jueves, 22 de enero de 2015

¿Existen o no las razas humanas?

Entrevista al Dr. Antonio Julián Martínez Fuentes
Investigador Titular de la Facultad de Biología. Universidad de La Habana.



Rosa María de Lahaye Guerra.- Profesor ¿podemos hablar con los amigos de NosOtros sobre el concepto de raza que manejan ustedes desde la antropología biológica?

Antonio Julián Martínez Fuentes.- Bueno, los descubrimientos paleoantropológicos confirma la hipótesis que el hombre moderno surgió en África hace más de 150 000 años, sus características le permitieron salvar numerosos obstáculos y fue progresivamente colonizando el resto de los continentes. Al tiempo que ocurría esta expansión geográfica tuvo lugar un proceso no menos complejo de diversificación morfológica y fisiológica derivado de la adaptación a los diferentes ambientes que iba conquistando y, surgía así una aparente paradoja: todos los seres humanos somos muy parecidos pero al mismo tiempo muy diferentes.
Por otra parte, las simples y cotidianas observaciones nos permiten aproximarnos a las múltiples variaciones morfológicas presentes en nuestra especie. Estas las apreciamos en la estatura, el peso, el color de la piel, la textura del cabello, los rasgos faciales, entre muchas otras, cuando comparamos individuos en nuestra propia población y son muy evidentes al contrastar personas nativas de los diferentes continentes. En este punto, nosotros partimos de la aseveración que tales diferencias reflejan el proceso de adaptación evolutiva de poblaciones geográficamente diversificadas a sus hábitats y no son, para nada, pruebas de la existencia de razas en nuestra especie.

R.M.L.G.- Profesor, y ¿cómo se establece la conocida clasificación de la variación humana?


A.J.M.F.- Déjame hacer un poco de historia para que se comprenda el proceso. Los viajes colombinos a finales del siglo XV marcan el inicio de la expansión europea a prácticamente todo el mundo. Europa toma conciencia de la gran diversidad de hombres y culturas que antes no conocía. Ese nuevo panorama estimuló en las mentes más ilustradas el estudio de este fenómeno de diversidad, sin escapar enteramente a la influencia que la empresa de la conquista y colonización suponían a la percepción de lo diferente, como algo ubicado en el plano inferior.

Uno de los naturalistas más ilustres de la segunda mitad del siglo XVIII, el sabio francés George-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788) escribió “Los hombres difieren desde lo blanco a lo negro, en cuanto a color, desde lo doble hasta lo sencillo, en cuanto a estatura, gordura, ligereza, fuerza, etc.” Y apuntaba “son variaciones de la naturaleza que proceden de la influencia del clima y del alimento”.

Buffon fue de los primeros en aplicar el término raza a las variaciones somáticas que observó entre las personas, hasta entonces era empleado para referirse casi exclusivamente a los animales.

Linneo (1707-1778), el gran naturalista sueco, primer gran clasificador de animales y plantas, colocó a todos los seres humanos en la especie Homo sapiens. Para Linneo la especie se subdividía en 4 subespecies (a las que no llamó raza): Homo sapiens americanus (indígenas americanos): piel de color rojizo o cobrizo, cabello liso, negro y grueso; Homo sapiens europeus: blancos, sanguíneos y musculosos, pelo rubio y rizado, ojos azules; Homo sapiens asiaticus: de color amarillento, cabello negro, ojos oscuros. Homo sapiens afer (africano), negros y de piel aterciopelada, nariz aplastada y labios abultados.
El anatomista alemán Johann Friedrick Blumenbach (1752-1840), considerado fundador de la Antropología física, propuso dividir la humanidad según el color de la piel, en cinco variedades, a cada una de las cuales les dio el nombre de raza, Las cinco razas de Blumenbach fueron: Caucásica o blanca; Mongólica o amarilla, Etíope o negra; Americana o roja y Malaya o parda.

Desde entonces comienza a enraizarse la idea de la división de la humanidad en cierto número de razas, contribuyendo así a un esquema que sirvió, en gran medida, al fomento de los prejuicios raciales y el racismo.

A partir del siglo XVII y hasta hoy, muchos hombres de ciencia y de letras admiten y fundamentan la división de la humanidad en un cierto número de razas, incrementándose profusamente los intentos por ubicar a cada ser humano en un grupo particular a partir de elementos tales como: color de la piel, forma de la cara, tipo de cabello, color de los ojos, tipo de labios, proporciones corporales, etc. Comenzó así la elaboración de un catálogo de las variaciones físicas humanas a través del planeta. Surge un sinnúmero de clasificaciones, eminentemente tipológicas, sustentadas en la opinión de que todos los miembros de una raza participan de su esencia y poseen sus características típicas.

