sábado, 22 de noviembre de 2014

Más allá del campo de batalla: La lucha radical de las mujeres kurdas



Una joven mujer kurda llamada “Rehana” se ha ganado una gran atención en los medios en los últimos días, después de que surgieran informes alegando que ella sola había matado a más de un centenar de combatientes del ISIS/EI. Una foto de la belleza sonriente, vestida de uniforme de combate y portando un rifle, todavía está dando vueltas en las redes sociales. A pesar de que las circunstancias de Rehana permanecen no verificadas, la sobreabundancia de atención que ha recibido plantea varias cuestiones importantes. Se suma a la gran cantidad de artículos que idealizan los batallones kurdos solo formados por mujeres que combaten al ISIS/EI, sin prestar prácticamente atención a las políticas que llevan a cabo estas valientes mujeres.


Preocupados en intentar convertir en sensacionalismo las formas en que estas mujeres desafían las nociones preconcebidas que se tienen de las mujeres orientales como víctimas oprimidas, estas típicas caricaturizaciones erróneamente presentan a las mujeres combatientes kurdas como un fenómeno insólito. Rebajan una lucha legítima proyectando sus bizarras fantasías orientalistas en ella; y simplifican las razones que motivan a las mujeres kurdas a unirse a la lucha. Hoy en día, parece estar de moda retratar a las mujeres como simpáticas enemigas del ISIS/EI, sin preguntar acerca de sus ideologías y objetivos políticos.


Al mismo tiempo, los críticos han acusado a los líderes kurdos de explotar a estas mujeres con fines de relaciones públicas, en un intento de ganarse a la opinión pública occidental. Si bien puede haber cierto elemento de verdad de tales acusaciones en algunos casos, esos mismos críticos no aprecian las diferentes culturas políticas que existen en el conjunto del pueblo kurdo, dispersado a través de Siria, Irak, Turquía e Irán. También ignoran el hecho de que las mujeres kurdas han participando en la resistencia armada durante décadas sin que nadie se fijara en ello.


La miopía típica de los medios de comunicación occidentales no les permite considerar las implicaciones que tiene que las mujeres tomen las armas en lo que es esencialmente una sociedad patriarcal, y especialmente de que lo hagan contra un grupo que viola y vende a las mujeres como esclavas sexuales. En este contexto incluso las revistas de moda se apropian de la lucha de las mujeres kurdas para sus propios fines sensacionalistas. Los periodistas a menudo escogen a las luchadoras más “atractivas” para las entrevistas y las presentan como unas amazonas exóticas.


No importa cuan fascinante pueda ser – desde una perspectiva orientalista – descubrir una revolución de mujeres entre los kurdos, la verdad es que mi generación creció reconociendo a las mujeres combatientes como un elemento natural de nuestra identidad. Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, lo que algunos ignorantemente ahora llaman “tokenism”(NOTA de traducción: Es la práctica de hacer solo un pequeño esfuerzo de manera simbólica de hacer algo, por ejemplo reclutando pequeños grupos de mujeres para dar la imagen de igualdad), de hecho ha modulado la conciencia de millones de kurdos.


Actualmente, además de la lucha contra el ISIS/EI y el régimen de Assad en Siria, las mujeres kurdas también luchan contra otros regímenes que consideran opresivos, como Turquía e Irán. Hay muchos ejemplos de mujeres guerreras o líderes en la historia kurda.


Por ejemplo, a finales del siglo 19, Kara Fatma dirigió un batallón de casi 700 hombres en el Imperio Otomano y se las arregló para ascender a 43 mujeres en cargos del ejército, algo muy inusual para la época. En 1974, Leyla Qasim, a la edad de 22 años, se convirtió en la primera mujer en ser ejecutada por el partido Baaz iraquí por su participación en el movimiento estudiantil kurdo.


A pesar de este legado, sería una exageración definir a la sociedad kurda como igualitaria en el género, teniendo en cuenta la prevalencia de la dominación y violencia masculinas.


Las Fuerzas de Defensa del Pueblo (YPG) y las Unidades de Defensa Femeninas (YPJ) del Kurdistán sirio han estado luchando contra el ISIS/EI durante dos años y ahora lideran una épica resistencia en la norteña ciudad siria de Kobane. Un estimado 35% de los combatientes (de alrededor de 15.000) son mujeres. Fundadas en 2013 como un ejército autónomo de mujeres, las YPJ llevan a cabo operaciones de forma independiente. Hay varios centenares de batallones de mujeres en toda la región del Kurdistán Sirio. Meysa Abdo es la mujer que dirige la resistencia en Kobane y cientos de mujeres han muerto luchando contra el ISIS/EI.


