónicos de masculinidad; la denuncia y erradicación de toda forma de violencia hacia las compañeras; entre otros derivados, creo que esas han sido las líneas comunes que los diferentes colectivos y grupos de varones venimos trabajado.

Esas líneas vienen dadas por la dialéctica de los colectivos, tanto hacia dentro de la red como hacia fuera, con otras organizaciones compañeras, así como en la organización de cada Encuentro Nacional. Siempre organizamos los encuentros de forma colectiva, colaborativa y transversales; cada Colectivo toma responsabilidades específicas, integrales, garantizando acciones concretas en función de diferentes áreas trabajo; luego, además, cada grupo propone un eje específico para abordar durante el encuentro, en función de la experiencia que haya recorrido durante el año, asumiendo la responsabilidad de construir una metodología singular para trabajarlo; finalmente, desde nuestros inicios, la transversalidad nos ha llevado a quebrar las fronteras nacionales y recibir a compañeros y colectivos que vienen de otros países, con propuestas y reflexiones que nos exceden; creo que arriesgar desde ahora cuáles son los ejes para este IV Encuentro Nacional de Colectivos de Varones sería violentar toda esta lógica por la cual nos construimos.

Quizás valga recordar la experiencia de cierre y proyección del III Encuentro, que realizamos en la ciudad de La Plata, en noviembre del año pasado. Luego de tres días de plenarias, reuniones regionales, conversas libres, talleres específicos y acciones abiertas a la ciudad, por los que circulamos cerca de 200 varones acreditados, concluimos a través de una serie de proyecciones para el 2015.


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El mayor consenso estuvo ligado a visibilizar y potencializar la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que abre un campo de acción muy amplio si nos amparamos en el lema de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito: "educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir". Cada una de las partes de esta oración, abre un campo de acción en el cual los varones buscamos involucrarnos: la difusión e implementación de una educación sexual integral; la difusión de tecnologías anticonceptivas, la disputa por normativas que faciliten el acceso a los derechos a la salud de las mujeres, así como la visibilización de las redes de socorrismo en situaciones de aborto.
 
En diálogo con esta problemática, hemos asumido el compromiso de llevar adelante acciones específicas con colectivas que luchan por la separación definitiva del Estado y la Iglesia Católica; porque no queremos que una institución tan dañina para la historia de la democracia de nuestro País, y tan violenta con las mujeres y las sexualidades disidentes, tome parte en las estrategias políticas por las que nuestros Estados deben garantizar el pleno acceso de derechos y ejercicio ciudadano.

Luego, por los saberes que se conjugaron en el III ENCV, estas proyecciones incluyen la urgencia de problematizar las diferentes paternidades, y profundizar la politización de nuestros cuerpos: lo afectivo, lo homoerótico, entre varones, con nuestro*s hij*s y compañer*s. Finalmente, de nuevo la pluralidad, en este caso de la presencia de compañeros y colectivos de otros países, nos obligan a tomar más seriamente nuestro funcionamiento como Red de Colectivos, a pensarnos en agendas regionales, en diálogo con experiencias vecinas, y en disputar las tecnologías políticas que nos permitan garantizar la movilidad y sustentabilidad de esa red.

Veo que esta serie de preguntas que hemos elaborado para guiar nuestra charla, se hizo cada vez más extensa, y siento que con esto último es buen momento para suspender el diálogo, hasta tanto las nuevas producciones ameriten nuevos mapas y cartas; quedémonos sobre estas últimas líneas, una suerte de agenda de utopías y urgencias, puestas como horizonte, para echarnos a andar.

Entrevista a Fede Abib por Pere Fullana.

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