R.M.L.G.- ¿Hasta qué punto es válido ese concepto de raza biológica?

A.J.M.F.- Los procedimientos de clasificación racial en el hombre no se han detenido, incluso, conocemos una vasta literatura que apoyándose no solamente en los rasgos morfológicos habituales, sino también en características bioquímicas, inmunológicas, fisiológicas, y genéticas, argumenta un número tan variable de razas que va desde 3 hasta 400. Imagínate. Muchas de ellas incoherentes y hasta contradictorias debido a varias razones: los rasgos, o combinaciones de ellos que se adoptan para clasificar; el grado de jerarquía o importancia que se le da a cada uno de ellos, y las técnicas o métodos que se utilizan en su procesamiento y análisis.

Si bien durante mucho tiempo el concepto de raza biológica fue algo incuestionable, y fue el sentido y eje central de la antropología, en la actualidad ya no goza de tal aceptación. Hoy la terminología racial y los sistemas de clasificación raciales están desapareciendo gradualmente de la literatura científica y de los programas de investigación en antropología biológica. Un estudio que realizamos entre especialistas de 13 países, incluyendo Cuba, mostró que el 65,7% de ellos no lo considera válido para la especie humana.

La tendencia creciente al re-examen crítico del concepto es totalmente válida, no exclusivamente por sus implicaciones científicas sino, por el impacto que debe tener en la presunta base de ideologías racistas y xenófobas. El debate actual refleja la no existencia de consenso entre especialistas sobre la validez o utilidad de éste.

Rosa María de Lahaye Guerra.- Doctor, continuamos con el cuestionamiento de “raza” desde el punto de vista de la ciencia biológica.

Antonio Julián Martínez Fuentes.- Fíjate, es importante destacar que este cuestionamiento no implica ignorar algo tan evidente como son las diferencias, apreciables o no a simple vista, existentes entre los seres humanos. Las variaciones biológicas existen, pero cada característica esta distribuida con una gradación geográfica que desafía el establecimiento de límites precisos entre las llamadas razas.

Las diferencias entre los grupos humanos tienen un significado evolutivo y es desde esta visión desde donde podemos medir la diferencia y explicarla como una descripción de un momento dentro del proceso de evolución.

R.M.L.G.- Pero la tipología racial es una herramienta que han creado y utilizado los biólogos…y por extensión otros profesionales han hecho uso de ella; y vuelvo sobre la misma idea, ¿cuál es su sentido real?

A.J.M.F.- La definición de raza como un grupo biológico que posee en común cierto número de caracteres hereditarios que los separan de otros grupos, y por los cuales se distingue también su descendencia, o como un grupo humano cuyos miembros participan en su totalidad de las características y peculiaridades de la misma, las cuales se transmiten de una generación a otra, tiene una base tipológica, pues dan por supuesto que todos los miembros de una raza participan de su ‘esencia´ y poseen sus características típicas. Para un número elevado de personas el término raza estimula el pensamiento de que todos o la mayoría de los miembros de cualquiera de ellas, son similares en su biología.

La antropología ha conocido en los últimos años, un prodigioso desarrollo, gracias sobre todo a los avances en la genética. Todos los descubrimientos de esta disciplina muestran que la clasificación racial es definitivamente imposible. Cada individuo de este planeta es único y diferente del otro, excepto los gemelos idénticos.

La humanidad no se divide de un modo natural en blancos, amarillos y negros o en otros grupos cualesquiera, sino que se compone de una multitud de poblaciones cada una de las cuales tiene su propia historia evolutiva. Su conjunto presenta tal continuidad que toda tentativa de agrupación en torno a determinadas combinaciones de caracteres conduce a comprobar que numerosas poblaciones son inclasificables. La noción de raza biológica no tiene ningún sentido para la ciencia moderna. Las agrupaciones humanas son más homogéneas por su cultura, organización social, las tradiciones o la lengua, que por los criterios biológicos.

Las diferencias existentes entre los grupos geográficos humanos modernos son menores que las observadas entre dos personas cualesquiera escogidas al azar. Estudios realizados utilizando polimorfismos genéticos revelan que , contrario a nuestra intuición, más de un 85% de la diversidad genética humana se presenta entre individuos de una misma “raza”, y sólo un 6% entre individuos de “razas” diferentes, de lo cual se desprende que el concepto convencional de raza carece de significado biológico. En otras palabras, y a manera de ejemplo, dos alemanes pueden ser tan diferentes entre sí como un alemán y un chino.

Una excepción a esta regla de que la mayor parte de la variabilidad esta concentrada dentro de las poblaciones es el color de piel pues el 88% de la variación puede ser encontrada entre regiones geográficas y apenas un 12% dentro de las regiones. La explicación a esto viene dada por que el color de la piel esta sujeto a la acción imperiosa de la selección natural y es el resultado de una adaptación notable de la poblaciones a los diferentes niveles de radiación ultravioleta propios de los diferentes continentes.