Paralelamente a la lucha por la supervivencia contra el ISIS/EI, las mujeres en la región del Kurdistán Sirio, incluyendo árabes, asirias, turcomanas y armenias, lideran una revolución social contra el orden patriarcal de la sociedad a través de la gobernanza igualitaria de género y un movimiento feminista de base.


Luchadoras reales


Los combatientes de las YPG e YPJ están estrechamente relacionados con el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK). Esta organización guerrillera es una de las fuerzas más fuertes que lucha contra el ISIS/EI, pero debido a las hostilidades con Turquía, está clasificada como “organización terrorista”.


Poco conocido es el hecho de que casi la mitad de los cargos del PKK son mujeres. El movimiento se compromete explícitamente con la liberación de la mujer y hace cumplir cuotas, así como instituye un sistema de “copresidencia” en todos los niveles: una mujer y un hombre comparten cada puesto. Estas políticas han sido aprobadas por la Administración del Kurdistán Sirio y por partidos kurdos en Turquía e Irán.


Por la influencia de la postura feminista del PKK, la mayoría de las mujeres que hay en el Parlamento turco y las administraciones municipales son kurdas. Junto con las YPG e YPJ, las unidades del PKK fueron claves para la creación de un corredor de seguridad para rescatar a los yazidis atrapados en las montañas de Sinjar en agosto. Algunas mujeres del PKK murieron defendiendo Makhmour en el Kurdistán iraquí, junto a los combatientes peshmerga masculinos.


En el Kurdistán iraquí, varios cientos de mujeres montaron el batallón femenino de la Peshmerga. Muchas de ellas se quejan de que no se las despliega en el frente. En los años 70 y 80, durante la resistencia armada contra el régimen de Saddam Hussein, las mujeres kurdas se levantaron en armas junto a sus esposos e incluso asumieron nombres de guerra.


Hoy en día, los kurdos iraquíes gozan de cierto grado de autonomía y derechos. A diferencia de las generaciones anteriores, casi ninguna de las mujeres actualmente alistadas han entrado en combate y son a menudo destinadas trabajos de logística en su lugar. La cultura patriarcal-feudal de los dos partidos dominantes en el norte de Irak es menos permisible con la participación de las mujeres en la guerra.


Cultura de resistencia


Si hoy en día existe un fuerte movimiento de mujeres entre los kurdos más allá del campo de batalla, tiene más que ver con las políticas de izquierdas y con la cultura de resistencia.


Aquellos que ven la lucha de las mujeres kurdas como un acto de relaciones públicas, tratan a todos los partidos kurdos como un grupo homogéneo o bien ignoran la revolución social que precedió a la lucha armada, que dio a las mujeres kurdas una reputación como importantes actores políticos y como a iguales en cuanto a toma de decisiones. Después de todo, las mujeres kurdas han estado luchando por esta causa desde hace décadas sin llamar la atención los medios de comunicación.


De hecho, la masiva movilización de las mujeres en Kobane es el legado de décadas de resistencia de las mujeres kurdas como combatientes, prisioneras, políticas, líderes de levantamientos populares y protestantes incansables, sin disposición de ceder en sus derechos.


Por último, no ayuda a las mujeres kurdas ser glorificadas como enemigos del ISIS/EI, si no se da apoyo a la totalidad de su lucha política. Los medios de comunicación occidentales hacen un lavado de cara a la resistencia de las mujeres kurdas y esterilizan su lucha radical para adaptarla a las percepciones y expectativas del público occidental. En lugar de cuestionar y enfrentarse al hecho incómodo de que el movimiento al que pertenecen la gran mayoría de las mujeres que luchan contra el ISIS/EI se etiquete como una organización terrorista – por Turquía, la UE y los EE.UU. – convenientemente omiten esta información.


El aprecio por estas mujeres no sólo debe alabar su lucha contra el ISIS/EI, también debe reconocer sus políticas. Aquellos que busquen honrar a los enemigos más valientes del ISIS/EI pueden empezar por apoyar activamente la resistencia en Kobane, eliminar al PKK de la lista de grupos terroristas y reconocer oficialmente la administración del Kurdistán sirio.


Este artículo fue publicado por primera vez en Al Jazeera con el título de “Western Fascination with ‘badass’ Kurdish Women.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario