lunes, 16 de marzo de 2015

“Luchamos contra la actitud patriarcal que se esconde bajo el nombre de budismo”



Dhammananda Bhikkhuni es la primera monja budista de Tailandia, un país en el que las mujeres no pueden ser religiosas ni disfrutar de la privilegiada posición social que ello conlleva. Desde la universidad primero, y ahora desde su monasterio, trabaja por que las tailandesas que lo deseen puedan convertirse en monjas budistas, una posibilidad reconocida en otros países de esta religión. Charlamos con ella bajo la atenta mirada del gran buda azul que preside el vihara del Wat Songkhammakalayani, el monasterio que dirige a 40 kilómetros de Bangkok.

Cristina E. Lozano./ Nakhon Pathom (Tailandia)




Antes de convertirse en la primera bhikkhuni (monja) de Tailandia, Dhammananda Bhikkhuni fue Chatsumarn Kabilsingh, una reputada doctora que enseñaba Religión y Filosofía en la Universidad Thammasat de Bangkok. Como investigadora, estudió en profundidad las raíces de la discriminación religiosa y social que sufren las mujeres de su país; como escritora, publicó Thai Women in Buddhism (1991), una de las pocas obras sobre el papel de las tailandesas en el budismo con perspectiva feminista y firma oriental.

“La menstruación es algo natural, pero en el brahmanismo y en el hinduismo se ve como algo impuro. No es un concepto budista, Buda no enseñó tal cosa”

Dhammananda Bhikkhuni tuvo éxito profesional y una vida personal feliz (su infancia fue agradable, se casó, tuvo hijos, vio nietos, etc.). No fue hasta 2003 que se convirtió en la primera monja completamente ordenada de la tradición thervada tailandesa del linaje Dharmaguptaka. Su ordenación, realizada Sri Lanaka, supuso un auténtico golpe sobre la mesa de la shanga (comunidad de monjes) de Tailandia, país en el que echó raíces y crecen cada vez más fuertes sus ramas. ¿Se siente una rebelde por haberle dicho a la sangha “las mujeres tenemos tanto derecho como los hombres a ser monjas y vamos a serlo”? Nunca me he sentido una rebelde. Yo solo respeto a Buda y lo que Buda representa para nosotras. Buda nos ha dado esta herencia y nosotras somos sus hijas, intentamos mantenerla viva como signo de respeto hacia él. No venimos a coger la silla de la riqueza sino de la responsabilidad, a cuidar de la gente budista. Entonces, ¿por qué la shanga se niega tan rotundamente a que haya monjas? Por una actitud patriarcal que no debería estar ahí, pues los textos budistas no dicen esas cosas. Muchos monjes no han entendido los textos y han malinterpretado las explicaciones de Buda. La gente que no ha leído los textos, y no tanta gente en Tailandia los ha leído –porque están escritos en pali, una lengua antigua que pocos comprenden–, tiende a creer este tipo de ideas. Pero fue el mismo Buda quien empezó la ordenación de mujeres, no nosotras, y para ordenar bhikkhunis no se necesita una comunidad de monjes y otra de monjas. Cuando no hay monjas totalmente ordenadas, con la comunidad de hombres vale. Por eso tenemos que conocer bien los textos, para poder corregir a quienes no los han entendido. Digan lo que digan los textos, no pocos monjes sostienen que Buda no quería realmente que las mujeres se ordenaran monjas, que prácticamente le engañaron a través de Ananda. ¿Qué opina al respecto? Eso no es así exactamente. Ananda era el asistente personal de Buda. Los monjes le culpan porque ayudó a las mujeres, porque él pidió a Buda que considerara dar ordenación a las mujeres. Al principio Buda se resistió. No obstante, estando Buda ya iluminado –antes de ninguna ordenación ni de hombre ni de mujer– reflexionó sobre cómo debía organizarse la gente para seguir sus enseñanzas. Concluyó que debía haber cuatro grupos: bhikkhus (monjes),bhikkhunis (mujeres), laymen (hombres seglares) y laywomen (mujeres seglares). Esta era la intención original de Buda, por eso luchamos contra la actitud patriarcal que se esconde bajo el nombre de budismo. Si Buda siempre tuvo claro que las monjas eran uno de los cuatro grupos de la religión que creaba, ¿por qué cree que “se resistió” a ordenarlas al principio? La historia dice que las primeras mujeres que pidieron a Buda ordenación fueron su madrastra –una reina– y su tía. Quizá Buda se resistió para que su madrastra comprendiera lo que estaba pidiendo, pues podría ser difícil para ella vivir este tipo de vida disciplinada y austera. Cuando ella insistió, Buda le dio permiso, porque las mujeres también tienen potencial para alcanzar la iluminación, no porque Ananda le coaccionara.