El color de la piel está determinada por la cantidad y tipo del pigmento conocido por melanina y su variación esta controlada apenas por cuatro a seis genes. Este número es insignificantemente pequeño en el universo de miles de genes del genoma humano. Igualmente otras características físicas externas como la textura del cabello, los tipos de labios y narices, se asume que deben estar sujetas a factores selectivos aún no claramente identificados, pero se conoce que estas características físicas de las partes expuestas del cuerpo dependen también de la expresión de un reducido número de genes. Así estas diferencias “raciales” se correlacionan bien con el origen continental (ya que son seleccionadas), pero no reflejan variaciones genómicas generalizadas entre los grupos. Debe quedar claro entonces que la raza representa una construcción social, cultural o política más que una entidad biológica.

Somos más complejos que nuestros genes, para entender la variabilidad humana es necesario integrar conocimientos detallados de nuestro ambiente, incluyendo datos geográficos, socioculturales, demográficos, lingüísticos, entre otros, con los más recientes descubrimientos de la genética. Ello puede ser el inicio de un mejor entendimiento de la interacción de los genes con los factores no genéticos y su expresión en la diversidad humana.

R.M.L.G.- En su consideración, ¿cuál es la repercusión social de la variación biológica humana?

A.J.M.F.- La historia de las sociedades humanas muestra como se han construido y construyen elaborados sistemas de privilegio y opresión basados en insignificantes diferencias genéticas que involucran, muy pocos genes.

En otras palabras, la discusión racial radica en una porción insignificante del genoma humano pero aún sin pertinencia biológica alguna el concepto de raza continua siendo utilizado en muchos países como construcción social y cultural, como instrumento de exclusión y opresión. Independientemente de los clamores de la antropología y la genética modernas de que los genes relacionados con el color de la piel, no tienen influencia alguna sobre la inteligencia, el talento artístico, habilidades sociales, etc. la pigmentación de la piel constituye desgraciadamente aún, para no pocas personas, un elemento predominante de valoración social y una de las principales fuentes de prejuicios.

El concepto de raza biológica proviene de una ciencia imperfecta, ¿pero ello implica que no hay razas sociales? Con el tiempo la gente se ha aferrado al concepto de raza y le ha dado trascendencia social. La ciencia ha descartado esta idea pero no la sociedad. Las categorías raciales reconocidas por la sociedad no se reflejan en plano genético, las etiquetas habituales utilizadas para distinguir a las personas por su raza tienen muy poco o ningún significado biológico.

Como señala Fernando Martínez Heredia “Las ideas que se tienen sobre las razas son las que les dan significado al color de la piel, los tipos de facciones y de cabellos y otros rasgos marcantes, no son estos los que tienen un significado por sí.”

Globalmente hay prejuicios y estereotipos que se aplican a todos los grupos. Casi todos los grupos étnicos y raciales tienden a ser estereotipados. Si los estereotipos están enraizados en nuestras mentes, en nuestras culturas, e inconscientes, ¿qué podemos hacer al respecto? ¿Hay alguna forma de evitarlos? Tenemos que hablar de ellos. No podemos combatir los estereotipos y prejuicios o solucionar estos a menos que los reconozcamos y reflexionemos y hablemos al respecto. Pensar, hablar sobre ello no implica incitar al odio racial o al racismo. Considero que para la antropología cubana esto es aún un tema pendiente, que si bien ya es abordado hace falta dar más impulso al intercambio de ideas.

Prejuicios y racismo son de baja intensidad en nuestra sociedad pero deben analizarse a profundidad a partir de la antropología social y la biológica.

Hoy los antropólogos tenemos la ineludible responsabilidad de contribuir a ofrecer toda una nueva visión de la especie humana desde su unidad y su diversidad, una visión que contribuya a promover la evolución del conocimiento de los seres humanos sobre la propia especie, una visión que favorezca unir los seres humanos y no a separarlos.

Como asevera la antropóloga española Cristina Bernis; “En todo caso el aporte fundamental del estudio de la variabilidad biológica humana no consiste en clasificar, sino en establecer afinidades poblacionales, en reconstruir la historia de los pueblos y de los ecosistemas que han ocupado, en comprender sus patrones de desarrollo, de reproducción y envejecimiento, en identificar sus migraciones y las fusiones constantes de sus complejos genotípicos y en detectar el riesgo diferencial frente a enfermedades.”

Los seres humanos somos testimonio de un elevado parentesco, somos descendientes de una única familia que un día se aventuró fuera del continente africano y pobló el planeta



Extraido de: Cubadebate

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