Algunos monjes esgrimen que las mujeres son “impuras” para justificar que no puedan ordenarse bhikkhunis. Los hombres pueden pensar que nosotras somos impuras porque tenemos la menstruación, pero esto no es un concepto budista. La menstruación es algo natural, pero en el brahmanismo y en el hinduismo se ve como algo impuro. Se ha introducido en el budismo un concepto indio que no tiene nada que ver con él. Buda no enseñó tal cosa. Pero la shanga es muy grande, ¿ningún monje tailandés apoya que las mujeres puedan ser bhikkhunis?

“Es el rey quien debe presentar respetos al monje porque el monje tienen preceptos más altos. Esto también se aplicaría a las monjas”

Sí, pero lo hace discretamente. No pueden apoyarnos en público mientras el consejo de mayores, que significa la iglesia budistas, no lo permita. O sea, que si estás en la iglesia budista tienes que estar de acuerdo con todo lo que diga. Sí. Cuando eres católico, ¿cómo podrías decir algo en contra del Vaticano? Es la opinión del Vaticano. A nivel legal, ¿ha tenido usted algún problema por desafiar los designios de la cúpula de la shanga? No. La Constitución permite lo que estamos haciendo. Es tan solo que no estamos oficialmente reconocidas por el Gobierno. Como este tiene que escuchar a los monjes, primero tenemos que ser reconocidas por el consejo de mayores. Es decir, el Gobierno está esperando por la iglesia. Mientras tanto, continuamos haciendo nuestras cosas buenas.

La shanga se opone a la existencia de bhikkhunis y el ejecutivo no las reconoce. ¿Cuentan con el apoyo del rey (la figura institucional más respetada de Tailandia) o de algún miembro de la casa real? No oficialmente. La familia real tiene respeto y lo muestra. Cuando el rey se encuentra con un monje, es el rey quien debe presentar respetos al monje porque el monje tiene preceptos más altos. Esto también se aplicaría a las monjas, porque nosotras también seríamos shanga. Estando yo ya ordenada, recibí un premio de educación. Tenía que entregármelo la princesa y yo expliqué a los oficiales de Palacio que era una monja ordenada, para que hicieran los arreglos pertinentes. Me pusieron en una mesa separada y, a la hora de entregar el galardón, la princesa se bajó del escenario, vino hasta donde estaba yo y me ofreció el premio para que no tuviera que arrodillarme ante ella. Luego nos hicimos una foto de grupo. La princesa se sentó en una silla y todos los demás en el suelo. Yo no podía estar en esa foto porque la princesa es una seglar y yo no puedo sentarme en el suelo [como si fuera seglar y por debajo de una seglar, por muy noble que sea] así que me dieron una silla para sentarme tras ella. ¿Dónde queda la humildad y la austeridad de la que presumen monjes y monjas, cuando siguen a rajatabla unos protocolos que reflejan la desigualdad entre religiosos y seglares?

“Adorar a Buda es otro malentendido que muchos monjes apoyan por dinero.”

Todo son formulas de respeto. Tailandia no tienen un sistema de castas, pero sí uno de clases. Si estás en nuestro país tienes que seguirlo. Esto se ve muy claro en la lengua. Tenemos tres juegos de lenguas. El primero para el rey, el segundo para monjes y monjas, y el tercero para los seglares. La palabra ‘yo’, dicha por el rey, por un religioso o por un seglar, es diferente. El verbo que usamos también es diferente. El rey y la familia real son respetados, los monjes son respetados. En teoría, los seglares budistas cuidan y presentan sus respetos a los miembros de la shanga porque estos guardan las enseñanzas de Buda y les ilustran en materia de religión. Sin embargo, mucha gente adora a Buda como a un dios y no parece que ningún miembro de la shanga les corrija. ¿No es su deber alertar del error? Muchos monjes creen cosas anteriores a la llegada de la religión budista, por eso hablamos de budismo tailandés. Hay muchas prácticas antiguas llevándose a cabo bajo el nombre del budismo. Adorar a Buda como un dios es otro malentendido. Muchos monjes lo apoyan. ¿Por qué lo apoyan muchos monjes si no tiene nada que ver con el budismo? Por dinero. En Chiang Mai un monje me dijo que los monjes no pueden tocar el dinero pero pueden tener cuenta corriente. ¿Es eso cierto? No tocan el dinero pero lo tienen en el banco. –Dhammananda ríe–. ¿No es lo mismo? Eso es una forma muy superficial de entender la cuestión. No se aborda el tema de forma realista. Y, ¿qué hay de eso de liberar animales previamente secuestrados para hacer méritos? ¿Haberlos raptado primero no da ‘antipuntos’ de mérito? No está bien liberar animales previamente encerrados. No se ha entendido bien el concepto, la idea es dar vida. Apoyando ese tipo de actividades se daña a los animales. Además, puedes incurrir en una mala acción, que no en un mal mérito. Cada vez son más las personas occidentales que se conectan con el budismo. ¿Qué le parece? ¿No le resulta un poco raro que gentes tan ajenas a Asia de repente se vuelquen con esta religión o con su filosofía? Nosotros no negamos a dios, esa no es una actitud budista. Pero dios no es el centro de la enseñanza. Si dios está ahí lo haremos lo mejor posible, si dios no está ahí también está bien; tanto si dios creó el mundo, como si nosotros tenemos que existir. Somos buenos amigos de todos aquellos que creen en dios y siguen sus reglas, el problema es que alguien pueda pertenecer a una religión sin seguir sus preceptos, ahí es cuando tenemos problemas. O a veces se siguen los preceptos pero solo de forma superficial, no se entiende bien su espíritu. Hay gente que intenta ser un buen ‘cristiano-católico-practicante’, pero no lleva a Cristo en su corazón.

“¿POR QUÉ LA PUERTA DE LA PROSTITUCIÓN ESTÁ TAN ABIERTA Y LA DE LA ESPIRITUALIDAD TAN CERRADA?”

Dedica un capítulo completo de Thai Women in Buddhisim (1991) a hablar de la situación de la prostitución en su país y de las posibles relaciones entre las prostitutas y el budismo. En él afirma con amargura que en Tailandia “la promoción turística es poco más que la promoción de la prostitución”. ¿Sigue pensándolo ahora?

Las cosas están ahora mucho peor que cuando escribí el libro. En Tailandia la prostitución está promovida por el Gobierno y el problema se está haciendo más grande porque el mundo está más conectado, para lo bueno y para lo malo. Siento que el turismo viene con una agenda escondida y que, aunque hay gente que viaja en familia, ciertos grupos de personas, hombres de Japón, Holanda y Alemania principalmente, vienen solo a eso. Puedo verlo.

Una vez, en una conferencia, una mujer holandesa criticó la prostitución en Tailandia, hablaba de cómo el país podría solucionar el problema. Yo le dije que las mujeres holandesas podrían ayudarnos a acabar con la prostitución: “Por favor, corregid a vuestros maridos. Todo esto es un proceso en cadena, tiene que ver con la cultura holandesa, con que los holandeses están insatisfechos y vienen a saciar esa insatisfacción con las mujeres tailandesas”. Algo pasa con la cultura japonesa, con los hombres y mujeres japoneses. Algo con la cultura alemana, con los hombres y mujeres alemanes. Por eso hay hordas de turistas de estos tres país que vienen y explotan a nuestras mujeres.

Nuestras mujeres son explotadas en nombre del dinero. Las prostitutas venden sus cuerpos porque son pobres, pero estos hombres explotan a las mujeres por pura lujuria. Cuando miras esta relación, cómo dos personas se encuentran una para hacer dinero la otra… Es lujuria. Así es como yo lo veo.

Los barrios rojos de Bangkok son enormes. Sorprende teniendo en cuenta que la prostitución está prohibida por ley en Tailandia.

La prostitución es una industria. Las prostitutas tienen trabajos encubiertos. Algunas ni siquiera son mayores de edad. El problema ahora es que no son solo tailandesas. Se está convirtiendo en una profesión. Vienen mujeres de Rusia, de Birmania, de Laos… Deben hacer mucho dinero; si no, ¿por qué vendrían hasta aquí?

Usted ve la prostitución como una lacra para las mujeres tailandesas. ¿Qué solución ve?

Esta pregunta nos devuelve al principio. A la actitud de la sociedad, a la actitud de los monjes de la que hemos hablado, al no dar espacio a las mujeres para tener crecimiento espiritual y permitirlas ser ordenadas. Eso es crucial. Si una mujer es pobre, si no sabe dónde ir, ¿por qué la puerta de la prostitución está tan abierta de par en par y la de espiritualidad está tan cerrada? Todo está conectado.

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